Los palestinos lograrían más con la resistencia pacífica que con la violencia

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Comentando una entrevista televisiva al Dalai Lama, el sacerdote Raymond J. De Souza, capellán católico de Queen’s University en Kingston (Canadá), sostiene en National Post (26 abril 2004) que los palestinos conseguirían «ganar más en unos años de lucha pacífica de lo que han conseguido en varias décadas oponiendo la fuerza a la fuerza».

«Uno de los grandes logros del siglo XX es que ya no nos parece extraordinario que una persona como el Dalai Lama se haya convertido en una fuerza política importante». De Souza cree que la postura del Dalai Lama -«un realista que sabe que la fuerza es una opción sólo para los fuertes», dice-, «trata de demostrar que la fe es más poderosa cuando se manifiesta como testimonio no violento de la verdad».

Una postura semejante a la del checo Václav Havel, quien aseguraba en El poder de los sin poder (1978) que los regímenes tiránicos y totalitarios «dependen de la aquiescencia de su pueblo a una cultura de la mentira». En opinión de Souza, Havel «vio claramente el poder político que conlleva ser testigo de la verdad, cuando este testimonio se purifica insistiendo en la no-violencia».

A los ejemplos del hindú Mahatma Gandhi en la India, del baptista Martin Luther King en Estados Unidos y del anglicano Desmond Tutu en Sudáfrica, se suman los de los católicos que consiguieron transformar regímenes políticos en el último cuarto de siglo: la caída del comunismo -gracias a Juan Pablo II y Lech Walesa-, la de la dictadura de Marcos en Filipinas -liderada por Corazón Aquino- y la independencia de Timor Oriental, mérito principalmente del arzobispo Carlos Belo. Para Souza, «la historia muestra que el testimonio no violento tiene una fuerza que no está limitada a las personas religiosas o a una religión concreta».

En contraste con el caso del arzobispo Belo, que cuando Timor Oriental fue anexionado por Indonesia en 1976 carecía totalmente de apoyo internacional, los palestinos tienen defensores en todo el mundo: «Al pasear por los pueblos de Cisjordania se ven instituciones benéficas y de ayuda internacional que trabajan allí llegadas de un amplio espectro de países. Los palestinos tienen notable acceso a la opinión pública internacional; en un día cualquiera hay más periodistas extranjeros cubriendo el conflicto palestino-israelí que los desplazados a Gdansk en el verano de 1980».

«En un plano puramente táctico, dejando aparte la filosofía política o la teología, la resistencia violenta no ha sido un éxito para los palestinos. Una sentada de miles de palestinos pacíficos interponiéndose en el trazado del muro de separación israelí sería mucho más eficaz que las amenazas de Hamas de ‘abrir las puertas del infierno’. Israel no es el imperio soviético, ni las Filipinas de Ferdinand Marcos, ni la Indonesia de Suharto, ni la India de la época colonial, sino un país democrático con un movimiento pacifista internacional, un poder judicial independiente y una prensa libre». «La fuerza -concluye Souza- es una mala opción si el adversario es más fuerte. Además, es la opción moralmente más endeble».

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