Dos años, diez meses y unas semanas. Este es el tiempo que ha aguantado la coalición de socialistas, liberales y verdes en el gobierno alemán. El pasado 6 de noviembre, el canciller Olaf Scholz destituyó a su ministro de finanzas y líder de los liberales, Christian Lindner. Un despido que puso el punto final a un gobierno de coalición con demasiada diversidad ideológica.
La moción de confianza llevada al Bundestag por el canciller Scholz, la primera en dos décadas y la segunda en la historia de la Alemania de posguerra, tendrá lugar el 16 de diciembre. Como líder de lo que ahora es un semáforo averiado (o un gobierno minoritario con los Verdes), Scholz prevé perderla, que se disuelva el Bundestag y convocar elecciones, previsiblemente, el 23 de febrero de 2025.
Comparado con la velocidad habitual con que se llevan a cabo los cambios en Alemania, la precipitación de los acontecimientos políticos de las últimas semanas alcanzó un ritmo de thriller político el 6 de noviembre. Porque el colapso se intuía desde hacía tiempo, pero no que se fuese a producir de una forma tan brusca y apresurada.
Esta es la cronología de la implosión que puso fin a un gobierno.

Un agujero millonario
A lo largo de los casi tres años de la coalición semáforo, uno de los gobiernos más impopulares de la democracia alemana, Scholz se ha mostrado a menudo más cercano a su ministro de Finanzas que a los Verdes, sobre todo en lo que respecta a cuestiones económicas. En línea con Lindner, por ejemplo, rechazó la propuesta de Robert Habeck, copresidente de los Verdes y ministro de Economía, de establecer un precio más barato para la electricidad industrial. Y, de hecho, en los dos primeros años de gobierno no hizo ningún comentario negativo (al menos, en público) sobre Lindner, su sucesor al frente del Ministerio de Finanzas.
Sin embargo, todo cambia en noviembre de 2023, cuando el Tribunal Constitucional Federal declara nulas algunas partes del Presupuesto Federal. Lindner responsabiliza a su predecesor Scholz, del que habría heredado un presupuesto inconstitucional que deja a Alemania con un agujero de 60.000 millones de euros. Ya no queda dinero que repartir, solo recortar y ahorrar. Y ya no hay forma (ni dinero) para disimular los conflictos ideológicos entre los socios de la coalición.
Este verano, puestos frente a la cuestión de cómo tapar los agujeros presupuestarios de miles de millones que arrastra Alemania, Scholz y Lindner se enfrentan públicamente por la cuestión de hasta qué punto se puede equilibrar el presupuesto mediante un mayor endeudamiento. Scholz está a favor de soltar el freno de la deuda; Lindner se aferra a su mantra: hay que respetar el freno.
Un desacuerdo que ha sido fundamental en el colapso de la coalición semáforo.
18 páginas: el documento de la provocación
Berlín. 3 de noviembre, 20.00. Scholz invita a Lindner a cenar a la Cancillería. En los días previos, la tensión entre los líderes de la coalición es palpable y esta cena no hará nada por cambiar la tónica. Si acaso, provocará todo lo contrario. Durante la misma, Lindner insiste en que en el próximo Comité de Coalición (6 de noviembre) no solo se debatan los presupuestos del año siguiente, sino también sus últimas propuestas para un “giro económico”.
Estas propuestas están resumidas en un documento de 18 páginas, filtrado a la prensa alemana unos días antes, en el que el ministro de Finanzas propone medidas para revitalizar la economía nacional, algunas de las cuales van directamente en contra de los postulados ideológicos de sus compañeros de coalición.
Olaf Scholz percibe en el documento económico de Lindner, ministro de Finanzas, un ataque público contra su propio gobierno
Lindner plantea reformas estructurales en lugar de estímulos económicos; una moratoria normativa para los próximos tres años, en la que o bien no haya nuevas leyes o al menos se garantice que la carga burocrática para los empresarios no aumente; aplicar recortes fiscales y reducir, por ejemplo, el impuesto de sociedades para 2025 en dos puntos porcentuales; recortar las subvenciones y las prestaciones sociales o aplazar los objetivos de protección del clima (la neutralidad climática ya no debería fijarse para 2045, sino para 2050, como en la UE).
Scholz percibe el documento como una afrenta y no considera discutirlo. Ante esta negativa, Lindner plantea por primera vez la disolución de la coalición y Scholz empieza a tener una intuición: que su ministro quiere provocar la rotura del gobierno a lo largo de la siguiente semana.
Según relata el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Scholz le pregunta en esta cena a su ministro si debe esperar la retirada de los liberales del Gobierno antes del Comité de Coalición del 6 de noviembre. Lindner le dice que no. ¿Y antes del fin de semana? Lindner guarda silencio.
Berlín. 4 de noviembre, 12.30. En la Cancillería se reúne la llamada “ronda de los nueve”: Scholz, Lindner, Habeck, y los secretarios de Estado y asesores más importantes de los tres líderes de la coalición. En esta reunión, así lo describen los participantes, todo gira en torno a los presupuestos. Solo hace falta ahorrar mil millones de euros, o eso se desprende del documento de Lindner. Un objetivo factible, se intuye, pero la reunión finaliza sin ningún acuerdo.
Berlín. 5 de noviembre, 8.00. La ronda de los nueve se reúne de nuevo, un encuentro que se alarga durante dos horas, y en el que el diálogo se vuelve a centrar en los presupuestos, sin que nadie haga referencia al elefante en la habitación: la posibilidad de unas elecciones anticipadas.
La situación muestra ciertos tintes absurdos. Medio país lleva meses especulando sobre si la coalición sobrevivirá y, si es que sí, por cuánto tiempo y en qué condiciones agónicas; sin embargo, en la sala de reuniones hacen cuentas, suman y restan millones, para ver si consiguen sacar adelante los presupuestos. Nuevamente, la reunión concluye sin un acuerdo.

6 de noviembre: crónica de un colapso anunciado
Berlín. 6 de noviembre, 9.00. Scholz, Lindner y Habeck se reúnen de nuevo en la Cancillería y, en esta ocasión, Scholz trae una propuesta: declarar la emergencia presupuestaria y suspender el freno de la deuda en una parte del presupuesto, para destinar tres mil millones de euros adicionales a Ucrania.
SPD y Verdes ven en la victoria de Trump una circunstancia que hace indispensable soltar el freno de deuda para enviar más ayuda económica a Ucrania
El Gobierno de coalición había acordado hacerlo si se daba un giro significativo en la situación de la Guerra en Ucrania. SPD y Verdes ven en la victoria de Donald Trump esa circunstancia. Un acontecimiento, unido a la recesión que atraviesa la economía alemana, que hace indispensable soltar el freno. Los liberales, sin embargo, no lo ven así.
Según Scholz, la seguridad exterior y el gasto en defensa no deben contraponerse a la seguridad interior ni a la economía nacional, como el dinero para pensiones o la asistencia social. Argumentos que utilizará por la noche para justificar la destitución del ministro de Finanzas.
Tras dos horas de reunión, el grupo se separa nuevamente sin acuerdo.
Berlín. 6 de noviembre, 14.30. El núcleo de la coalición se reúne de nuevo. Esta vez, Scholz presenta un documento para respaldar su propuesta de por la mañana. En él recoge algunas de las propuestas de Lindner, pero también incluye nuevas subvenciones para reducir los precios de la energía para las empresas, un paquete de rescate para la industria automovilística, y suspender el freno de la deuda y declarar la emergencia para suministrar apoyo económico a Ucrania.
Según citan algunos participantes en la reunión, Lindner dice no poder aceptar esta emergencia, ni política ni jurídicamente, y vuelve a plantear las alternativas propuestas a Scholz el 3 de noviembre por la noche: o un gran relanzamiento económico, o unas nuevas elecciones. Una vez más, la reunión concluye sin consenso.
Berlín. 6 de noviembre, 18.00. En la Cancillería alemana se reúne el Comité de Coalición, que incluye a los tres líderes de la coalición gubernamental: el canciller Scholz (SPD), el ministro de Economía, Robert Habeck (Los Verdes) y el ministro de Finanzas, Lindner (FDP), y también a los líderes de sus respectivos partidos. Todos los participantes intuyen que será una tarde complicada.
Después de meses de desacuerdos, las partes necesitan aclarar si aún queda terreno en común para seguir cooperando en un gobierno de coalición. Una de las pruebas de fuego es ponerse de acuerdo para aprobar los presupuestos de 2025 antes del 14 de noviembre, fecha en la que el gobierno deberá defenderlos en el Parlamento alemán.
Según relata Der Spiegel, ante la negativa de Lindner de aceptar la propuesta del canciller de declarar la emergencia presupuestaria y liberar el freno de deuda, sobre las ocho y media de la tarde, Scholz mira a su ministro de Finanzas y dice: “No quiero que sigas formando parte de mi gabinete e informaré al Presidente Federal de tu destitución”.
Todo el mundo guarda silencio por un momento. Y entonces, el ministro recién destituido formula una escueta respuesta: “Okay”.
Las secuelas del “okay” final
Berlín. 6 de noviembre, 21.30. Con un okay se pone fin a la coalición que ha gobernado durante dos años y diez meses en Alemania, y con un okay empiezan los dardos. El primero lo lanza Scholz, que tenía preparados tres discursos según el desenlace de la última reunión del miércoles: uno alabando la capacidad de cooperación entre todas las partes, si había acuerdo; otro, en caso de que Lindner se fuese por su propio pie, es decir, en caso de renuncia; y un último si había que destituir al ministro de Finanzas.
“Con demasiada frecuencia ha bloqueado el ministro Lindner leyes de forma indebida. Con demasiada frecuencia ha recurrido a tácticas partidistas mezquinas. Con demasiada frecuencia ha roto mi confianza” (Olaf Scholz)
En consonancia con los acontecimientos, Scholz opta por este último, que presenta un arsenal de críticas abiertas y directas contra Lindner. Una muestra pública de una pasión desconocida hasta la fecha en el canciller.
Le acusa de abuso de confianza. De no mostrar ninguna voluntad para aplicar propuestas por el bien del país. De irresponsabilidad. “Con demasiada frecuencia ha bloqueado el ministro Lindner leyes de forma indebida. Con demasiada frecuencia ha recurrido a tácticas partidistas mezquinas”. Scholz argumenta que a su antiguo compañero de gobierno solo le interesa la política clientelar y la supervivencia a corto plazo de su propio partido: “Semejante egoísmo es incomprensible”. Añade que ya no hay confianza para trabajar con Lindner: “No quiero seguir sometiendo a nuestro país a este tipo de comportamiento”.
Poco después, acuden a los micrófonos de los medios el recién destituido Lindner y el ministro Habeck. Lindner afirma que “su declaración [de Scholz] de esta tarde, cuidadosamente preparada, demuestra que Olaf Scholz ya no estaba interesado en alcanzar un acuerdo viable para todos, sino en una ruptura calculada con esta coalición”.
Habeck afirma haber hecho todo lo posible por salvar la coalición con un plan que permitiría aprobar el presupuesto de 2025 sin anular el freno de la deuda. Además, comenta que aplazar los objetivos climáticos y recortar el gasto social, propuestas del documento económico de Lindner, “tenían que verse como una provocación”. Sin embargo, el político de Los Verdes considera desacertado el colapso de la coalición: “Es trágico, sobre todo en un día [el de la victoria de Trump] en el que Alemania debería mostrar fuerza para actuar”.
Un futuro incierto: ¿negro y rojo? ¿Negro y amarillo? ¿Negro y verde?
Si algo ha mostrado el desarrollo de los acontecimientos es que, con el paso del tiempo, este último gobierno ha sido incapaz de dar una respuesta adecuada a la situación económica de Alemania: las diferencias ideológicas entre FDP y sus socios progresistas han supuesto un obstáculo demasiado grande.
Con unas nuevas elecciones previstas para el 23 de febrero de 2025 (que, según la encuesta electoral para las elecciones al Bundestag de INSA de este 18 de noviembre, ganaría la CDU sin mayoría absoluta), las especulaciones sobre posibles coaliciones han empezado a poblar las páginas de la prensa alemana. También los partidos políticos han emprendido la tarea de abrirse a nuevos bloques.
Los democristianos y los liberales han sido socios habituales, pero también se tantea una nueva alianza entre CDU y socialistas o una (improbable) coalición de los democristianos con AfD. Sorprendentemente, en los últimos días también ha empezado a sonar la posibilidad de una alianza entre Los Verdes y CDU, o entre CDU y el partido de Sahra Wagenknecht, con el que acaban de firmar (junto a SPD) un acuerdo en Turingia.
Sin embargo, el colapso de la coalición semáforo ha puesto de manifiesto una realidad que se intuía desde su formación y que debe servir como hoja de ruta para la constitución de futuras alianzas: un gobierno con demasiada diversidad ideológica es difícil de pilotar, sobre todo en momentos de grandes presiones. A la vista queda el resultado.
Helena Farré Vallejo
@hfarrevallejo