Líbano: se solicita una cuota de mujeres en el Parlamento

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Beirut. Está previsto que en abril del 2009 se celebren elecciones de diputados en el Líbano. Para ello se acaba de aprobar una serie de reformas a la ley electoral. Los detractores de la ley echan en falta la inclusión del voto de los emigrados, elemento que daría lugar a una nueva configuración del Líbano, al incluir a un millón y medio de votantes emigradosde origen cristiano. Tan solo es cuestión de tiempo, ya que está previsto incluirlo para las elecciones del 2013.

El mismo día que se discutía en el Parlamento el proyecto de ley, se llevó a cabo una manifestación pacífica de mujeres, en la que se solicitaba la reserva de 14 escaños para mujeres, de los 128 diputados que componen la Cámara de representantes. Una petición que ya se había hecho en 1995 y 2003, sin fruto. Actualmente solo 6 escaños están ocupados por mujeres.

El 54% de la población libanesa son mujeres. Estas constituyen el 28% de la fuerza laboral en el país. Existen directivos, profesores universitarios, jefes de departamento, clínicos, y un gran número de personal administrativo, pedagógico e incluso en el ejército y en la policía, que pertenecen al sexo femenino. ¿Por qué no se refleja en la realidad política este porcentaje?

Varias periodistas y webs dedicadas a estudiar el rol de la mujer en la sociedad explican que la política en el Líbano se hace por clanes. Las mujeres que han llegado a ser diputadas lo han sido en tributo a un padre o marido fallecido y con vistas a mantener una línea de continuidad para los hijos. Una especie de representatividad hereditaria. Es este un estilo de designación que no deja de levantar críticas.

Un análisis efectuado en 1995 a partir de testimonios de mujeres árabes que participan en asuntos públicos indica que éstas son capaces de lograr sus metas políticas en más del 80% de las ocasiones en que lo intentan, siempre y cuando tengan una visión y una meta claras. Los obstáculos a los que se enfrentan son, en su mayor parte, sociales, culturales y materiales, no estando asociados propiamente con su presencia en el Parlamento “, señala en la web Hana Al Hadidy (1).

Al parecer, si se lo propone, la mujer puede llegar en una sociedad árabe a ser elegida. Así se comprueba en el Parlamento de la vecina Siria, donde el porcentaje de diputadas es el 12,4%, y en Irak, que se sitúa en cabeza en la zona con el 25%. En cambio, Líbano registra un escuálido 4,7% de diputadas, por debajo también de Jordania (6,4%) y por encima de Egipto (1,8%). En conjunto, la media de mujeres en los parlamentos de países árabes es de un 9,7%.

Si se escucha al jeque Fadlallah, clérigo chiita, que ha urgido recientemente a las libanesas a involucrarse en la política, puede que se produzcan cambios en la composición del próximo Parlamento del país de los cedros.

Según la opinión de una diputada elegida en los pasados comicios (2005), las dificultades que tiene una candidata son más de las que tiene un hombre. Además de superar la mentalidad imperante, que le lleva a tener que demostrar continuamente su valía, debe desarrollar el arte de la negociación política, y ser lo suficientemente valiente como para poner su vida en peligro en un país donde aún se practica la violencia política.

Un problema de prioridades

Un programa realizado por la Unión Europea buscaba dar mayor visibilidad a la mujer en la vida política del país (2). A través de encuestas pormenorizadas, se consultó a distintos grupos de mujeres, de regiones urbanas y rurales, y de edades y niveles educativos variados. En la conclusión, el autor señala que la cuestión del acceso de la mujer a la vida política no parece inquietar a las libanesas, al menos de manera inmediata. Aunque la gran mayoría de las encuestadas considera que podrían acceder a un puesto político, en el momento de escoger entre carrera política y educar a los hijos no dudan en dar prioridad al hogar. Dada la dificultad del panorama público del país, una gran proporción de las mismas mujeres considera que no dispone de las capacidades para competir con el hombre en este terreno y que, incluso en caso de tener que optar, se inclinarían por el candidato.

En un sistema electoral como el del Líbano, donde en el Parlamento se reservan cuotas por confesiones, sería una complicación adicional instaurar una cuota también por sexo. Una regla de este tipo puede resultar más difícil que en otros países. Hasta ahora ningún partido político ha presentado como candidata a la presidencia a una mujer.

La mujer puede llegar, pero no parece que le interese. No todavía. Nayla Moawad, diputada, antigua ministra de Asuntos Sociales, considera que queda aún mucho trabajo por hacer para que el concepto de democracia llegue a las mentalidades. En primer lugar a la de las mujeres.

De todos modos hay temas que afectan a las mujeres y que requieren representatividad que las defienda. Algunos ya están siendo objeto de opinión y sensibilización, como por ejemplo el que la mujer libanesa no pueda transmitir la nacionalidad a sus hijos. Ya se encuentra en Facebook un grupo de discusión (“Your Lebanese nationality”), que cuenta con 3.705 miembros, sobre la ley de nacionalidad. ¿Será tal vez una nueva manera de obtener los resultados sin pasar por el sistema político tradicional?

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NOTAS:

(1) Al-Hadidy, Hana’, 1996: “Research on Public Participation of Arab Women”, en Al-Hadidy, ed. Al-Mar’a Al-Arabiya wa-l-Hayat Al-Ama (Arab Women and Public Life), El Cairo, Ibn Khaldun Center, p. 59.

(2) “La participation de la femme libanaise a la vie politique”, publication du Programme National, rapport d’étude présenté par Reach Mass s.a.l., Abdo Kahi, Suzanne Azar, 1997.

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