Los grandes grupos de empresas controlan la prensa rusa

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El 15 de septiembre empezó a venderse en Moscú el Rusky Telegraf. Con éste, son ya catorce los diarios de la capital. La amplitud de la oferta no significa que haya más libertad informativa, sino que algunos empresarios están fabricándose sus propios altavoces.

Además de los catorce periódicos moscovitas -de los que sólo media docena se distribuyen bien fuera de Moscú-, la abigarrada prensa rusa se compone también de siete semanarios, un nutrido grupo de revistas y más de 4.000 periódicos locales. Con tantas cabeceras es difícil encontrar un nicho de público insatisfecho.

De hecho, el recién estrenado Rusky Telegraf tendrá que abrirse hueco. Asegura dirigirse a la nueva elite -quiere llegar a 100.000 lectores-, dando preferencia a las informaciones extranjeras y económicas. Sus competidores directos son dos diarios semejantes: el Kommersant Daily y Sevodnya. El nuevo diario es propiedad de Oneximbank (tercer banco industrial de Rusia), dirigido por el ex viceprimer ministro Vladímir Potanin.

La guerra rusa por el control de los medios la protagonizan los siete magnates que el año pasado favorecieron -frente a la candidatura comunista de Guennadi Ziugánov- la reelección presidencial de Borís Yeltsin. Tras la victoria de Yeltsin, cada uno encabeza un grupo de comunicación -con diarios, semanarios, televisiones y radios-, sin apenas compartir objetivos.

Con la ascensión de los magnates, del monopolio estatal de antaño queda poco. El presidente Yeltsin todavía controla la segunda cadena de televisión y un 51% de la primera, el canal 5 de San Petersburgo -que pronto será una cadena cultural-, las agencias Itar-Tass y Ría-Novosti, y dos diarios de grandes tiradas (uno de ellos se distribuye entre los funcionarios) pero poco influyentes.

Por su parte, Oneximbank posee también los diarios Izvestia y Komsomólskaya Pravda. Gazprom, el monopolio que explota el gas natural ruso, controla otros dos diarios, Trud y Rabochayia Tribuna, más una cadena de televisión. El banco SBS-Agro tiene el Kommersant Daily, una revista y una agencia de noticias. El grupo Logovaz es propietario del diario Nezavisimaya Gazeta y del semanario Ogoniok, y participa en dos cadenas de televisión, ORT y TV-6. Y Most, el grupo del magnate Vladímir Gusinsky, tiene Segodnia, el semanario Itogui, la cadena NTV y una emisora de radio.

«No son los lectores quienes necesitan los nuevos periódicos, sino sus propietarios», opina Andrei Richter, profesor de la Universidad de Moscú especializado en medios de comunicación (The Economist, 20-IX-97).

Los medios se han transformado en un arma privilegiada para la batalla por el poder entre los magnates rusos. Provocan rumores, difunden escándalos o mantienen estados de opinión acerca de sus rivales. La calidad del periodismo deja que desear, algo que Ruski Telegraf ha aprovechado para promocionarse: «En este país no hay ni un solo diario que se parezca mínimamente a lo que en Occidente se entiende como periódico serio». Pero está por ver que el Telegraf no sea también órgano de expresión del banco que lo posee.

Otra tendencia significativa es el final de las tiradas millonarias. Antes, cuando los diarios costaban dos kópeks, una familia podía comprar varios. Había publicaciones con tiradas millonarias, como Pravda, Izvestia o el semanario Argumenti i Fakti, que vendía 20 millones de ejemplares. Ahora un diario cuesta mil rublos, demasiado para un jubilado -que gana 250.000 al mes (unas 6.000 pesetas)- e incluso para un profesor, que gana el doble. Las tiradas de la prensa han caído en picado y Rusia tiene un pequeño índice de lectura de diarios (60 ejemplares por mil habitantes). Argumenti i Fakti sigue siendo, con mucha diferencia, la publicación de mayor tirada (3,1 millones, según sus propios datos).

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