La familia no es cualquier cosa

Fuente: News.va
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Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 84/14

Uno de los ataques a la familia hoy es que se puede llamar familia a todo, incluso cuando no pasa de ser un modo de asociación. Lo advirtió el Papa Francisco en el encuentro que mantuvo con el Movimiento Católico Internacional de Schoenstatt, el pasado día 25, en el que contestó coloquialmente a preguntas formuladas por los asistentes.

“Pienso que la familia, el matrimonio, nunca fue tan atacado como ahora, atacado directamente o de hecho”, aseguró el Papa. “A la familia se la golpea, y se la bastardea como si fuera una manera más de asociación”. “Hoy se puede llamar familia a todo”, ha lamentado Francisco, que ve aquí una de las manifestaciones del relativismo en la concepción del matrimonio.

Frente a esta situación, a veces es necesario hacer declaraciones de principios para dejar las ideas claras: “Miren, esto que ustedes están proponiendo no es matrimonio. Es una asociación”.

Pero junto a eso hay que acompañar a esas personas para ayudarlas. “Y esto significa perder el tiempo. El gran maestro de perder el tiempo es Jesús. Ha perdido el tiempo acompañando, para hacer madurar las conciencias, para curar heridas, para enseñar”.

De sacramento a rito social

Entre los propios católicos, señaló el Papa, el sacramento del matrimonio se ha “devaluado”, mediante la “reducción del sacramento a un rito social”. Ciertamente la celebración de un matrimonio tiene también un aspecto social, pero es una desviación cuando “lo social cubre lo fundamental que es la unión con Dios”.

Para evitar estos riesgos es necesario proponer a los novios una preparación seria al matrimonio, que no se puede reducir a dos conferencias. “Muchos no saben lo que hacen y se casan sin saber qué significa”, señaló el Papa. “No han tomado conciencia de que es para siempre”, algo para lo que no están preparados en la “cultura de lo provisional que estamos viviendo”.

También se refirió el Papa en su respuesta a los que son novios pero no se deciden a casarse. “No se casan, se quedan en su casa. Tienen su novio o su novia pero no se casan. Una mamá me decía: Padre, ¿qué puedo hacer para que mi hijo que tiene 32 años se case? Bueno, primero que tenga novia. Sí, sí, tiene novia pero no se casa. Señora, si tiene novia y no se casa, no le planche más las camisas, a ver si así se anima”, respondió el Papa con humor.

La cohabitación o los modos de convivencia esporádica sin compromiso, son nuevas formas “limitadoras de la grandeza del amor del matrimonio”.

Hay que acompañar y ayudar a esas personas, atrayéndolas en primer lugar con el testimonio. “Vivir de tal manera que otros tengan ganas de vivir como nosotros. Y que se interesen en preguntar ¿por qué?” Un testimonio, aclaró el Papa, “que también tenga dentro la capacidad de movernos, de hacernos salir, de ir en misión”.

Renovar la Iglesia

Otra de las preguntas se refería a cómo ayudar al Papa en la renovación de la Iglesia. Francisco aludió a las “historias” de los que hablan del “Papa revolucionario”. Puso como ejemplo a los santos “que fueron capaces de renovar su santidad, y a través de su santidad, renovar a la Iglesia”. Por eso la primera ayuda que pide el Papa es “no tener miedo a la vida de santidad. Eso es renovar la Iglesia. Renovar la Iglesia no es principalmente hacer un cambio aquí, un cambio allá. Hay que hacerlo porque la vida siempre cambia, y hay que adaptarse. Pero esa no es la renovación. Acá mismo, es público, se está renovando la Curia, el Banco del Vaticano, hay que renovarlo. Todas son renovaciones de afuera. Esas que dicen los diarios. Es curioso. Ninguno habla de la renovación del corazón. No entienden nada de lo que es renovar la Iglesia. Esa la santidad. Renovar el corazón de cada uno”.

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