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Juan Pablo II canoniza a un sacerdote francés, martirizado en China

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Juan Pablo II podría canonizar en los próximos años a varias decenas de beatos chinos, según dejó entender el propio Pontífice el pasado 2 de junio, durante la ceremonia de canonización de Jean Gabriel Perboyre, sacerdote francés de la Congregación de la Misión, fundada por San Vicente de Paúl. Aunque europeo, Perboyre está considerado como el primer santo de China, pues allí encontró martirio en 1840.

En un momento de la homilía, el Papa dijo que al recuerdo del nuevo santo «queremos unir la memoria de todos aquellos que han testimoniado el nombre de Jesucristo en la tierra de China a lo largo de los siglos pasados. Pienso en particular en los bienaventurados mártires cuya canonización común, deseada por numerosos fieles, podría ser un día signo de esperanza para la Iglesia presente en el seno de este pueblo, al que me mantengo muy cercano con el corazón y la oración».

Naturalmente, se desconoce cuándo se podría llevar a cabo este deseo del Papa, teniendo presente las delicadas relaciones entre el Vaticano y la República Popular, que continúa considerando como «injerencia extranjera» la dependencia de los católicos de Roma, y que no perdona que la Santa Sede mantenga relaciones diplomáticas con Taiwán.

Lo que no faltan, desde luego, son candidatos chinos a la glorificación: de momento, son 229 los mártires chinos ya beatificados por la Iglesia en lo que va de siglo. Se trata de víctimas de persecuciones perpetradas contra los cristianos antes de 1930. A la Congregación para las Causas de los Santos están llegando ahora expedientes de víctimas de persecuciones posteriores.

Jean Gabriel Perboyre, el primer santo de la Iglesia china, nació en 1802 en el seno de una familia de ocho hijos, de los que seis abrazaron la vida sacerdotal o religiosa. Recibió la ordenación sacerdotal en 1826 y emprendió el camino hacia China en 1835. En esa misma empresa había fallecido cuatro años antes su hermano Luis, también misionero paúl. Jean Gabriel fue arrestado en septiembre de 1839 y condenado a muerte un año después: el martirio consistió en morir estrangulado colgado de una cruz.

La religión cristiana estaba oficialmente proscrita en China, según establecía un edicto de 1794, firmado por el emperador Kien-Long: los europeos que la propagasen serían condenados a muerte y los chinos cristianos expulsados del país. El decreto se cumplía con mayor o menor rigor, dependiendo de la iniciativa de las autoridades locales.

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