La guardia suiza desde dentro

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Después de las trágicas muertes de dos guardias suizos y la mujer de uno de ellos en el Vaticano, algunos medios de comunicación han dado una visión tenebrosa de este cuerpo. El guardia suizo Jacques Antoine Fierz, que sirvió en el Vaticano desde 1992 hasta 1995, narra su propia experiencia como guardia del Papa y explica el espíritu que les anima (Newsweek en español, 20-V-98).

Para empezar, Fierz explica que ser guardia suizo exige un trabajo duro que «no está lleno de recompensas materiales. El horario es de 60 a 70 horas semanales y el salario es apenas 1,8 millones de liras (1.000 dólares) por mes, mucho menos de lo que ganaría un soldado italiano». Luego explica que un guardia suizo no es un tipo raro: «Somos hombres normales que tenemos los mismos gustos que otros hombres de nuestra edad. Salimos con amigos del vecindario, tomamos unos tragos en un bar con los compañeros e intercambiamos historias sobre el trabajo. Algunos incluso tenemos novias. Ser soldado del Papa no implica un voto de castidad, y no es raro que un guardia vuelva a su patria con una esposa que conoció en Roma. No obstante, hay muy poco tiempo libre, y se realiza un control diario a medianoche».

A continuación Fierz cuenta el motivo que lleva a los guardias suizos a vivir ese tipo de vida: «Los suizos que se han convertido en soldados del Papa son sólo jóvenes con ideales lo suficientemente altos como para asumir grandes responsabilidades, que quieren dedicar sus vidas al servicio de un hombre y de todo lo que éste representa. No conozco un solo guardia que se haya quejado de las horas o de los deberes. La gran mayoría de nosotros siente una fuerte afinidad con la Iglesia, el Pontífice y la vida militar, y la disciplina y la aventura que todo esto representa. Además, uno mejora sus conocimientos de idiomas y vive en una de las más bellas ciudades del mundo. Igualmente, no puedo negar la fascinación que representa formar parte del más antiguo ejército del mundo que aún sigue prestando servicios. Además, hay que admitir que es algo especial poder vestir uno de esos elegantes uniformes, aunque hoy parezcan pasados de moda».

Fierz atribuye la reciente tragedia a un ataque de locura ya que le es imposible imaginar otra cosa de los implicados, que conoció personalmente: «Si parezco entusiasta, es porque recuerdo el tiempo que pasé en el Vaticano de forma muy positiva, en especial el espíritu de camaradería. Eso es lo que hace tan triste e incomprensible esta tragedia. Después de los asesinatos hablé con muchos de los guardias, y todos dijeron lo mismo: era tan carente de sentido, tan imposible de imaginar. Estoy de acuerdo. Estermann ha sido mi coronel. Tenía maravillosas cualidades humanas, era un creyente ejemplar y un oficial muy correcto. Su esposa, Gladys, era muy agradable y bien educada. Recuerdo a Cédric Tornay como muy simpático, muy amable. Lo único que puede explicar un acto tan horrible es un súbito ataque de locura.

«Sus funerales fueron muy conmovedores, pero me sentí orgulloso de la forma en que se comportó la Guardia. Incluso en un momento como ese, los soldados demostraron una gran solidaridad y esprit de corps. Y todos apreciamos que el Santo Padre haya orado por los tres involucrados.

«Mientras rezaba por estas desafortunadas víctimas, el Santo Padre tuvo palabras de consuelo para los soldados sobrevivientes, asegurándonos que esta nube negra no podía nunca oscurecer el brillo de la Guardia Suiza. Tampoco puede disminuir nuestros 540 años de servicio, realizado con coraje y fidelidad».

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