En Occidente, los ataques terroristas cometidos en nombre del Estado Islámico (EI) por residentes y aun nativos de los mismos países, han llevado a preguntarse cómo se “radicalizan” esos individuos. Más aún cuando, en no pocos casos, no tienen relación directa con la organización y actúan por cuenta propia incitados por la propaganda yihadista. El fenómeno dista aún de ser bien comprendido, pero hay datos para afirmar que la llamada a derramar sangre encuentra eco más fácil en gente con problemas de adaptación o de identidad.
Algunos fueron delincuentes antes que terroristas, como el asesino de dos policías el pasado 13 de junio en Magnanville (Francia), o el de otras cinco personas los dos días ...
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.