Tierra Santa no necesita muros, sino puentes

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A las protestas de la comunidad internacional contra el muro que construye Israel ocupando territorios palestinos (ver servicio 83/03), se han sumado también voces de la Jerarquía de la Iglesia católica, empezando por la del Papa.

En el Angelus del domingo, día 16, Juan Pablo II mostró su pesar por los actos terroristas que han tenido lugar recientemente en Turquía e Irak. «En este contexto -dijo-, renuevo también mi firme condena de toda acción terrorista perpetrada, en estos últimos tiempos, en Tierra Santa. Tengo que constatar, al mismo tiempo, que por desgracia en esos lugares el dinamismo de la paz parece que se ha detenido. La construcción de un muro entre el pueblo israelí y el palestino es vista por muchos como un nuevo obstáculo en el camino hacia una pacífica convivencia. En realidad, ¡Tierra Santa no tiene necesidad de muros, sino de puentes! Sin reconciliación de los espíritus no puede haber paz».

El cardenal Roger Etchegaray, que había participado en la consagración de Mons. Jean-Baptiste Gurion como obispo auxiliar de Jerusalén para la pequeña comunidad católica hebrea, redactó a la vuelta una declaración en la que se refería al muro israelí. «He recorrido los lugares palestinos en los que la autoridad israelí está instalando un ‘cierre’ con el fin de proteger la seguridad de Jerusalén cercando Belén», explica el cardenal, que declara suscribir las protestas de numerosos jefes de las distintas confesiones de la zona contra este proyecto. «En todo el país, una barrera de separación que tiene ya 150 kilómetros dibuja inexorablemente una geografía de apartheid que excita más que domina la violencia, hiriendo el tejido humano con graves consecuencias sociales, económicas, educativas y sanitarias».

«La lucha contra el terrorismo exige, para ir a sus raíces, la colaboración obstinada y leal entre dos pueblos a la búsqueda de la misma paz. Y las razones de la paz son más apremiantes en Tierra Santa porque deben alimentar allí la visión mesiánica en la que la justicia y la paz se abrazan para dicha de todos, como reza el salmo de David».

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