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El Papa confunde a sus críticos

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El Papa entiende mejor la sociedad que muchos medios de comunicación, escribe el periodista canadiense George Jonas en The Gazette (Montreal, 31-VIII-97).

Desde que fue elegido Papa en 1978, Karol Wojtyla ha incomodado y confundido a muchos de sus críticos. La acogida que tuvo en Francia durante las XII Jornadas de la Juventud ha sido el último de una larga serie de ejemplos.

(…) El Papa no entiende la Iglesia como un club de debate. No tiene reparo en señalar cuál es la fuente de su autoridad, como dice en la exhortación apostólica Catechesi tradendae: «Todo catequista debería aplicarse a sí mismo la misteriosa frase de Jesús: ‘Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado'».

(…) Aunque yo no soy católico, ni creyente siquiera, me parece que el Papa es capaz de tomar el pulso de nuestros tiempos mejor que la mayoría de los gurús periodísticos. La prueba es que el Papa logró convocar a un millón de jóvenes.

Los medios de comunicación intentaron -creo que más por costumbre que por decisión consciente- quitar importancia a la visita del Papa. Los telediarios entrevistaron a jóvenes que hablaban con los típicos tics del liberalismo secular. Todos ellos decían que habían acudido a escuchar al Papa por su preocupación por el medio ambiente o la justicia social.

Los problemas contemporáneos son parte del mensaje del Papa. Con frecuencia habla de los pobres, e incluso utiliza términos como «marginados» cuando recuerda a los fieles sus obligaciones. En París dedicó una mencíón especial a los participantes en un maratón ciclista llamado Chernóbil-2000. Sin embargo, su contexto trasciende los asuntos mundanos. «Que estas vacaciones de verano sean un tiempo de renovación espiritual para todos vosotros», dijo en su alocución a unos peregrinos de habla inglesa.

Faltos de sensibilidad para temas espirituales, algunos comentaristas trataron de explicar el atractivo del Papa en términos que les eran conocidos. Hablaban del «carisma» del Papa y de sus cualidades de estrella. La CNN esgrimió que Wojtyla logró una gran audiencia en Francia porque, después de todo, había sido actor antes que sacerdote.

Es cierto que Karol Wojtyla tiene experiencia teatral. Cuando era seminarista en la Polonia ocupada por los nazis, participaba en las representaciones del clandestino Teatro Rapsódico. Pero considerando su papel de pontífice de la Iglesia católica a las puertas del tercer milenio, uno está tentado de parafrasear a Winston Churchill:! Vaya actor y vaya obra!.

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