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El Documento Marco debe servir para resolver el rompecabezas irlandés

publicado
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Pasos hacia la paz en el Ulster
Limerick (Irlanda).- Silenciadas las armas desde hace cinco meses, en Irlanda del Norte han empezado a oírse las voces que discuten sobre el camino hacia la paz. El 22 de febrero el primer ministro británico, John Major, y el irlandés, John Bruton, presentaron el documento con el que esperan crear el marco político para encontrar soluciones a través de la negociación. El documento, en general, ha sido bien recibido por la comunidad nacionalista, católica en su mayoría, mientras que los unionistas, protestantes, lo han rechazado.

En frase del reverendo Ian Paisley, pastor presbiteriano y líder del Partido Unionista Democrático, el documento es como una calle de sentido único que lleva a Dublín y, según él, la mayoría en Irlanda del Norte no quiere viajar en esa dirección. Otros han calificado el texto de oscuro y ambiguo. Así pues, ¿tiene muchas posibilidades de éxito el Documento Marco?

El peso de la Historia

Para entender las complejidad de la situación en Irlanda del Norte es preciso conocer el contexto. La proporción actual de católicos y protestantes en la población del Ulster es del 40% y 60% respectivamente, porcentajes que han permanecido más o menos constantes durante todo este siglo. Pero los protestantes temen que en el futuro los católicos les superen. Hay un signo claro: el 52% de los menores de 16 años son católicos. En el conjunto de la isla, los protestantes son aproximadamente el 15%.

Irlanda del Norte, como entidad política distinta del resto de la isla, apareció en 1921, a raíz de un tratado entre Irlanda y Gran Bretaña. En el tratado, Londres dio cierta independencia a Irlanda bajo algunas condiciones, incluida la creación de Irlanda del Norte unida a Gran Bretaña. Los irlandeses sufrieron una guerra civil a consecuencia de este tratado, ya que muchos no quisieron aceptar las condiciones impuestas por los británicos.

Desde entonces, diferentes facciones, dentro de las dos tradiciones que existen en la isla, han intentado por diversos medios, tanto políticos como armados, unos conseguir el objetivo de una única nación, otros defender el statu quo. En los últimos 25 años, el IRA (Ejército Republicano Irlandés) ha llevado a cabo una fuerte campaña terrorista contra el ejército británico, que llegó a Irlanda del Norte en agosto de 1969 para calmar la situación. Su plan era sólo quedarse unas semanas, pero 25 años más tarde todavía sigue allí.

Los últimos pasos en el proceso político para buscar la paz fueron dados por Albert Reynolds, primer ministro irlandés hasta hace unos meses. En los años recientes, Albert Reynolds impulsó el proceso de paz mucho más que cualquiera de sus predecesores. Según él, el Documento Marco es la cuarta etapa del proyecto de paz que él mismo empezó hace sólo año y medio.

La primera etapa de ese proyecto fue la declaración de Downing Street, firmada por Albert Reynolds y John Major el 15 de diciembre de 1993, en la que ambos gobiernos se comprometieron a buscar una solución a los problemas de Irlanda del Norte respetando los deseos de la mayoría. La segunda etapa fue el alto el fuego anunciado por el IRA desde el 31 agosto de 1994 y secundado por los grupos terroristas (UVF y UDA) del bando opuesto, desde el 13 de octubre del mismo año. La apertura del Foro de Paz y Reconciliación en Dublín en octubre de 1994 abre una tercera etapa. Al Foro acuden todos los partidos políticos de Irlanda, salvo los unionistas, que no han aceptado la invitación.

Ningún cambio sin la mayoría

El problema político fundamental es la pretensión que ambos gobiernos tienen sobre Irlanda del Norte. Los británicos estiman que, según dos leyes que el Parlamento británico aprobó en 1920 y 1922, éste tiene la «autoridad suprema sobre todas las personas, asuntos y cosas en Irlanda del Norte». La Constitución irlandesa, en cambio, declara que el territorio nacional se extiende a toda la isla, aunque de momento, hasta la reintegración del Ulster, las leyes irlandesas no se apliquen allí.

En el Documento Marco, ambos gobiernos suavizan sus posturas. El gobierno británico reconoce el derecho de los irlandeses a unirse en una sola nación, si así lo desean. También se compromete a tratar con imparcialidad a ambas comunidades, y a permitir que los habitantes del Ulster decidan el futuro constitucional de la región por medios pacíficos y democráticos. Por su parte, el gobierno irlandés reconoce que es preciso que la mayoría en Irlanda del Norte acepte voluntariamente la unificación. Este reconocimiento exigirá un cambio en la Constitución irlandesa. Ambos gobiernos se comprometen también a defender en el futuro los derechos de la comunidad que se encuentre en minoría, ya sea en el contexto de Irlanda del Norte o de toda la isla.

El gobierno en Irlanda del Norte

Si las negociaciones de paz van adelante, cambiará el modo de gobierno del Ulster.

Desde el 24 de marzo de 1972 los británicos gobiernan Irlanda del Norte directamente desde Westminster. El Parlamento de Irlanda del Norte fue clausurado por los británicos en esa fecha debido a la incapacidad de los partidos políticos del Ulster para trabajar juntos de un modo democrático. Los partidos nacionalistas, por ejemplo, boicoteaban este parlamento, porque no aceptaban la legitimidad de su jurisdicción y porque, de hecho, los católicos eran tratados en muchos casos como ciudadanos de segunda categoría.

El Documento Marco establece nuevos organismos de gobierno:

Una Asamblea de Irlanda del Norte compuesta por 90 miembros elegidos por el sistema de voto proporcional. Pero el gobierno británico, a través del secretario de Estado para Irlanda del Norte, todavía seguirá siendo responsable del orden público, la seguridad ciudadana y los impuestos.

Un comité de tres personas se encargará de que los trabajos de la asamblea se desarrollen de modo equilibrado, así como de resolver problemas con la Asamblea y el secretario de Estado. Las decisiones de este triunvirato serán tomadas por consenso, con lo que se espera que se tengan en cuenta los dos puntos de vista.

También se establecerán comités encargados de supervisar el trabajo de los ministerios que serán creados a su vez. Todos estos comités incluyen ciertas garantías para que ambas comunidades puedan confiar en las nuevas instituciones. En algunos asuntos más conflictivos se exigirá una mayoría cualificada del 65% de los miembros de la Asamblea.

Colaboración Norte-Sur

El acuerdo establece un ejecutivo conjunto Norte-Sur para colaborar en asuntos de interés común. Estará integrado por ministros del gobierno irlandés y representantes del Ulster. Sus funciones son de tipo consultivo, ejecutivo y de armonización. Los gobiernos de Irlanda y Gran Bretaña decidirán qué temas se puede empezar a tratar en estas reuniones. En general, serán asuntos como el turismo, la política energética, el transporte, la educación, la agricultura, las inversiones económicas desde el extranjero, etc., donde las dos partes se pueden beneficiar de un planteamiento común.

Aunque esto no cambia la situación constitucional de Irlanda del Norte, a los unionistas no les gusta lo que ellos llaman «la interferencia de un poder extranjero en los asuntos internos de Irlanda del Norte». Temen que la armonización de leyes y prácticas entre el Norte y el Sur empiece a borrar la separación ahora existente, y lleve a una integración mayor. Y esta es precisamente la razón por la que los nacionalistas están interesados en intentar poner en práctica estas estructuras.

Los dos gobiernos también se percatan de que los problemas de seguridad muchas veces tienen sus raíces en cuestiones políticas. De ahí que, para mejorar la cooperación entre Irlanda y el Reino Unido, se creará una Conferencia intergubernamental permanente, a través de la cual el gobierno irlandés podrá expresar sus opiniones en temas relacionados con Irlanda del Norte.

Con el apoyo de los parlamentos

Los tres principales partidos políticos británicos han declarado su apoyo al Documento. Tanto el partido Laborista como el Demócrata Liberal han expresado su acuerdo con John Major en este tema. Por lo tanto, el primer ministro británico, que normalmente ha necesitado los votos de los unionistas para aprobar leyes en el Parlamento, cuenta en este caso con el apoyo de los partidos de la oposición. Y aunque el Partido Conservador británico quizá pierda el poder pronto por otras razones, un gobierno laborista seguiría una política muy parecida en Irlanda del Norte.

Todos los partidos políticos en el Parlamento irlandés han aceptado el Documento Marco, con mínimas diferencias. Tanto es así, que tras un cambio del partido gobernante en diciembre de 1994, el nuevo gabinete aceptó el documento negociado por su predecesor. Por lo tanto, parece que aunque haya más cambios de gobierno, tanto en Irlanda como en Gran Bretaña, el Documento Marco servirá de base para la política de Irlanda del Norte en los próximos años.

La apuesta de Sinn Fein

Gerry Adams, el presidente de Sinn Fein, el ala política del IRA, también ha dado la bienvenida al Documento. Desde que Gerry Adams convenció al IRA para que declarase el alto el fuego, ha querido entrar en el proceso político de negociación y reconciliación con el gobierno británico y la comunidad protestante. Adams quiere negociaciones cuanto antes, donde no se excluya a nadie y donde todo se pueda discutir, sin condiciones previas.

El gobierno británico quiere que los grupos terroristas empiecen a entregar las armas, antes de que sus ministros negocien directamente con los representantes de Sinn Fein. Por su parte, Sinn Fein hace constar que esto es sólo una parte de la negociación y que también hay que tratar otros temas como la reforma de la policía, por ejemplo, que tiene fama de maltratar a los católicos y a veces hasta de colaborar con grupos terroristas protestantes.

John Hume, presidente del Partido Laborista y Socialdemócrata (SDLP), de raíz nacionalista, quien inició las negociaciones de paz con Gerry Adams en 1988 y luego más tarde en 1993, cuando todavía nadie se atrevía a soñar una solución pacífica, ha dicho sobre el Documento Marco: «El diálogo nos ha traído a donde ahora estamos y el diálogo es la única manera en que vamos a llegar a un acuerdo que satisfaga a todos los sectores».

Dimensión internacional

El presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, ha prometido 240 millones de libras para el Ulster y la zona fronteriza de la República de Irlanda con el fin de fomentar el desarrollo en la nueva situación de paz. Irlanda del Norte también conseguirá otros 900 millones de libras durante los próximos cinco años, como parte de la inversión habitual de la Unión Europea.

Por su parte, el presidente norteamericano, Bill Clinton, ha apoyado el proceso de paz desde que llegó al poder, en parte para conseguir los votos de los irlandeses en América, que son un grupo de presión importante. Pero con su apoyo también ha conseguido que los británicos no se tomen las cosas con tanta calma cuando se trata de negociar con Sinn Fein. Todavía queda mucho camino por recorrer y puede que haga falta más apoyo externo, de Estados Unidos o de otros países, para ayudar a los partidos políticos a negociar el futuro de Irlanda del Norte.

Louis BorralloUna economía convaleciente

El desarrollo de Irlanda del Norte ha estado frenado por los veinticinco años de guerra civil larvada. Es difícil determinar las consecuencias económicas del proceso de paz. De una parte, el abandono del terrorismo y la mayor cooperación entre el Norte y el Sur podría estimular las inversiones y el comercio entre las dos partes de la isla. En 1992, la balanza comercial del Ulster con la República de Irlanda era deficitaria en 350 millones de libras. En contrapartida, puede haber una reducción progresiva de la ayuda británica -ahora vital para el Ulster- en caso de autonomía de la región.

La renta per cápita, que era menos del 77% de la de Gran Bretaña en 1989, había subido al 82% en 1993. La tasa de paro había bajado al 12,8% a fines de 1994. Una cifra superior a la del Reino Unido (9,4%), aunque inferior a la de Irlanda (15,8%). Pero también en el desempleo se advierten las diferencias entre católicos y protestantes: la tasa de paro de los primeros se estima en el doble que la de los segundos.

La economía de la región se ha ido diversificando poco a poco. El crecimiento de sectores como los servicios financieros, la distribución y la hostelería ha compensado en parte la disminución del empleo en la agricultura y en las industrias tradicionales (textil, construcción naval…). Una serie de empresas extranjeras importantes se han establecido allí, atraídas por una mano de otra más barata que en el resto de Gran Bretaña y por una infraestructura de transportes y comunicaciones más desarrolladas que en el Sur.

Aun así, el Ulster sigue siendo una de las regiones más pobres de la Unión Europea y sobrevive en gran parte gracias a la ayuda exterior. La ayuda más importante proviene de Londres, que el año pasado dedicó a la provincia 7.390 millones de libras, la mitad de ellas en subvenciones. Y sin contar los gastos de seguridad. Como región subdesarrollada, se beneficia también de los fondos estructurales de la Unión Europea (1.230 millones de ecus para el periodo 1994-1999).

Otra fuente de financiación es el Fondo Internacional para Irlanda, creado en 1986 por Londres y Dublín con el fin de promover el desarrollo en el conjunto de la isla y favorecer el diálogo entre las dos comunidades. La Unión Europea aportará a este Fondo 45 millones de ecus entre 1995 y 1997.

Además, la diáspora irlandesa ha formado una estructura privada -los «Ireland Funds»-, que se encarga de recolectar dinero para financiar proyectos económicos, sociales y culturales en toda Irlanda. Como se ha comprobado en el reciente viaje de Gerry Adams a los Estados Unidos, la comunidad irlandesa norteamericana no se olvida de su país de origen.

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