Benedicto XVI hace balance del año 2009

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De acuerdo con la tradición, en la audiencia navideña a los cardenales y miembros de la Curia Romana, el Papa pronunció un discurso en el que subrayó los acontecimientos más destacados de 2009, en que la Iglesia ha pasado del Año Paulino al Año Sacerdotal: “De la imponente figura del apóstol de los gentiles que, impresionado por la luz de Cristo resucitado y por su llamada, llevó el Evangelio a los pueblos del mundo, hemos pasado a la figura humilde del cura de Ars, que durante toda su vida se mantuvo en el pequeño pueblo que se le había confiado y que, sin embargo, precisamente en la humildad de su servicio hizo ampliamente visible en el mundo la bondad reconciliadora de Dios”.

De otra parte, para la Iglesia y para el propio Papa, ha sido un periodo muy ligado a África. Saboreó personalmente la alegría de las gentes en su viaje a Camerún y Angola, así como el sentido de la sacralidad del pueblo en las ceremonias litúrgicas. El Papa confiesa que todavía hoy está impresionado por las celebraciones litúrgicas, que vivió en África, «auténticas fiestas de fe».

En particular, mencionó dos elementos: «Ante todo, había una gran alegría compartida, que se expresaba también con el cuerpo, pero de una manera disciplinada y orientada por la presencia del Dios vivo». El otro elemento era «el sentido de la sacralidad, del misterio presente del Dios vivo que plasmaba, por así decir, cada uno de los gestos».

La fuerza de la reconciliación

Allí se inauguró el Sínodo de obispos de África mediante la entrega del Instrumentum laboris. Al recordarlo en su discurso a la Curia, Benedicto XVI recuerda que el Sínodo se había propuesto un gran tema teológico y pastoral: “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz”.

«Reconciliación -según el Papa- es un concepto pre-político y una realidad pre-política, que precisamente por este motivo es de la máxima importancia para la tarea de la misma política. Si no se crea en los corazones la fuerza de la reconciliación, al compromiso político por la paz le falta el presupuesto interior».

El continente necesita de los pastores, dijo Benedicto XVI, pero sin que estos asuman competencias políticas que no les corresponden. Las soluciones deben ir a través de una laicidad positiva, practicada e interpretada de modo justo, en línea también con la encíclica Caritas in veritate, publicada el día de los santos Pedro y Pablo, otro de los hitos del año que termina.

Ante la necesidad de reconciliación, para lograr la paz en tantos lugares del mundo, no sólo en África, el Papa recordó su segundo gran viaje del año: la peregrinación a Jordania y a Tierra Santa. Benedicto XVI agradeció de nuevo al rey de Jordania, al gobierno de Israel y a la Autoridad Palestina su hospitalidad y su cooperación para que la visita se desarrollase con toda normalidad en torno a lugares que muestran que “la fe no es un mito. Es historia real, cuyas huellas podemos tocar con la mano”.

Diálogo con los agnósticos y ateos

Por último, dirigió unas palabras de gratitud y de alegría por el viaje a la República Checa. A pesar de las continuas referencias previas al agnosticismo del país, “fue particularmente alegre la sorpresa al constatar que por doquier me rodeaba una gran cordialidad y amistad; que se celebraban grandes liturgias en una atmósfera gozosa de fe; que en el ámbito de las universidades y de la cultura mi palabra encontraba una viva atención; que las autoridades del Estado me han dispensado gran cortesía y han hecho todo lo posible para contribuir al éxito de la visita”.

Benedicto XVI subrayó en ese contexto que la Iglesia necesita crear espacios de diálogo y encuentro con los agnósticos y ateos, que en algunas sociedades representan a un número significativo de personas. “Cuando hablamos de una nueva evangelización, quizá estas personas se asustan. No quieren verse convertidas en objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue interpelándoles”

Y terminó refiriéndose al Año Sacerdotal: “Como sacerdotes estamos a disposición de todos: de aquellos que conocen a Dios de cerca y de aquellos para los que es el Desconocido. Todos nosotros tenemos que conocerle siempre de nuevo y tenemos que buscarle continuamente para convertirnos en auténticos amigos de Dios (…) por cuya mediación otras personas puedan encontrar la cercanía con Dios”.

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