Barranquilla.— La primera dama de Colombia no es servidora pública y, por lo tanto, no tiene funciones administrativas o diplomáticas. Sin embargo, en el caso de la actual, Verónica Alcocer, la historia ha tomado un tono diferente por los recientes escándalos relacionados con su equipo personal y su participación –al parecer excesiva– en eventos internacionales. Los hechos destacan sobre el trasfondo de la relevancia que tienen las primeras damas en Latinoamérica.
A pesar de que en Colombia tradicionalmente las primeras damas han realizado labores sociales y humanitarias que hoy continúan vigentes y cuentan con la admiración y el respaldo de los colombianos, este rol está siendo actualmente cuestionado con motivo de algunas acciones de Verónica Alcocer, quien desde la campaña electoral dio muestras de injerencia en las decisiones políticas de su esposo, el presidente Gustavo Petro.
El inicio de año para Alcocer ha sido un vaivén entre ser tendencia en redes sociales y noticia en todos los medios de comunicación. ¿Por qué tanto revuelo? Todo viene a raíz de que, en los primeros días de enero, un estudio de un medio nacional mostró que en menos de dos años que lleva el presidente en el cargo, su esposa ha registrado gastos de más de mil millones de pesos (cerca de 240.000 euros) sólo en mantener a su equipo personal: maquillador, vestuarista, encargada de logística de eventos, fotógrafo, etc.
Teniendo en cuenta que al no ser servidora pública no tiene un presupuesto asignado, las recientes investigaciones periodísticas se han dirigido a descubrir de dónde está saliendo ese dinero. Entre otras cosas, se ha revelado que la mayoría de los integrantes de su equipo viajan y acompañan a la primera dama como representantes de entidades públicas, sin estar en realidad prestando ese servicio. La polémica es aún mayor por contraste con el discurso de un presidente que se hizo elegir con las banderas de la austeridad pública, la sobriedad política y la disminución de la pobreza.
¿Cuál es el rol de una primera dama?
Las primeras damas [1] no son votadas ni elegidas, pero asumen un rol. ¿Protocolario? ¿Institucional? ¿Benéfico? Esto depende de la cultura y el contexto del país, del Gobierno y, por supuesto, de cada persona.
Al principio, las primeras damas se limitaban a ser coanfitriones de los primeros mandatarios en actos públicos, pero luego algunas han sido figuras públicas influyentes
Documentos académicos relatan que, en un principio, la primera dama (o el primer caballero) cumplía una función protocolaria de compañía en visitas de Estado y otras ceremonias oficiales. Pero luego esto dejó de ser así. Por ejemplo, Eleanor Roosevelt fue considerada una de las mujeres más influyentes del siglo XX.
En Argentina, durante la campaña electoral de 1946, Eva Perón fue la primera mujer en participar activamente junto a su marido en los actos públicos. También conocemos primeras damas con aspiraciones presidenciales como Hillary Clinton, esposa del expresidente Bill Clinton, en Estados Unidos; Margarita Penón Góngora, esposa del expresidente Oscar Arias, en Costa Rica; Keiko Fujimori Higuchi, hija del expresidente peruano Alberto Fujimori, entre otras.
Recientes polémicas en América Latina
Algunas primeras damas han terminado involucradas en problemas económicos, políticos o incluso legales. Es así el caso de Angélica Rivera, primera dama de México de 2012 a 2019: mujer reconocida por su carrera actoral, terminó involucrada en escándalos de corrupción. El principal llegó en el momento en que se descubrió que la familia presidencial tenía una mansión valorada en más de 7 millones de dólares. Para ese entonces, el país mexicano reclamaba al presidente Enrique Peña Nieto y a su esposa una explicación de ese dinero, que se justificó por la carrera actoral de Rivera; pero tiempo después el mismo presidente admitió que había sido una compra conjunta, lo que trajo repercusiones legales para ambos.
Por otro lado, Ana Ligia Mixco, primera dama de El Salvador entre 2004 y 2009, resultó investigada y procesada por apropiación de fondos públicos. Desde ese entonces, Mixco se ha visto envuelta en escándalos mediáticos y judiciales.
Otro de los casos recientes es el que algunos medios denominaron “abuso de poder de Irina Karamanos”. Esta antropóloga, expareja del presidente chileno Gabriel Boric, estuvo en el ojo de la prensa debido a la modificación del decreto regulador del cargo de primera dama en el país, para que pudiera influir y coordinar programas de políticas públicas, debate que se suspendió por falta de respaldo ciudadano.
De otro lado, Gabriela Rodríguez, esposa de Nayib Bukele, es una educadora, psicóloga y bailarina que también ha tenido un discreto pero activo papel en el gobierno. Se ha involucrado en dos temas claves: la psicología prenatal y el ballet –su pasión–. Sin embargo, existen dudas sobre sus estudios, pues no hay constancia de su formación académica –ni licenciatura, ni maestría ni doctorado– que ella y la presidencia le atribuyen. También han aparecido distintas polémicas a propósito de su pasión por la danza, principalmente porque en 2019, ya con su esposo de presidente, se constituyó el Ballet Nacional de El Salvador, una organización que ella dirige y que ha dado ocasión a acusaciones de nepotismo.
Estudios académicos revelan que desde los años 2000, tres de cada cuatro primeras damas latinoamericanas han influido de manera más directa en sus países
Otras primeras damas en América
Según la investigación de la doctora en Ciencia Política Carolina Guerrero, a partir de los años 2000 se empezó a presentar una participación más evidente de las primeras damas en la política. En concreto, tres de cada cuatro primeras damas que ha habido en Latinoamérica desde entonces se involucraron de una manera más directa e influyente en el poder ejecutivo de sus respectivos países.
Un caso notable es el de Keiko Fujimori en Perú, hija del expresidente Alberto Fujimori. Fue la mujer más joven en acceder al puesto de primera dama, con solo 19 años, al suceder a su madre, Susana Higuchi, que abandonó el cargo tras separarse de su marido, al que acusó de violencia intrafamiliar y corrupción. Así, Higuchi se desenvolvió como una fuerte opositora de su exesposo, mientras su hija mayor tomaba cada vez más protagonismo en la política, al lado de él.
Cristina Fernández rechazó el título de “primera dama” durante el gobierno de su esposo Néstor Kirchner, prefiriendo en su lugar el de “primera ciudadana”
Por otro lado, también aparece el caso de Cristina Fernández en Argentina, quien luego de ser primera dama –aunque ella prefería ser llamada “primera ciudadana”– se convirtió en presidenta del país. Como primera dama y senadora gozó de una popularidad importante en el período presidencial de su esposo Néstor Kirchner, cuando lideró distintas iniciativas sociales y, sobre todo, económicas, que propiciaron la recuperación del país luego de la crisis de 2001. Después, en 2007 se lanzó a su primera candidatura presidencial enfocándose en el progreso social, el crecimiento estatal y el desarrollo económico. Tras su primer mandato, durante el cual falleció su esposo, se lanzó a la reelección y fue elegida con el 54,11% de votos, la mayoría más más alta registrada hasta entonces desde el retorno del país a la democracia en 1983. En su segundo mandato, la economía se estancó, generando un crecimiento de inflación y pobreza que provocó múltiples protestas contra la mandataria, y la llevó a una crisis de impopularidad.
También vale la pena destacar a Michelle Obama, quien hoy cuenta con igual o mayor popularidad mundial que su esposo, por la influencia que tiene en el mundo. Desde el inicio del mandato de Barack Obama, decidió tener un papel prudente pero significativo en su país. En relación con su función, se le reconocen distintos aportes durante los ocho años de mandato de su marido, en los que se destaca su interés por combatir la obesidad infantil con educación nutricional y acceso a información veraz en los alimentos, así como programas de actividad física infantil. Estas prioridades no estaban muy alejadas de las que en su momento promovió Hillary Clinton en su paso como primera dama, que también se centró en potenciar la educación infantil. De hecho, Clinton se caracterizó por dirigir uno de sus programas a niños hispanos con el objetivo de que lograran acceder a una educación amplia superando las barreras de idioma que pudieran enfrentar al ser migrantes o hijos de migrantes.
Los primeros caballeros: un reflejo de la lejana paridad de género
Es una realidad que los primeros caballeros en América Latina son una minoría. Solo podemos nombrar a José María Rico Cueto, esposo de la presidenta costarricense Laura Chinchilla (2010-2014); a Manuel Zelaya, esposo de Xiomara Castro, presidenta de Honduras desde 2022 (primera mujer en este cargo), y a Sebastián Dávalos, hijo de Michelle Bachelet, presidenta de Chile (2006-2010 y 2014-2018).
Las labores que han realizado los “primeros caballeros” no se pueden comparar con las de las primeras damas. De hecho, en Chile, el cargo recibió el nombre de director sociocultural del palacio presidencial.
En el panorama actual se encuentran dos posibles primeros caballeros en México. Primero, por parte de la candidata a la presidencia Xóchitl Chávez, opositora al Gobierno actual. En sus apariciones públicas ha quedado claro que su pareja, Rubén Sánchez, ha sido un apoyo incondicional en el proceso electoral y no tiene inconveniente en convertirse en el primer caballero del país. En la contienda electoral también se encuentra otra candidata que pretende posicionar a su pareja como primer caballero: es el caso de Claudia Sheinbaum, de MORENA, quien se ha desempeñado como alcaldesa y jefa de Gobierno; su pareja, Jesús María Tarriba, se dedica al ámbito económico como especialista en riesgos financieros.
Entre el contexto histórico y la personalidad propia
El papel de las primeras damas, más allá de ser protagonistas políticas por interés personal, ha surgido como el resultado de un proceso de infinitas transformaciones e influencias que de manera global han impactado las realidades sociales de los países. Para comprender esto más a fondo es necesario transportarse al inicio de todo y reconocer el trabajo de Eleanor Roosevelt, la reconocida primera dama que tuvo un papel fundamental en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Las primeras damas han tenido un trasfondo histórico en el que se han cruzado distintas percepciones y realidades y sobre todo, su personalidad y proyecto personal.
Algunas se han dedicado a aprovechar su alcance para sacar adelante proyectos propios; otras se limitan a cumplir una función más protocolaria. Últimamente, las redes sociales han contribuido a que el mundo las conozca, lo que puede incrementar su capacidad de influencia.
[1] La denominación suele atribuirse a la periodista Mary Clemmer Ames en 1877, autora de Ten Years in Washington. No obstante, al parecer, la expresión ya había,sido utilizada por la prensa al aludir a Mary Lincoln, esposa de Abraham Lincoln.