El Papa visitará Ucrania en junio con ánimo de apaciguar las tensiones con los ortodoxos

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Con el nombramiento de dos cardenales ucranianos entre los 44 nuevos purpurados y la confirmación de su viaje a Ucrania el próximo junio, Juan Pablo II ha manifestado la importancia que atribuye a una visita con la que desea contribuir también al diálogo ecuménico con los ortodoxos.

El 28 de enero, el Papa volvió a sorprender al anunciar que a la lista de nuevos cardenales había que agregar siete purpurados, entre los que se encuentran tres procedentes del Este europeo: Janis Pujat, arzobispo de Riga (Letonia); Marian Jaworski, arzobispo de rito latino de Lvov (Ucrania), y Lubomyr Husar, recién elegido arzobispo de los católicos de rito oriental de Lvov. Juan Pablo II explicó que, en la persona de esos tres prelados, «deseo rendir homenaje a las respectivas Iglesias, que, especialmente en el siglo XX, han sufrido duras pruebas y han ofrecido al mundo el ejemplo de tantos cristianos y cristianas que han sabido dar testimonio de su fe con todo tipo de sufrimientos, culminados, no raramente, con el sacrificio de la vida».

El Sínodo de Obispos de la Iglesia de Ucrania había elegido el día 25 a Mons. Lubomyr Husar como Arzobispo Mayor de los católicos ucranianos de rito oriental, elección confirmada por el Papa. Mons. Husar, de 67 años, ordenado obispo en 1977, fue profesor y desarrolló su labor pastoral en Roma hasta que regresó a Ucrania en 1993.

La Iglesia greco-católica de Ucrania fue perseguida por el régimen soviético, que la suprimió y transfirió sus propiedades a la Iglesia ortodoxa. Todos los obispos fueron arrestados en 1947, y los miembros del clero presionados para que se unieran a los ortodoxos. Durante la época comunista muchos católicos ucranianos vivieron su fe en la clandestinidad. Los 5,5 millones de católicos recuperaron el reconocimiento oficial en 1989, y desde entonces la Iglesia ha crecido rápidamente.

Cuando en 1989 recobraron la libertad religiosa, más de mil parroquias volvieron a ser greco-católicas. Otras comunidades se dividieron: una parte quería ser ortodoxa y la otra católica. En estos lugares a veces solo hay un templo. En ciertos casos se ha llegado a un acuerdo para utilizarlo conjuntamente; pero en otros no ha sido así, lo que sigue provocando tensiones difíciles con la Iglesia ortodoxa.

Hay que tener en cuenta que en los años 90 la mitad de todas las parroquias de la Iglesia ortodoxa rusa se encontraban en Ucrania occidental. Por lo tanto, el hecho de que tantas parroquias de Ucrania volvieran a sus orígenes católicos supuso no solo una pérdida de prestigio, sino también material. El Patriarca de Moscú, Alexis II, considera que este «retorno» de los católicos ucranianos de rito oriental a Roma es uno de los principales motivos de conflicto con la Iglesia católica. Juan Pablo II ha animado siempre a los católicos ucranianos a evitar disputas estériles con la Iglesia ortodoxa, y a trabajar conjuntamente en la evangelización del país.

Juan Pablo II viajará a Ucrania del 21 al 24 de junio, invitado por los obispos católicos ucranianos y por el presidente del país, Leonid Kuchma. La Iglesia ortodoxa de Ucrania no se ha sumado a la invitación. Incluso se habló de que líderes ortodoxos habían escrito al Papa pidiéndole que retrasase su visita hasta un momento más propicio. Pero el portavoz de la Santa Sede negó haber recibido una misiva de este tipo, y confirmó que el viaje seguirá adelante como estaba planeado.

Los problemas del Patriarcado de Moscú en Ucrania no se reducen a las relaciones con los católicos, pues también hay un conflicto dentro de la Ortodoxia. Una parte de las parroquias, bajo la jurisdicción del patriarca Filarete de Kiev, se independizaron del Patriarcado de Moscú, que excomulgó a Filarete. La parte que sigue bajo la jurisdicción de Moscú, dirigida por el metropolita Vladimir, ha obtenido una mayor autonomía. Una autonomía total no sería bien vista por el Patriarcado de Moscú, pues le debilitaría numérica y económicamente. Además, dentro de la tradición ortodoxa de Iglesias nacionales, el presidente Kuchma ha relanzado la idea de un concilio de la Iglesia ucraniana, en el que estarían representados todos los sectores ortodoxos, para elegir un único líder. En fin, un complejo mosaico que exigirá mucho tacto por parte del Papa en su viaje del próximo junio.

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