El contraproducente bloqueo económico sobre Gaza

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Un artículo publicado por Páginas Digital y firmado por Mario Mauro, vicepresidente del Parlamento Europeo, intenta entrar al fondo de la estrategia centrada en el bloqueo económico y del compromiso que para la acción internacional significa el sufrimiento de la población de Gaza, descrito recientemente por Ban ki-Moon como “insoportable”.

Mauro, que reconoce el trabajo de la Oficina Europea de la Lucha contra el Fraude para controlar que las ayudas comunitarias a la Autoridad Palestina no acaben financiando ataques armados o actividades ilícitas, sostiene sin embargo que “es inevitable” pensar que algunos de estos recursos se hayan dirigido a propósitos diferentes de aquellos para los que estaban destinados. A continuación enumera los programas de cooperación que la Unión Europea ha dispuesto a favor del pueblo palestino, que incluyen ayuda a los refugiados, provisiones para la seguridad alimentaria, acciones para el mantenimiento del proceso de paz y proyectos de promoción de la salud, educación y consolidación de las instituciones.

Según su balance, la Comisión asignó en total 107,5 millones de euros en 2006 a los tres capítulos de asistencia: gastos corrientes en hospitales y centros sanitarios; suministro continuado de recursos energéticos; y pago de prestaciones sociales a los estratos más pobres de la población.

El problema, claro, es que tras la llegada al gobierno de Hamás, de quien dice Mauro que “no se puede negar la obstinación asesina”, Israel, Estados Unidos y la Unión Europea bloquearon la financiación directa al gobierno palestino, “implicando a las ONG y a otras organizaciones internacionales para que hicieran llegar las ayudas” sin que éstas pasaran por las manos de Hamás.

Las condiciones del bloqueo

Pero esta referencia de Mauro a la implicación de las organizaciones pierde todo sentido si se considera que el asedio de Israel se ha estrechado hasta el punto de prohibir el paso a la ayuda de Naciones Unidas, y hasta vetar el suministro del combustible necesario para que las agencias de la ONU pudieran asistir a la población.

«¿En qué otro lugar padece la ONU un embargo? ¿Dónde se somete la ayuda alimentaria a tan severas restricciones?», preguntaba John Ging, el jefe de ayuda humanitaria de la ONU. Ging advierte ahora, ante la entrada de los tanques israelíes en la ciudad de Gaza, sobre el despropósito de utilizar la artillería en el que es quizá el lugar con mayor densidad de población del mundo.

Por otra parte Richard Falk, relator especial de la ONU para los territorios palestinos, acusó esta semana a Israel de crueldad al encerrar a civiles en la zona de guerra de Gaza sin permitirles que escapen como refugiados. En el comienzo de la incursión urbana al menos tres personas resultaron heridas cuando la sede de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos en la Ciudad de Gaza fue alcanzada por el fuego de artillería.

Yossi Alpher, que fue director del Jafee Center de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel-Aviv, pide en International Herald Tribune (16-01-09) que Israel cese el cerco por hambre a la población de Gaza. Alpher aclara que lo que por regla general se ha dejado entrar en Gaza ha sido el equivalente al mínimo de calorías que Naciones Unidas prevé para la subsistencia multiplicado por el aproximadamente millón y medio de personas que habitan en la Franja.

Según Alpher, la ofensiva contra la población buscaba que ésta se movilizara de algún modo para deponer a Hamás del poder y unirse al proceso de paz con Israel. Pero tal estrategia no sólo ha sido fallida sino contraproducente, pues en palabras del analista “ambas intifadas ocurrieron en momentos de prosperidad económica; la depauperación de Gaza no hizo más que lanzar a la población de la Franja en brazos de Hamas”. Especialmente deplora Alpher que la clase gazatí vinculada al comercio, a quien señala como una posible aliada de la moderación, se resintiese y se empobreciera “al tiempo que los cuadros de Hamás se hacían con las importaciones administrando cientos de túneles que transformaban la frontera entre Gaza y Egipto en un enorme y caro mercado, proveyendo a la vez de armas y de bienes de consumo”. El pueblo, en fin, siempre es quien lleva la peor parte.

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