Sorpresas de la Asamblea Constituyente en Irak

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De Irak llegan de continuo noticias sobre atentados terroristas y muertes. Pero al mismo tiempo se está elaborando una Constitución, con un debate político del que apenas se hace eco la prensa. Violeta Ruiz Almendral, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, que ha prestado asistencia técnica en la Asamblea Constituyente, da una imagen distinta de la situación iraquí en un artículo publicado en «El País» (11 agosto 2005).

«Lo primero que llama poderosamente la atención es el alto nivel formativo de los parlamentarios. Por poner sólo un ejemplo, uno de los temas más discutidos ha sido la posibilidad de articular un modelo de Estado federal. Pues bien, no sólo tienen un amplio conocimiento de qué modelos existen en el resto del mundo, sino de sus fallos y problemas, con un grado de detalle que no siempre puede verse en foros supuestamente más especializados. Para el experto (sic, en mi caso) que está allí para echar una mano, la impresión de que quizá esté de sobra no es infrecuente».

También ha sorprendido a Violeta Ruiz la activa participación de las mujeres en la Asamblea. «Hay un amplio espectro social y cultural. Uno casi pensaría que están todas las que pueden estar. Un vistazo general a la Asamblea ofrece ya una amplia panoplia de tipos sociales femeninos: está la joven independiente, con pantalones, pelo suelto y paso decidido; la mujer tapada hasta arriba, toda de negro, de andares más circunspectos; la mujer de mediana edad, no tan tapada pero sí algo más recatada que la joven anterior, o la embarazadísima que llega con su cartera desenvuelta y niega con un ademán cortés algún ofrecimiento de ayuda».

No solo están presentes, sino que intervienen como uno más. «Intervienen continuamente, y normalmente con un conocimiento bastante sólido del tema tratado. Preguntan, repreguntan, le quitan el turno al siguiente si creen que su pregunta no ha sido contestada suficientemente. ¿Dónde está la sumisión, qué desigualdad? En realidad, las mujeres de la Asamblea constituyente no tienen nada de especial frente a ellos. Son sencillamente iguales».

La autora recuerda que «seguramente Irak es el país de Oriente Medio con mayor libertad femenina. O lo viene siendo hasta estos momentos. Como botón de muestra, es sabido que en Arabia Saudí las mujeres no pueden conducir».

Por otra parte, no hay que olvidar el contexto de violencia en que se desarrolla el proceso constituyente. «Todos sus participantes, directos o indirectos, están amenazados por diversos grupos terroristas». Y mientras los extranjeros que prestan asistencia técnica cuentan con coches blindados y guardaespaldas, «los iraquíes, por el contrario, y con la excepción de algún alto cargo, no suelen llevar protección. Todos los días tienen que entrar en la ‘zona verde’, atravesar los innumerables ‘check-points’ establecidos por los militares, norteamericanos e iraquíes, y cruzar los dedos para que no haya un coche bomba, cuya explosión preferentemente tiene lugar en dichos ‘check-points’. Claro que tampoco las amenazas impidieron al pueblo iraquí acudir en masa a votar hace pocos meses, en circunstancias trágicas bien conocidas».

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