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Adultos que descubren la fe

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Bautismo de adultos

Que en las iglesias europeas se escuche más el zumbar del viento que el murmullo de los rezos, daría la razón al filósofo que sentenció: “Dios ha muerto”. Pero para aquellos que aún resisten y que en la Vigilia Pascual acudieron a bautizarse, la realidad habla más de una fe con fragancia de vida.

En Francia, por ejemplo, la Conferencia Episcopal reveló que en las pasadas celebraciones pascuales se bautizaron más de 4.270 catecúmenos, un 18% más que en 2021, si bien el número es bastante parecido al de antes de la pandemia.

Le Monde recogió varios testimonios de los que dieron el paso días atrás. “Si alguien me lo hubiera dicho, no lo habría creído”, confesó en Marsella Yannick Nobile, de 31 años, arquitecto de profesión, que en sus tiempos de ateo militante pensaba que la Iglesia era “vieja y polvorienta” y la religión, una buena excusa para guerras.

En Francia se bautizan cada año entre 3.000 y 4.000 adultos

En su casa paterna vivió una cultura católica “rudimentaria”, de adornos navideños y cordero para la Pascua. Nada más. Para dar el cambio personal, su experiencia no fue la de un Saulo de Tarso, sino la de una serie de sucesos que le hicieron recalar varias veces en el templo, y que le llevaron, al final, a quedarse. La buena acogida y haberse encontrado en la comunidad con gente de su edad, lo ayudaron a decidirse.

Caso algo diferente es el de Ambre, una chica de 21 años, nacida en una familia atea. A ella sí que le hacía ilusión la Iglesia: de adolescente, soñaba con ser bautizada en el altar, de blanco, pues sus padres no la habían bautizado. Cuando, ya con mayoría de edad, se acercó a la Iglesia, se enteró de que debía pasar una catequesis de dos años, una demora que la entristeció.

Le falta todavía un año para recibir los sacramentos, pero ha cambiado su visión: “¡Hay tanto por conocer! Las fechas, los eventos, los personajes…”. Dos laicos la acompañan espiritualmente y le facilitan literatura católica para apoyar su formación. Y ya no lamenta la decisión de sus padres: “Si me hubieran bautizado de niña, no hubiera podido saber si eso me representaba a mí o si creía en Dios por costumbre. Ahora sé que es mi elección”.

Otros testimonios de interés son los de personas que han abandonado otros credos y abrazado la fe cristiana. El P. Philippe Rochas, de la parroquia de San Vicente de Paúl, refiere que, “también este año, de un total de siete personas, bauticé a dos señoras en secreto: se convirtieron del Islam, contra la voluntad de su entorno”. Una de ellas, cuenta, había quedado conmocionada por las historias de conversiones de musulmanes al catolicismo, por lo que un día empezó a leer la Biblia y pidió el bautismo. Todos los domingos por la mañana salía de casa, tras decir a sus familiares que iba simplemente “a pasear”.

Otra historia es la de Denis, nacido en Togo y criado en el animismo vudú, un culto que rechazó desde pequeño. Así le pasaba a su hermana, que a los 27 años se bautizó y la echaron de casa. Denis esperó para dar el mismo paso, y el momento llegó luego de instalarse en Francia. Ahora, con 47 años, acaba de recibir el bautismo, y sus padres, allá en África, no se han enterado.

Según datos de la Conferencia Episcopal, citados por Le Monde, el número anual de adultos que se bautizan fluctúa entre 3.000 y 4.000, desde hace una década, en una tendencia al alza. Por el contrario, los bautizos de niños menores de siete años han caído, en el mismo período, de 270.000 a 180.000, al tiempo que han aumentado las solicitudes de apostasía, principalmente tras las revelaciones sobre abusos cometidos contra menores de edad.

Evitar las generalizaciones

En la vecina Bélgica también ha venido aumentando, aunque muy modestamente, el bautismo de adultos. Estadísticas de la Conferencia Episcopal local señalan que en 2010 fueron 143 quienes pidieron el sacramento. En 2005, el número se elevó a 180, y en 2020, sobrepasó levemente los 300, 61 más que en el año precedente.

Alemania también muestra algunas cifras pequeñas, pero la tendencia va en sentido contrario a la de Francia y Bélgica. Datos obtenidos por DW revelan que en 2020 se celebraron 1.548 bautismos de mayores de 14 años, cuando antes de que se desatara el coronavirus lo hacía el doble o más (aunque eso sí: bajando): 3.376 en 2017, 2.757 en 2018 y 2.446 en 2019.

La agencia de prensa afirma, por otra parte, que si la Iglesia católica en Alemania está en los medios no es por motivos positivos, sino por escándalos. Por ello, curiosea: con la que está cayendo, ¿qué mueve a un adulto a bautizarse?

En vísperas del Jueves Santo, el joven Viktor Brüggemann, de Halle (Sajonia-Anhalt), contestó al periodista que sí, que estaba al tanto de los problemas, pero que, en lo personal, ello “no tiene implicación alguna para mi relación con la fe y con la Iglesia”. En su opinión, era positivo abordar ese asunto, pero también lo era evitar las generalizaciones. Su novia, Laura Leuchte –que también a estas horas ya ha recibido el bautismo– se dijo igualmente preocupada, pero insistió en su deseo de recibir el sacramento. Los escándalos, dijo, no habían afectado “en nada” su fe.

Por su parte, Matthäus Riedle, que esperaba ser bautizado en la catedral de Speyer (en Renania-Palatinado), fue también muy claro: “Cuando todos le dan la espalda a la Iglesia, es correcto volverse hacia ella. Después de todo, todos somos la iglesia”. Lo único que logró la difusión de los escándalos fue que él se tomara algo más de tiempo para pensárselo, pero su decisión fue firme: nada de esto ha afectado el núcleo de su fe.

 

¿Y a nivel global?

El Anuario Estadístico Eclesial, de 2020, ofrece algunos datos de interés sobre la Iglesia a nivel global. Ese año, el número de bautizados se incrementó respecto a 2019: de 1.344 millones a 1.360 millones (16 millones más, para un incremento del 1,2%). En proporción, los católicos conforman más del 17% de la población planetaria.

Por regiones, Asia y África corrieron con el mayor aumento de población católica (un 1,8% y un 2,1% más, respectivamente), mientras que en Europa el alza fue de apenas 0,3%.

El continente americano, por su parte, exhibe la mayor proporción de católicos del orbe, con el 48% del total. En Europa vive apenas un 20%.

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