En Líbano avanza la reconstrucción

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Beirut. El Líbano ha puesto manos a la obra en la reconstrucción tras el conflicto bélico, pero los juicios sobre las razones de la guerra revelan muy distintas posturas.

La prensa libanesa se hizo eco de unas declaraciones del Presidente sirio Bashar al-Asad a «El País», en las que afirmaba que no era posible detener el paso a través de la frontera del tráfico de armas hacia Hezbolá, debido al gran apoyo popular con el que cuenta este partido. Una apreciación que busca legitimar la inercia del vecino país, pero que no es compartida por la mayoría shií como lo refleja las declaraciones del mufti shií de la región Mount Liban (autoridad religiosa de una zona del país). El mufti arremete contra el líder del Hezbolá, Nasrallah, que proclamó lo que llama «victoria divina» contra el enemigo sionista. Las consecuencias de esa «victoria», comentaba en su discurso el mufti, han sido un auténtico desastre económico y social, que ha hecho retroceder al país diez años, cuando se daba por terminada la guerra anterior. Nasrallah debería pedir perdón a todos los ciudadanos, a los que han perdido a sus familiares y a los que han perdido sus trabajos, por una decisión unilateral tomada por el Hezbolá. Por tanto, añadió al final, ha sido una victoria relativa.

El conflicto ha repercutido también sobre las escuelas de la zona afectada. Tradicionalmente la escuela privada tiene mejor nivel educativo que la escuela pública. El 23% de los alumnos asisten a escuelas católicas privadas, en muchos casos frecuentadas también por musulmanes. El 77% restante acude en su mayoría a instituciones regidas por el Estado. Una evaluación realizada por el Banco Mundial, UNICEF y UNESCO, ha considerado deficientes el nivel científico de los programas y el sistema educativo en general de estas escuelas, donde la gran mayoría de los alumnos son musulmanes.

Los países de los Emiratos Árabes Unidos, por iniciativa del Emir de Dubai, han ofrecido cubrir los gastos de reparación y reconstrucción de todos los establecimientos, por un costo estimado de 40 millones de dólares americanos. Solo queda un obstáculo en algunas poblaciones: la urgencia por limpiar la zona de bombas de fragmentación dejadas por el ejército israelí que se han cobrado hasta ahora 16 vidas una vez acabado el conflicto.

La solidaridad internacional

La población civil de las zonas cristianas y sunitas, así como los campos de refugiados palestinos, no fueron directamente bombardeados. No por ello se les ha ahorrado revivir los dramas de las guerras anteriores: desplazados, ansiedad por el futuro, frustración, desempleo, obligaciones económicas incumplidas. Como siempre, dicen los libaneses, es una guerra extranjera en nuestro suelo.

Europa ha salido al paso con ayudas económicas directas para restablecer infraestructuras y reconstruir pueblos (España se ha comprometido con cinco pueblos del sur). Estados Unidos ha impulsado a inversores americanos a presentarse en la zona.

La presencia de las fuerzas de la ONU (FINUL), compuestas por italianos, españoles, franceses, malasios y otros, ha constituido un gran respaldo para el gobierno de Fouad Siniora. Ahora le toca terminar de conquistar el apoyo popular, desconfiado ante las campañas de rumores por desvío de fondos al que lo están sometiendo sus adversarios políticos.

Con un gran apoyo de parte de su aliado iraní, Hezbolá ha repartido indemnizaciones de 10.000 dólares americanos a cada familia militante, para que puedan alojarse por un tiempo en otras zonas no dañadas. Se calcula que unas 200.000 personas han quedado sin hogar. Cabe preguntarse si lograrán mantener la misma aguerrida lealtad a través de un año de carencias.

El equilibrio político es precario, pero se aprecia una voluntad de hierro de salir adelante. Muchas personas han aprendido la lección de los conflictos anteriores: disponer de una casa en la montaña para refugiarse en caso de guerra, un buen expediente académico con referencias internacionales, para poder obtener un trabajo durante algunos años en las monarquías del Golfo. Un porvenir interesante, si se piensa que, por ejemplo en Qatar, ya se está construyendo una segunda iglesia para atender a los libaneses maronitas (católicos) que se han trasladado a vivir allí.

Helene Daboin

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