«La voz de Wojtyla» deja su puesto

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Fin de una época. Así ha calificado la prensa internacional la dimisión de Joaquín Navarro-Valls después de 22 años al frente de la Sala Stampa de la Santa Sede, el nombre oficial de la Oficina de Prensa del Vaticano. Presentada varias veces a Benedicto XVI durante el primer año de pontificado, según ha explicado el propio Navarro-Valls, finalmente ha sido aceptada. Para sustituirlo, el Papa ha nombrado al jesuita italiano Federico Lombardi, actual director general de la Radio Vaticana y del Centro Televisivo Vaticano, un pequeño centro de producción que tiene el encargo oficial de filmar todas las imágenes del pontífice.

La prensa italiana, que siempre sigue muy de cerca todos los acontecimientos vaticanos, elogia a Navarro-Valls. «Tras veintidós años de servicio refinado e inteligente, el hombre que ha encantado con su atractivo a legiones de telespectadoras y dominado el escenario de la información vaticana con la clase de un torero y la astucia de un spin doctor, deja su cargo», escribe Marco Politi en La Repubblica.

Desde el punto de vista de la comunicación, la salida de Navarro-Valls -que algunos periódicos llaman «la voz de Wojtyla»- es considerada como el verdadero punto final del pontificado de Juan Pablo II. Para Le Figaro, «un monstruo sagrado del pontificado de Juan Pablo II sale de escena», mientras que Luigi Accatoli en Il Corriere della Sera afirma: «desde el punto de vista de la imagen, es el nombramiento más importante para el universo vaticano». Todos los comentarios coinciden en que Navarro-Valls ha sido mucho más que un simple jefe de prensa. Según Tracy Wilkinson, de «Los Angeles Times», el ex director de la Sala Stampa ha sido «el confidente de Juan Pablo II durante un largo período de tiempo», y ha sabido «guiar a los periodistas en sus interpretaciones del algunas veces críptico lenguaje del Papa y del pensamiento subyacente a los voluminosos discursos y escritos del pontífice».

Libertad de palabra y de iniciativa

Aunque Navarro-Valls no haya sido el primer laico y periodista que ha dirigido la Sala Stampa -en los años setenta el director era Alessandrini, un profesional procedente de L’Osservatore Romano-, todos los comentarios coinciden en que ha dado un cambio radical a la política informativa de la Santa Sede. Empezando por la renovación material de la vetusta sede de la Sala Stampa -construida con motivo del Concilio Vaticano II, fue totalmente renovada e inaugurada por Juan Pablo II en 1992-, y sobre todo en la concepción de la información. Hasta la llegada de Navarro-Valls, la oficina de prensa se limitaba a entregar a los periodistas los discursos del pontífice y los comunicados de la Secretaría de Estado. Navarro-Valls, dice Accatoli, «ha transformado el papel, que era muy institucional, de director de la Sala Stampa vaticana, en una función de portavoz papal a 360 grados, conquistándose una libertad de palabra y de iniciativa de la que nunca habían gozado sus predecesores».

Navarro-Valls, afirma Tracy Wilkinson, «tiene el mérito de haber llevado la chirriante oficina de prensa a la edad moderna, con ordenadores, televisión, mejor distribución de los documentos pontificios y el uso de múltiples idiomas, facilitando enormemente el trabajo a los medios internacionales». Pero su trabajo no se ha limitado a aspectos técnicos, pues ha sido capaz de «hacer pasar» la imagen de Juan Pablo II a los medios. «A pesar de que nunca se puede decir que el Vaticano sea transparente, Navarro-Valls ha sido capaz, cuando era necesario, de transmitir informaciones que los ambientes conservadores vaticanos no hubieran revelado. Por ejemplo, fue Navarro-Valls quien reveló que Juan Pablo II estaba enfermo de parkinson». Esto fue posible también porque tuvo «un jefe perfecto», un Papa que entendía a los medios de información. De todos modos, subraya el corresponsal de Los Angeles Times, «aunque hizo más accesibles algunos detalles, Navarro-Valls estaba decidido a poner las actividades del Papa y las tareas del Vaticano bajo la mejor luz posible».

Cambió la comunicación del Vaticano

Es lo mismo que comenta Hervé Yannou en Le Figaro, que después de subrayar «la elegancia y el encanto» de Joaquín Navarro-Valls, dice: «la proximidad de éste a Juan Pablo II, y su capacidad para decir muchas cosas sin desvelar nada, le valió la calificación de portavoz, título que, sin embargo, nunca ha existido en el Vaticano». Navarro-Valls «ha sacado de la prehistoria a la comunicación del Vaticano e intentado poner fin al gran malentendido entre el secreto de la Iglesia y los media«.

El ex director de la Sala Stampa seguirá en Roma, que considera «su» ciudad. Dice que en estos años ha echado en falta «un poco más de tiempo para leer y para la vida privada» y ahora, al menos al principio, «intentaré satisfacer estos dos deseos». «Me siento feliz, porque ahora podré ir a remar en kayac en el lago de Bracciano sin la angustia de una llamada al móvil que me obliga a volver a casa, como ha sucedido tantas veces», añade.

Los periódicos han señalado que aparte de los numerosos homenajes que recibe -esta semana, por ejemplo, recogió el premio Sermione a la carrera-, Navarro-Valls es miembro del comité ético de Geox, una importante firma de calzado, y entrará en el advisory board de Progetto Italia, una sociedad de Telecom -la Telefónica italiana- que administra 30 millones de euros al año, y se dedica a cultura, formación, deporte y solidaridad.

Los comentarios insisten en que el cambio al frente de la Sala Stampa no tiene motivos especiales, sino que se ha producido a causa de la petición del propio Navarro-Valls. «El Santo Padre me confirmó personalmente en el encargo y durante un año y un poco más he seguido, pero estaban todos los años precedentes y he reiterado mi disponibilidad a marcharme. En conjunto se trata de un periodo que cubre 22 años, soy consciente de la excepcionalidad de un tiempo tan largo en este puesto», ha dicho Navarro-Valls al Corriere della Sera. «He vivido estos años con la conciencia de contemplar de cerca la historia de la humanidad mientras se realiza, y se realiza a menudo con el impulso decisivo de estos dos Papas. No sólo la historia historiográfica, sino esa historia humana que comienza con el nacimiento de una nueva luz ética, que luego se desarrolla y se convierte en elección de vida en muchas personas, en todos los hemisferios. En este proceso naturalmente ha tenido mucha parte el flujo de la opinión pública».

Para Navarro-Valls, el desafío de informar sobre el pontificado de Benedicto XVI está en explicar «un Papa que ama a las mujeres y a los hombres de esta modernidad tardía, pero que tiene especialmente en cuenta sus inteligencias, su capacidad de comprender. Por esto se atreve a pensar junto con ellos y para ellos. La riqueza que se encuentra en sus palabras es fascinante».

«He aprendido de Juan Pablo II a ser objetivo, es decir, a buscar la verdad de las cosas y de las personas, independientemente de cómo aparecen a primera vista», explica Navarro-Valls, mientras que de Benedicto XVI ha aprendido «a tener fe en la razón, es decir, a aprender a pensar». «De los dos he aprendido a estar convencido de que el ser humano vale más y es mucho más de lo que él mismo piensa de sí, y a rezar con enorme ambición y tenacidad para que se dé cuenta».

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