Continúa el descenso de la población rusa

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El descenso de la natalidad y de la esperanza de vida, más el aumento de la mortalidad, acentúan el proceso de despoblación de Rusia (ver servicio 90/97). El fenómeno obedece a las malas condiciones de vida de los ciudadanos, tanto físicas como psicológicas.

Desde 1989, cuando nacieron 2,1 millones de rusos y murieron 1,6 millones, las cifras han ido evolucionando hasta los 1,2 millones de nacimientos y los 2,1 millones de defunciones registrados el año pasado, según datos que acaba de publicar el Comité Estatal de Estadísticas. Además, los rusos se mueren antes. La esperanza de vida para los hombres ha bajado de 65 años en 1985 a 60 años en la actualidad y para las mujeres de 74,6 a 73. Si persiste esta tendencia, la población rusa (145,5 millones actualmente) quedará reducida a 130 millones en el año 2015.

Las condiciones en las que viven los rusos no ayudan a que la tendencia cambie. Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, publicado el pasado septiembre, acerca del coste humano que ha tenido la transición económica en los países del ex bloque soviético, presenta un triste panorama. Ha aumentado la tasa de mortalidad; se han extendido enfermedades como el SIDA y la sífilis -cuya incidencia se ha multiplicado por 15 en la ex URSS- y han reaparecido otras antes prácticamente extinguidas, como la tuberculosis, la polio y la difteria. El empobrecimiento de la población trae secuelas de malnutrición y anemia. Hay muchos más huérfanos y el índice de suicidios ha llegado al triple de la media de la Unión Europea.

Según el Comité de estadísticas, las causas no naturales (accidentes, suicidios, asesinatos, intoxicaciones sobre todo por alcohol) causan 230 de cada 1.000 muertes de hombres.

Todos estos problemas están afectando a la salud psíquica de los rusos. En la actualidad, al menos 4 millones de rusos sufren trastornos mentales. Aunque los datos oficiales no incluyen todos los casos, ni mucho menos, están un 20% por encima de las tasas registradas en Estados Unidos y en la mayoría de los países europeos. En 1990, por cada 100.000 rusos había 251 con trastornos mentales; en 1996, el índice ya era de 386. La tasa es mucho más alta en los niños. La Academia rusa de Ciencias Médicas realizó un estudio entre 1974 y 1980 que situaba la proporción de menores con problemas mentales entre el 8% y el 10%. Según esta institución, la tasa actual puede ser del 18-20%.

Boris Shostakovich, profesor del Centro de Investigación en Psiquiatría Social y Forense de Moscú, estima que los problemas mentales se deben a la «pobreza, inestabilidad, miedo a un futuro incierto y masivos traumas físicos y morales causados por crisis y conflictos armados» (Time, 21-II-2000). Por otro lado, faltan medios para atender a los enfermos mentales. Rusia cuenta con 500 centros psiquiátricos, con capacidad para 200.000 pacientes, un 5% de la cifra oficial de enfermos mentales. Asimismo, según Shostakovich, los tratamientos modernos para la esquizofrenia, uno de los trastornos mentales más comunes, están fuera del alcance de los pacientes, que perciben una media de 22,6 dólares mensuales de pensión o de 34 dólares de salario.

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