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El etnocentrismo en el nuevo Congo, problema pendiente

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La caída de Mobutu Sese Seko y la toma del poder por parte de Laurent Kabila en la República Democrática del Congo (antiguo Zaire) ha sido recibida con alivio dentro y fuera del país. También la Iglesia tiene esperanzas puestas en el cambio de gobierno, aunque todavía la situación política es inestable y se dan algunos síntomas inquietantes.

Kabila ha adoptado una voluntad de cambio que barre todo lo pasado, «ha decretado la disolución de todo lo anterior, incluido el proyecto de Constitución, y hay que empezar de cero», ha declarado a Alfa y Omega (14-VI-97) el nuncio apostólico en el nuevo Congo, Mons. Faustino Sainz Muñoz, de paso por Madrid.

El nuevo presidente -continúa Mons. Sainz- «ha hecho declaraciones muy interesantes sobre sus intenciones de saneamiento socio-económico e incluso moral, y además, creo que peor de lo que estábamos no podemos estar, por la corrupción en la sociedad zaireña».

Pero no se ha resuelto el etnocentrismo que está en la base de esta guerra. Las tropas de Kabila han dejado morir a miles de refugiados (hutus) de Ruanda y Burundi en el Este del antiguo Zaire, a pesar de las denuncias internacionales, entre ellas las de la Iglesia. Y si Kabila no ha evitado esas muertes en la zona controlada por sus tropas, se puede dudar de sus promesas de ética cuando entren en juego las exigencias de los países que le han ayudado en su conquista (Ruanda, Uganda, Estados Unidos, Burundi…).

De ahí la responsabilidad que, según el nuncio, tienen algunos países occidentales: «La victoria militar de Kabila se ha producido con la connivencia de algunos poderosos países occidentales, que son los que ahora deben asumir sus responsabilidades para que Kabila no se salga de los cauces de una cierta democracia».

Por otra parte, todavía no hay estabilidad entre los políticos de la capital congoleña, pues Kabila no ha contado para formar gobierno con Étienne Tshisekedi, líder de la oposición moderada a Mobutu, bastante popular en Kinshasa.

La Iglesia ha tratado de combatir el etnocentrismo subrayando la identidad de la Iglesia como familia (idea muy repetida en el Sínodo africano). Con Mobutu ha podido trabajar libremente, pero no ha logrado evitar la muerte de misioneros, sacerdotes, seminiristas… y del obispo de Bukavu, en octubre pasado, después de que denunciase la intromisión militar de Ruanda y Burundi en la guerra.

Actualmente los católicos del Congo son más del 50% de la población. Aunque el levantamiento de Kabila obligó a salir del país a casi 400 de los 900 misioneros, antes de finales de junio regresarán 59 y otros 122 a finales de año, según Mundo Negro (junio 97).

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