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El Papa viaja a Bulgaria y Azerbaiyán

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Bulgaria, cuna del cristianismo eslavo, territorio de dominación turca y más tarde soviética; un país cuyos servicios secretos fueron sospechosos de haber organizado el atentado contra el Papa el 13 de mayo de 1981, abre sus desvencijadas puertas al Romano Pontífice.

La iniciativa de esta visita, que se desarrollará del 23 al 26 de mayo, fue del primer ministro y heredero de la corona, Simeón de Sajonia, que buscaba así reforzar la orientación de su país hacia la libertad y hacia el mundo occidental. Y, quizá, también levantar la moral de sus conciudadanos, puesta a prueba por una de las crisis económicas más severas en la actual Europa del este.

En un país de religión ortodoxa -el 85,7% de la población búlgara pertenece a la Iglesia ortodoxa nacional- no basta con que el gobierno civil se muestre favorable a un viaje del Papa. Pero las suspicacias y prejuicios se han disuelto. Primero fueron los intelectuales búlgaros quienes escribieron una carta colectiva al patriarca Máximo, metropolita de Sofía, que era contrario a la visita. Tras la carta, el patriarca cambió de actitud y se sumó a la invitación. La estancia de Juan Pablo II en Bulgaria, como las anteriores visitas a países de mayoría ortodoxa, contribuirá al acercamiento entre las dos confesiones, del que todavía se exceptúa, notablemente, el patriarcado de Moscú.

Pero el principal objetivo del viaje de Juan Pablo II es confirmar en la fe a la minoritaria comunidad católica búlgara, Iglesia martirizada y pobre, que cuenta apenas 50.000 fieles en dos diócesis de rito latino y 30.000 más en un exarcado apostólico de rito bizantino con sede en Sofía. La situación de los católicos es muy precaria. Cuando en 1946 se promulgó la Constitución comunista, se desató una persecución que llevó a los obispos a la muerte, a la cárcel a todos los sacerdotes del país, y a la expulsión de los religiosos extranjeros. Se expropiaron todas las pertenencias de la Iglesia, salvo los templos, únicos lugares donde se permitía la actividad religiosa. Solo en 1962 pudo la Santa Sede intentar restablecer la jerarquía y la vida católica en el país, aunque no se consiguió la libertad religiosa -limitada- hasta la Constitución post-comunista de 1990.

Tres problemas graves afronta la Iglesia católica. El primero es la escasez de sacerdotes (solo hay 51 en total, uno por casi 1.600 fieles) y de vocaciones (son 8 los seminaristas mayores). Los obispos tienen que pagar el visado anual del clero extranjero, que asciende al equivalente a dos sueldos mensuales. También hay pocos novicios; las órdenes y congregaciones están apenas empezando a reconstituirse, y no disponen de locales aptos. Ese es el segundo problema: la falta de templos (todavía se está tramitando la licencia de obras para la catedral católico-romana de Sofía), y de otras instalaciones. Y en tercer lugar, la formación cristiana: en la escuela está prohibida la enseñanza de la religión, y toda la catequesis se imparte en las parroquias. Un contrapeso a estas dificultades y carencias es la labor de las religiosas, 76 en total. Desempeñan una importante tarea de catequesis y de ayuda social, muy valorada tanto por los católicos como por los ortodoxos. Una peculiaridad de la Iglesia católica búlgara de rito bizantino es que -por decisión de un anterior exarca- desde hace 75 años no ordena sacerdotes casados.

En su viaje, Juan Pablo II pisará donde han pisado los santos que marcaron a la nación búlgara. El 24 de mayo podrá celebrar la fiesta de Cirilo y Metodio, nombrados por él mismo patronos de Europa en 1980, y recordados con especial atención en su undécimo centenario, con la encíclica Slavorum Apostoli (1985). Los dos apóstoles de los eslavos partieron desde el territorio búlgaro para evangelizar los pueblos vecinos, crearon el alfabeto cirílico, tradujeron la Biblia al eslavo-búlgaro primitivo y dieron comienzo a su uso litúrgico. Otro de los actos más destacados tendrá lugar en el monasterio de Rila, centro espiritual y cultural de la nación, que fue convertido en museo durante el régimen comunista.

El viaje del Papa incluirá también encuentros con las comunidades islámica y judía, numerosas en Bulgaria, donde casi un 10% de la población es de raza turca y más del 13% son musulmanes.

Por último, el Papa beatificará en Sofía, el día 26, a tres sacerdotes agustinos, mártires de la persecución comunista de 1952.

Antes de la visita a Bulgaria, espera al Papa otro hito en su peregrinaje de diálogo con las culturas y religiones: la república ex soviética de Azerbaiyán (22-23 de mayo), de mayoría musulmana (93,4%). Allí, la principal minoría religiosa es la ortodoxa, rusa (2,5%) o armenia (2,3%). Los católicos son solo 120, atendidos por dos sacerdotes y un hermano salesianos; los únicos establecimientos de la Iglesia son la parroquia y un orfanato. El Papa celebrará una misa en el Palacio de los Deportes de la capital, Bakú, y se reunirá con los representantes de las comunidades musulmana, ortodoxa y judía.

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