La muerte de Sor Lúcia, vidente de Fátima, conmueve a Portugal

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Lisboa. La muerte de Sor Lúcia, vidente de Fátima, ha supuesto una verdadera conmoción en Portugal. El pueblo ha llenado las ceremonias religiosas en Fátima y Coimbra. La vida política, en vísperas de elecciones, quedó eclipsada. La muerte de la religiosa, que pasó casi toda su vida en un convento, volvió a colocar en primer plano el mensaje de Fátima.

Mañana de domingo, 13 de febrero de 2005. A Sor Lúcia, en su lecho, le leen el mensaje de apoyo que le ha enviado Juan Pablo II. Enseguida pide el mensaje para leerlo ella misma. «Fue, al parecer, su última reacción ante lo que le rodeaba», testimonió Mons. Albino Cleto, obispo de Coimbra.

Sor Lúcia falleció a las 17.25 de ese día en el Carmelo de Santa Teresa, en Coimbra, donde vivía desde 1948, serenamente, sin sufrimiento. La última de los pastorcillos, retenida en su celda desde hacía varias semanas, estaba rodeada por el obispo de la diócesis, por sus hermanas del Carmelo, y también por la médica y la enfermera que le asistían.

En un día 13

Según Mons. Ferreira e Silva, obispo de Leiria-Fátima, «la vidente tenía la ilusión de fallecer en un día 13 o en un primer sábado». Así, en un día 13, como en los meses de mayo a octubre de 1917 cuando tuvieron lugar las apariciones en Fátima, concluyó su vida, a los 97 años, aquella que, en junio de 1917, a sus 10 años, había tenido este diálogo con Nuestra Señora, según su propio relato:

«— Querría pedirle que nos llevara al cielo.

— Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.

— ¿Y me quedo sola?, pregunté, con pena.

— No, hija mía. ¿Sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hacia Dios» (cfr. Memorias de Sor Lúcia).

El Papa y Sor Lúcia

El enviado especial del Papa para los funerales, el arzobispo de Génova, Tarcisio Bertone, confirmó la proximidad de Juan Pablo II a Sor Lúcia. Esa proximidad es consecuencia de «los tristes sucesos del 13 de mayo de 1981», fecha del atentado contra el Papa, y de su identificación con la «figura vestida de blanco», descrita en la tercera parte del secreto de Fátima, revelada el 13 de mayo de 2000, en la beatificación de Jacinta y Francisco.

En efecto, la relación de Juan Pablo II con Fátima tuvo un mayor relieve público cuando el Papa manifestó su convicción de haber sido salvado por manos de la Virgen del atentado de 1981. El proyectil del atentado fue ofrecido al Santuario y está incrustrado en la corona de la imagen de la «Capelinha». El Papa se encontró con Lúcia en sus tres peregrinaciones a Fátima (1982, 1991, 2000).

En la misa del funeral, presidida por Mons. Bertone, y con la presencia de casi todo el episcopado portugués, se leyó un mensaje de Juan Pablo II: «Sor Lúcia nos da ejemplo de gran fidelidad al Señor y de gozosa adhesión a su divina voluntad. Recuerdo con emoción los encuentros que he tenido con ella y los vínculos de amistad espiritual que a lo largo del tiempo se han ido intensificando. Siempre me he sentido amparado por el ofrecimiento cotidiano de su oración, especialmente en los duros momentos de prueba y de sufrimiento. Que el Señor la recompense ampliamente por el gran y oculto servicio que prestó a la Iglesia. Me alegra pensar que, para acoger a Sor Lúcia, en su piadoso tránsito de esta tierra hacia el cielo, habrá estado precisamente Aquella que ella vió en Fátima, hace ya tantos años».

Orar y escribir

La última aparición de Fátima se dio el 13 de octubre de 1917, en presencia de 70.000 personas, que vieron bailar misteriosamente al sol. Después de esos sucesos, siendo Lúcia religiosa dorotea, Nuestra Señora se le apareció de nuevo en España (10 de diciembre de 1925 y 15 de febrero de 1926, en el convento de Pontevedra, y en la noche del 13 al 14 de junio de 1929, en el convento de Tuy).

El resto de su vida, mientras visitaban el santuario de Fátima peregrinos de todo el mundo -un promedio de cuatro millones al año-, Lúcia pasó su vida calladamente. Pero Sor Lúcia deja un conjunto notable de escritos, que constituyen un testamento espiritual inédito en la historia de la Iglesia, por la longevidad de la vidente.

El libro más reciente es una recopilación de textos y reflexiones con el título «Apelos da Mensagem de Fátima», publicado en varios idiomas después de la revelación de la tercera parte del secreto (en castellano, «Llamadas del mensaje de Fátima», Ed. Planeta).

Los escritos más importantes, sin embargo, son las cuatro memorias: primera, en diciembre de 1935 (sobre Jacinta); segunda, en noviembre de 1937 (apariciones del ángel); tercera, en agosto de 1941 (las dos partes del secreto: visión del infierno y devoción al Inmaculado Corazón de María); cuarta memoria, en diciembre de 1941 (sobre Francisco y descripción detallada de las apariciones del ángel y de la Virgen). En 1994, a petición del rector del Santuario, Mons. Luciano Guerra, Sor Lúcia escribió recientemente otras dos memorias (sobre su padre y sobre su madre). Queda por publicar el extenso epistolario particular.

Conmoción y luto nacional

La noticia llenó los telediarios del día 13, y causó conmoción en el país. El pueblo -gente de toda condición, artistas, políticos, empresarios- acudió en masa a las ceremonias religiosas, en Fátima y en Coimbra.

El primer ministro decretó un día de luto nacional. El presidente de la República, Jorge Sampaio, en carta al obispo de Coimbra, presentó «sus sentidas condolencias por el fallecimiento de Sor Lúcia, que era para tantas personas en todo el mundo un símbolo y una referencia». Para el portugués José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, en comunicado a la prensa, «su muerte afecta a todos los creyentes y hasta a los no creyentes, que ven en Fátima un mensaje de paz y buena voluntad para todo el mundo».

En plena campaña de las elecciones legislativas previstas para el 20 de febrero, por coincidencia el día que se celebra a los beatos Jacinta y Francisco, tres de los cinco principales partidos políticos alteraron sus planes de campaña. PSD (Partido Social Demócrata) y PP (Partido Popular) suspendieron todos los eventos por 48 horas. El Partido Socialista suspendió todos los actos festivos. El Partido Comunista y el Bloco de Esquerda (partido de extrema izquierda) mantuvieron su agenda, no sin manifestar públicamente su respeto para con la memoria de la fallecida y por las creencias de los votantes.

La generalizada sintonía de dolor sereno por la muerte de Sor Lúcia fue subrayada por el cardenal de Lisboa, Mons. José Policarpo: «Cuando una comunidad nacional es capaz de reconocer en la sencillez de una religiosa un símbolo que a todos habla, estamos, seguramente, ante una señal de esperanza».

La extraordinaria audiencia de los primeros telediarios con la noticia del fallecimiento, llevó a tres cadenas de televisión a hacer un despliegue notable de medios para la cobertura de los funerales. Dos de las cadenas hicieron un directo «non stop» todo el día del funeral y entierro. Se han repuesto imágenes de archivo, y películas sobre Fátima.

Nunca, ni siquiera en las visitas del Papa, se habló tanto sobre el mensaje de Fátima. Entrevistada por la Agencia Ecclesia, la Madre Superiora comentó esta presencia pública tan inusitada del mensaje de Fátima, y admitió que vería con agrado «un eventual despertar de vocaciones para la vida contemplativa, motivado por el ejemplo de la vida de la pastorcilla Lúcia». La superiora reconoce: «Mi vocación nació cuando oí hablar de esta casa (su monasterio), donde la pastorcilla vivía solo para rezar».

Pedro Gil

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