Iraquíes inquietos por la retirada de los ocupantes

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Contra lo que suelen creer los europeos, el hecho de oponerse a la ocupación americana no despierta simpatías hacia Europa en Irak. Rémy Ourdan, enviado especial de Le Monde (19 marzo 2004) refleja las críticas de los iraquíes a la falta de implicación europea.

Si la inmensa mayoría de los iraquíes desea y reclama públicamente el fin de la ocupación americana, esta inmensa mayoría está satisfecha de la caída de Sadam Husein y reconoce en privado que la marcha de las tropas extranjeras podría llevar al país a la guerra civil. Por otra parte, los iraquíes saben que Washington ha mentido sobre las armas de destrucción masiva, pero les trae sin cuidado, pues para ellos la caída del tirano es el acontecimiento más positivo desde hace treinta años. En fin, los iraquíes tienden, por costumbre y pragmatismo, a ponerse del lado del más fuerte.

Fakhri Karim, director del diario Al-Mada, se queja de que «los europeos, y los franceses en particular, no determinan su posición más que con relación a Washington, y no tienen en cuenta a Irak y sus habitantes. Los iraquíes piensan que Europa y Francia les han abandonado por partida doble: primero frente a Sadam, y luego frente a la ocupación americana».

El periodista francés constata que entre los iraquíes consultados es casi imposible encontrar a alguno que sostenga la postura de Francia. Otro periodista iraquí declara: «Es el mismo malentendido que continúa entre Europa e Irak tras los atentados de Madrid. Europa, antiamericana y pacifista, celebra la retirada española de Irak, como si esto fuera una gran victoria. Pero los iraquíes pensamos que el rechazo de Alemania y de Francia a ayudarnos y la retirada anunciada de España son una catástrofe». Tras los decenios terribles bajo Sadam, Irak necesitaba más que nunca la ayuda de otros países. «La ONU, Europa y Francia no tenían mucha credibilidad en Irak -dice este periodista-, pero la han perdido del todo en este año, al dejar que Bush, al que detestamos, sea el único que ha echado a Sadam, y después no viniendo en nuestra ayuda una vez acabada la guerra».

Otra crónica (17 de marzo) sobre Diwaniya, donde están los soldados españoles, muestra que la población se inquieta por la posible retirada de las tropas. «Si se van, se planteará un problema de seguridad», dice Husein, dueño de un restaurante. «Es absolutamente necesario que sean reemplazados por un contingente de otro país, y que la policía iraquí tenga los medios para cumplir más misiones».

Mohsin, que tiene una tienda de comestibles, no está de acuerdo con la retirada de los españoles: «Si se van, seremos muchos los que iremos a despedirlos y darles las gracias. Y manifestaremos nuestro rechazo de que los americanos vuelvan a Diwaniya. Además, muchos empleos dependen del contingente español, y la gente no quiere perder su trabajo».

«Sí, es verdad, no queremos que se vayan», confirma Salman Hamza, agente de policía. «Los españoles son los garantes de nuestra seguridad. Desgraciadamente, todavía tenemos necesidad de ejércitos extranjeros en Irak; si no, será el caos».

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