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La Iglesia en Cuba, ni aliada del gobierno ni partido de oposición

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Un documento publicado por los obispos de Cuba critica la involución del régimen castrista y aclara que la Iglesia no es aliada del régimen ni un partido de oposición. El documento, titulado La presencia social de la Iglesia, se ha hecho público el pasado 8 de septiembre, fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, y toma como punto de referencia la visita de Juan Pablo II a la isla, hace 5 años.

Los obispos interpretan la exhortación papal («Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba») como un «reclamo para que se dé internamente en nuestro pueblo una apertura que propicie el ejercicio y respeto de los derechos integrales del hombre».

El texto episcopal reconoce que «estos años posteriores a la visita del Santo Padre han sido de crecimiento y de revitalización de la Iglesia en Cuba». A continuación constatan que, casi inmediatamente después de la visita del Papa, comenzó en el país «un aparente proceso de revisión que no favorecía las aspiraciones de pluralismo, tolerancia y apertura», unido a una «franca involución en la apertura de la economía a la justa aspiración del pueblo», con un evidente retorno «al lenguaje y métodos propios de los primeros años de la Revolución en todo lo referente a la ideología».

«Nos preocupan de modo particular el encarcelamiento y las altas condenas impuestas a un número considerable de opositores políticos, así como la aplicación de varias penas de muerte en juicios sumarios». Son «acciones que, de momento, han cerrado el camino a la libertad de expresión y a la comprensión entre los cubanos». El documento reclama «a las más altas autoridades del país un gesto de clemencia hacia estas personas que están en la cárcel, sobre todo considerando humanitariamente sus condiciones».

La verdadera naturaleza de la Iglesia

Los obispos señalan la existencia de prejuicios y un desconocimiento sobre la naturaleza y la misión de la Iglesia en una sociedad que ha vivido transformaciones sociales «inspiradas por la ideología marxista-leninista». Por eso, aclaran que la Iglesia «por su origen, por su fin y por los medios propios de su quehacer pastoral, es diferente del Estado, diversa de la sociedad civil o de las asociaciones o grupos que constituyen la misma».

Para los obispos la Iglesia está llamada a «valorar la realidad de acuerdo a las circunstancias concretas, según las intenciones y el estilo propios de Jesús». Por ello, «la Iglesia tiene que anunciar, promover y defender la dignidad humana, la justicia social y todos los derechos del hombre, inseparables del Reino de Dios». Precisado el carácter religioso de esa misión, se señala que la Iglesia «no debe identificarse con ningún partido político ni parecerse a él; tampoco es una sociedad económico-financiera de distribución de ayuda, ni una entidad asistencial». «Pero esta proclamación -subrayan los obispos- incide necesariamente en la organización social y política donde se juega la vida de los seres humanos», porque «es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana».

Aunque la misión de la Iglesia no es política, «sus obispos y sus instituciones juegan un papel social». En este sentido, «la independencia necesaria a la acción pastoral de la Iglesia no puede concebirse como una renuncia al diálogo y a los contactos institucionales con las autoridades de la sociedad». «Los obispos de Cuba reiteramos que la misión encomendada por Cristo a la Iglesia no es de orden político ni está inspirada en la preocupación por lograr una presencia pública que funcione con la lógica del poder. Es importante dejar bien sentado este punto, cuando unos esperan de la Iglesia que sea un partido de oposición y otros que se deje domesticar por el régimen político vigente».

Sobre la libertad religiosa, los obispos señalan que sigue reduciéndose simplemente al culto, cuando el auténtico «respeto a la libertad religiosa incluye que se facilite la participación social de los cristianos en la vida sindical, profesional y política, con la posibilidad de propagar y proponer a otros libremente su fe y la ética cristiana con sus implicaciones sociales». «El respeto a la libertad religiosa implica, entre otros, el reconocimiento del derecho de la Iglesia a construir templos, que se facilite la entrada al país de sacerdotes y religiosas que quieren ayudar en la obra de la evangelización, que la Iglesia pueda disponer del libre y normal acceso a los medios de comunicación y la natural presencia de la Iglesia en el campo educativo».

Para terminar los obispos manifiestan que la Iglesia, «por su propia vocación y en fidelidad a su misión, debe trabajar por la reconciliación». «Los obispos cubanos nos hemos propuesto desarrollar una pastoral de la reconciliación destinada a sanar las heridas históricas que hay en nuestro pueblo».

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