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La ciudadanía del capitalismo de consumo

Fuente: El Mundo
publicado
DURACIÓN LECTURA: 1min.

En un artículo publicado en El Mundo Joseba Arregi, ensayista y presidente de Alkadeta, sostiene que el sistema político de las sociedades modernas “ha perdido la base socioeconómica tradicional en la que se sustentaba, los partidos de masas están sin anclaje social y los ciudadanos han heredado la cultura consumista repleta de valores hedonistas (…) que solo sabe articularse transformando los deseos en necesidades y las necesidades en derechos”.

“Todo son derechos, el Estado tiene la obligación de satisfacerlos, y si es necesario, debe anular las leyes del mercado para que esa satisfacción se produzca. Son movimientos articulados en torno a exigencias, a demandas, a reclamación de respeto de derechos adquiridos”. A veces dan a entender que buscan el cambio de modelo, pero en realidad sus demandas se refieren al ejercicio del poder dentro del sistema existente. Eso sí, los culpables siempre son los demás: los banqueros, los políticos y el mercado “imaginado como un monstruo personal omnipotente”.

Dicen que es necesario defender el Estado de Bienestar que tanto ha costado conseguir. Pero Arregi recuerda que “el bienestar está relacionado con la riqueza que es capaz de producir una sociedad. Si una sociedad se permite mayor bienestar que lo que es posible con la riqueza que produce, debe endeudarse. Y quien se endeuda debe pagar, antes o más tarde sus deudas. Y quien se endeuda se pone a sí mismo, en parte al menos, en manos del acreedor. Y todos los acreedores saben que el sistema funciona si existe confianza en que las deudas serán pagadas. En caso contrario, no se presta, no es posible el endeudamiento”.

Arregi hace una llamada a que los ciudadanos “no abdiquen de sus responsabilidades políticas, que incluyen necesariamente obligaciones”. Una ciudadanía responsable debe comprender que el sistema no se compone simplemente de unos que exigen, la mayoría, y de otros, los menos, que deben rendir cuentas.

“Una ciudadanía responsable –concluye– debe saber que es una trampa mortal para cualquier sistema democrático transformar los deseos en necesidades, las necesidades en derechos, y los derechos, a poder ser, en derechos humanos para que nadie los pueda cuestionar”.

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