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Francia: «Dos pesos, dos medidas» ante los actos de hostilidad contra las religiones

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La impresión de que en Francia van en aumento los actos de antisemitismo hace que los políticos y la prensa reaccionen en cuanto es noticia alguna agresión de este estilo. Todo menos demostrar indiferencia. Pero la denuncia inmediata antes de investigar la autoría puede dar lugar a mistificaciones como ha ocurrido este verano con dos casos que hicieron mucho ruido: una supuesta agresión en el metro a Marie Leblanc, que era un puro invento, y que originó una reacción inmediata del presidente Chirac; y el incendio de un centro social judío en París, que luego resultó ser obra de un judío de esa misma comunidad que actuaba por venganza.

Este tipo de falsificaciones ha motivado una reflexión sobre cómo manifestar la solidaridad con las víctimas de los actos de hostilidad sin incurrir en atribuciones apresuradas. Michel Wieviorka, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, declara a «Le Monde» (3-IX-2004) la necesidad de una mayor prudencia por parte de políticos, policías y periodistas: «En lugar de interpretar los hechos a medida que las investigaciones policiales y periodísticas los aclaran, se precipitan en la hipótesis del antisemitismo, que se trata de confirmar a toda costa, hasta el momento en que revienta. Hay que demostrar que no se tolera el antisemitismo, es un imperativo categórico. Pero habría que encontrar un modo de expresar la compasión por las víctimas y el anuncio de que se hará todo lo posible para esclarecer los hechos, sin proponer una explicación que puede resultar falsa».

Wieviorka advierte que se ha construido una interpretación que liga el antisemitismo, el islam y la causa palestina, cosa que no siempre es verdad. Esto despierta un sentimiento de injusticia entre los jóvenes inmigrantes de origen árabe, que ven así la cuestión: «Nosotros sufrimos el racismo y discriminaciones que no salen a la luz, mientras que en el caso de los judíos hay una movilización inmediata, aunque el asunto haya sido completamente inventado». «Frente a este sentimiento de ‘dos pesos, dos medidas’ sería necesaria una capacidad de movilización pública contra todos los actos de racismo», comenta Wieviorka.

Por su parte, las organizaciones judías lamentan que unos pocos casos que resultan ser falsos puedan relativizar lo que consideran una alza inquietante de actos antisemitas.

De todos modos, es innegable que no todos los actos de intolerancia reciben la misma atención mediática. Por ejemplo, el Ministerio del Interior hizo públicos en julio los actos hostiles contra lugares de culto y cementerios desde principio de año. Todas las religiones resultaban a afectadas. De 45 cementerios profanados, 30 eran cristianos, 8 judíos y 7 musulmanes. De 46 lugares de culto dañados, 18 eran sinagogas, 17 iglesias y 16 mezquitas. Habida cuenta de que el cristianismo es la religión más extendida no es extraño que sufra más agresiones. Lo raro es que una inscripción antisemita en un cementerio judío es motivo de alarma y signo de una ola de antisemitismo, y si es en un cementerio cristiano o musulmán rara vez sea noticia.

En cuanto a la autoría de esos hechos, los responsables son muy variados, lo que tampoco da impresión de acciones sistemáticamente organizadas. De las 25 personas encausadas por las investigaciones de la policía, 7 eran de extrema derecha, 7 estaban «desprovistas de verdadera motivación», 7 eran niños que actuaron así por juego o por mimetismo, 3 eran adeptos de prácticas satánicas y 1 actuaba por anticlericalismo.

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