Estados Unidos regresa a la UNESCO

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El pasado 1 de octubre EE.UU. volvió a la UNESCO después de casi veinte años de ausencia. Este país se retiró en 1984 por su desacuerdo con la dirección tomada por el entonces director general de la organización, el senegalés Amadou-Mahtar M’Bou (1974-1987). El gobierno norteamericano le acusaba de favoritismo en el nombramiento de cargos y de despilfarrar recursos. Un informe muy crítico sobre la gestión de la UNESCO, elaborado por la General Accounting Office norteamericana, hizo que el presidente Ronald Reagan ordenara la salida. La UNESCO perdió así la quinta parte de sus ingresos. Ahora, un nuevo informe favorable del mismo organismo estadounidense ha dado motivo a George Bush para decidir el reingreso.

Otra queja de EE.UU. contra la UNESCO era el llamado «nuevo orden mundial de la información», también impulsado por M’Bou. El proyecto pretendía corregir el desequilibrio informativo causado por el predominio de los medios de comunicación occidentales, dando a los otros Estados autorización para promover sus propias políticas de información. La idea gozaba del favor de los países socialistas y de los del Tercer Mundo, mientras que los occidentales, con EE.UU. a la cabeza, la consideraban una patente de corso para que gobiernos dictatoriales ejercieran la censura. El proyecto quedó luego olvidado, en gran parte por el desinterés de los países del este europeo tras la caída del muro de Berlín.

Quedaba aún el asunto de la mala gestión. El siguiente director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza (1987-1999), llevó a cabo reformas administrativas, pero no consiguió convencer a EE.UU. de que volviera.

De nuevo dentro, EE.UU. librará otra batalla. Por iniciativa de Francia, secundada por los países francófonos y otros, en 2001 la UNESCO aprobó la Declaración sobre Diversidad Cultural, y ahora se propone transformarla en una convención vinculante en 2005. El convenio daría a los Estados derecho a proteger las culturas nacionales. En la práctica, autorizaría a subvencionar los productos culturales propios y poner cuotas y barreras comerciales para los extranjeros. Para EE.UU., esta «excepción cultural» al libre comercio es una forma inaceptable de proteccionismo.

La vuelta de EE.UU. a la UNESCO supone para la organización una inyección monetaria importante. Junto a la cuota anual de 53 millones de dólares, el gobierno estadounidense ha puesto 5,5 millones de dólares más en el momento del reingreso. Su aportación supone el 22% del presupuesto de la UNESCO, y la hará valer en el debate sobre la proyectada convención.

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