Sigue el debate sobre la falta de referencia al cristianismo en la Constitución Europea

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Desde que se creó la Convención Europea con el objetivo de redactar una Constitución para la UE, la inclusión de una referencia al cristianismo en el preámbulo del documento ha sido una cuestión debatida. El texto presentado por el presidente de la Convención, Valéry Giscard d’Estaing, incluye una referencia a la herencia «religiosa» de Europa. Pero no menciona expresamente ni a Dios ni al cristianismo, lo que ha provocado el rechazo de quienes piden un reconocimiento de lo que, sin duda, ha influido más en la configuración de Europa.

Uno de los párrafos del preámbulo dice: «Inspirándose en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que, alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana, marcadas por el impulso espiritual que la ha venido alentando y que sigue presente en su patrimonio, y, más tarde, por las corrientes filosóficas de la Ilustración, que han anclado en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto del Derecho»….

Se le ha reprochado que esta vaga referencia al hecho religioso pasa por alto la influencia cultural del cristianismo, influencia que atribuye a la civilización greco-romana y a la Ilustración, como si los siglos intermedios no fueran importantes en la historia de Europa.

El arzobispo Jean-Louis Tauran, de la Secretaría de Estado vaticana, manifestó al Corriere della Sera que la ausencia de la palabra «cristianismo» revela «una prepotente tentación de reescribir la historia». En defensa de su texto, Giscard d’Estaing ha declarado al mismo diario italiano que «se hace referencia a la religión, algo que algunos ni siquiera querían hacer». Según él, cuando se menciona el «impulso espiritual» se está hablando de la tradición cristiana. «Pero no podíamos citarlo más expresamente, porque, de lo contrario, tendríamos que haber mencionado las demás tradiciones religiosas presentes en el continente, desde el judaísmo al islam. Y esta solución tampoco sería aceptable para todos».

El portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, manifestó la sorpresa por «la ausencia de una mención explícita al cristianismo». En cambio, acogió con satisfacción el artículo 51 del proyecto de Constitución, que prevé «un diálogo constante con las iglesias y confesiones religiosas, reconociendo su identidad y su contribución específica».

Por su parte, Mons. Aldo Giordano, secretario del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, declaró que «ya que se ha hecho referencia a las raíces, es incomprensible que no se mencione al cristianismo».

En repetidas ocasiones Juan Pablo II ha pedido que la Constitución Europea reconozca la influencia cristiana en la historia de Europa, y destacados intelectuales han hecho oír su voz en favor de ello (ver servicios 20/02 y 160/02).

El texto del borrador seguirá debatiéndose en las próximas semanas, hasta que sea presentado el 20 de junio a los jefes de Estado y de Gobierno en la reunión que se celebrará en Atenas. Y, aparte de la mención al cristianismo en el preámbulo, hay otros puntos mucho más conflictivos sobre el reparto del poder, que pueden dar al traste con la Convención.

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