La felicidad de la Madre Teresa

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En una entrevista de Omer Tanghe publicada en el diario belga De Standaard (23/25-XII-95), la Madre Teresa de Calcuta habla del sentido de su trabajo.

– Madre, en sus constituciones se habla de un esfuerzo ininterrumpido con todo el corazón en favor de «los más pobres espiritual y materialmente entre los pobres». ¿Qué quiere decir «los más pobres espiritualmente»? Algunos afirman que usted no se interesa más que por los que están en la calle.

– Los pobres espirituales son aquellos que aún no han encontrado a Jesús o que se han separado de Él por el pecado. Y a los que están abandonados en la calle también hay que ayudarles, ¿no?

Por otra parte, soy feliz porque hay ricos que me ayudan mucho en este trabajo; les damos así la ocasión y la posibilidad de hacer «algo hermoso por Dios». Así comenzamos con un centro para acoger y cuidar a chicas que salían de la cárcel. La gente viene continuamente con donativos. (…)

– A menudo repite que sus hermanas no son asistentes sociales. ¿Por qué?

– Somos contemplativas en el corazón del mundo porque «rezamos» nuestro trabajo. Por su-puesto que hacemos una labor social, pero somos mujeres consagradas a Dios en el mundo de hoy. Hemos dedicado nuestra vida a Jesús con una abnegación total en servicio de los pobres, como Jesús nos ha regalado su Vida en la Eucaristía. Mire, el trabajo que realizamos es muy importante, pero no la persona que lo realiza. Lo hacemos por Jesús porque le queremos mucho. Así de sencillo.

– ¿Por qué no tienen hospitales?

– ¿Por qué deberíamos tenerlos? Ya hay bastantes hospitales. Sólo que no están destinados a los más pobres. Nadie acoge a nuestra «gente de la calle»: personas sin techo, viejos, impedidos.

– Muchos afirman que lo primero es combatir contra las estructuras injustas para oponerse a la pobreza. ¿También lo hacen así las Misioneras de la Caridad?

– No tenemos esa intención. Eso es una responsabilidad de los gobiernos y de los que están involucrados en la lucha contra las causas de la pobreza. No podemos hacerlo todo. Pero rezo mucho por esos hombres para que siempre se interesen por las necesidades y la pobreza de su pueblo. (…)

– Ir por todo el mundo con tanta publicidad a su alrededor ¿no es muy cansado y exigente?

– Así es, pero todo lo utilizo para la gloria de Dios y para el servicio a los pobres. Alguien tiene que pagar el precio. La gente es muy amable conmigo y muy generosa, incluso las compañías aéreas. ¿Sabe que nunca he pagado un billete de avión?

– Madre, ¿cuál es su testamento espiritual? ¿Qué mensaje dejará a la posteridad?

– Amaos unos a otros como Jesús os ama… En realidad no tengo nada que añadir al mensaje que nos trajo Jesús. Para poder amar hay que tener el corazón puro. Y para tener un corazón puro hay que rezar. El fruto de la oración es profundizar en la fe y el fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio al prójimo y esto lleva a la paz.

– Pronto cumplirá 85 años. ¿Es usted feliz?

– Naturalmente. No tengo ninguna razón para no ser feliz. Si lo haces todo por Jesús, nada puede hacerte infeliz. Mire todo lo que Dios me ha dado: una hermosa vocación, tantas hermanas y hermanos, activos y contemplativos, misioneros laicos y cooperadores en todo el mundo. Entre ellos, también hay hindúes, musulmanes, protestantes, etc.

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