En el Bundestag, Benedicto XVI apela a la conciencia de los políticos

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La alocución de Benedicto XVI fue “muy inteligente, no exenta de humor e incluso de autoironía” (Andrea Nahles, secretaria general del partido socialdemócrata)

Colonia. Eran exactamente las 16.49 del 22 de septiembre cuando Benedicto XVI comenzó el probablemente más esperado discurso de su visita oficial a Alemania. Los diputados le acababan de recibir con un aplauso “más largo de lo que hacía esperar la mera cortesía, quizá fruto del remordimiento de conciencia debido a las largas discusiones anteriores sobre la conveniencia de que un Papa hablara en el Parlamento alemán”: así dijo el comentarista de Phoenix, una sub-cadena de la segunda cadena de la televisión alemana, la pública ZDF, que retransmitió el acto en directo.

El Papa no cayó en “la trampa”, como comentó el diario Die Welt, de pronunciar una “filípica” contra el espíritu de los tiempos, contra los temas de actualidad en los que la política se aleja de la doctrina cristiana. Si lo hubiera hecho —continúa el rotativo de Berlín—, el Papa, “en el lugar más sagrado de una República laica”, “hablando como un ciudadano, habría hecho el juego a aquellos que consideraban inadecuado que el representante supremo de la Iglesia hablara en el Parlamento alemán”.

Sin embargo, en una alocución “muy inteligente, no exenta de humor e incluso de autoironía” —como la calificó Andrea Nahles, secretaria general del partido socialdemócrata y católica practicante—, Benedicto XVI trascendió las cuestiones políticas concretas para referirse a los fundamentos del derecho: “Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político (…). ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente?”. Un discurso metapolítico, que —en palabras de Volker Kauder,presidente del grupo parlamentario cristiano-demócrata— “ha puesto de manifiesto que nos hemos de preguntar una y otra vez: ¿cuáles son los auténticos fundamentos de nuestras decisiones?”.

“Ha sido impresionante cómo ha reducido materias complejas a lo fundamental, a lo sustancial, por medio de unas pinceladas, como si fuera un cuadro de Picasso” (Rainer Brüderle, portavoz del partido liberal FDP)

El Derecho nacido de la conciencia

Al comienzo de su disertación, el Papa se refirió al rey Salomón: “En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este importante momento? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? Nada pide de todo esto. Suplica en cambio: ‘Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal’ (1 Reyes 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que debe ser importante en definitiva para un político”. Andrea Nahles resaltó especialmente esa cita: “Lo que realmente me ha impresionado ha sido su referencia, al comienzo y al final, a la sabiduría de Salomón, pues es una figura muy actual: los políticos han de oír al corazón”.

El “corazón dócil” de Salomón, “la razón abierta al lenguaje del ser” —continuaba Benedicto— no es otra cosa que la conciencia. El Papa trazó un arco desde una cita de Orígenes hasta la resistencia alemana contra el nacionalsocialismo: la conciencia les impulsó a oponerse al régimen nazi y a otros regímenes totalitarios, “prestando así un servicio al Derecho y a toda la humanidad”. Esa referencia a la conciencia ha sido subrayada por otros políticos, como Rainer Brüderle (del partido liberal FDP), quien comentaba: “Ha sido impresionante cómo ha reducido materias complejas a lo fundamental, a lo sustancial, por medio de unas pinceladas, como si fuera un cuadro de Picasso”.

Quizá sorprenda que Benedicto XVI, al referirse a la cuestión central de su discurso: “¿Cómo se reconoce lo que es justo?”, mencionara como decisivo “para el desarrollo del Derecho, y para el desarrollo de la humanidad” que los teólogos cristianos no impusieran al Estado y a la sociedad un Derecho revelado, sino que se pusieran “de parte de la filosofía, reconociendo la razón y la naturaleza en su mutua relación como fuente jurídica válida para todos”. De este modo, el Papa se adentra en la idea fundamental de su alocución: la distinción entre Derecho positivo y Derecho natural: “El concepto positivista de naturaleza y razón, la visión positivista del mundo es en su conjunto una parte grandiosa del conocimiento humano y de la capacidad humana, a la cual de modo alguno debemos renunciar en ningún caso. Pero ella misma, en su conjunto, no es una cultura que corresponda y sea suficiente al ser hombres en toda su amplitud”. Esa superación de las diferencias entre Derecho Natural y el positivista, “lo que ha sentando bases muy exigentes para la política”, fue lo que resaltó el presidente del grupo parlamentario Die Linke (La Izquierda), Gregor Gysi.

Ecología humana

También hubo alguna crítica, como la del mismo Gysi, que esperaba alguna “referencia concreta a la guerra o también a la creciente pobreza en el mundo”, o de la co-presidenta del grupo parlamentario de los Verdes Renate Künast, que “esperaba algo más concreto sobre distintos proyectos de vida, por ejemplo de divorciados que han vuelto a contraer nupcias u homosexuales”. Pera la misma Künast resaltó la referencia del Papa al movimiento ecológico en la política alemana de la década de 1970: “Por supuesto me ha gustado mucho que se refiriera al movimiento ecológico (no como partido, ya lo ha dicho él), sino como responsabilidad para la política”. Künast subrayó otra frase del Papa: “Existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo”. Aunque ella no sea creyente, también puede hacer suya esa afirmación, pues “somos parte de algo más grande, de la naturaleza y de las bases de la vida”.

Así resultó que, debido a esa referencia al “movimiento ecológico”, Los Verdes, que habían sido de los diputados más críticos —bastantes miembros del grupo parlamentario se ausentaron—, vieron recibir unas alabanzas que no esperaban: el Papa ha sorprendido a propios y extraños. El co-presidente del grupo Volker Beck, quien antes de la visita se había mostrado muy crítico con la visita del Papa, comentó: “El discurso bien podría hacerse dado en la Universidad Humboldt de Berlín. No ha habido nada que obligara a abandonar el hemiciclo”.

Junto con el discurso en Westminster Hall que Benedicto XVI pronunció casi exactamente un año antes (17 de septiembre de 2010) ante miembros del Parlamento inglés y otros representantes de la sociedad británica, su alocución en el Bundestag alemán abre un nuevo capítulo en las relaciones entre religión y política, entre la ética y el Derecho, entre el Derecho natural y el positivo.

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