El hartazgo con la política actual vuelca a los argentinos hacia un cambio imprevisible

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Javier Milei
Javier Milei (foto: @javiermilei)

Buenos Aires.— Unas elecciones agotadoras y agresivas dieron finalmente como ganador a Javier Milei, quien logró capitalizar el enorme descontento de la mayoría de los argentinos por la gestión del actual gobierno de Alberto Fernández. El cual, a su vez, se considera continuador de las políticas populistas de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, el kirchnerismo, que ha gobernado en Argentina desde 2003, con el interregno del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), hoy socio del ganador de la elección. El triunfo fue contundente: Milei ganó por 11 puntos: 55,69% de los votos, contra 44,30%.

En las últimas elecciones latinoamericanas se ha castigado la mala gestión de gobierno. En el ciclo 2004-2022, en el 75% de los casos triunfó la oposición. En varios países emergieron líderes outsiders, como el maestro Pedro Castillo en Perú (2021) y el empresario Guillermo Lasso en Ecuador (2021), quienes fueron forzados a renunciar a uno o dos años de asumir. La gobernabilidad es el primer desafío que enfrentará Milei, quien carece de estructura partidaria, tendrá menos del 15% de diputados y del 10% de senadores en el Congreso y no contará con gobernadores propios.

Fuerza libertaria

El acuerdo con el expresidente Mauricio Macri, creador de Juntos por el Cambio, y con Patricia Bullrich, la candidata de ese espacio (que compitió contra Milei y quedó afuera del balotaje), quiere aportarle estructura a la recién nacida fuerza libertaria La Libertad Avanza. Este acuerdo sobre el final de la campaña dividió a la dirigencia de Juntos por el Cambio e impactó negativamente en el núcleo más cercano a Milei, que abogaba por rechazar todo acuerdo con la “casta” política. Pero no afectó a los votantes: la totalidad de los votos cosechados por Bullrich en la primera vuelta se trasladaron en la segunda vuelta a Milei.

Todo el año electoral estuvo caracterizado por la irrupción de la figura de Javier Milei, un economista liberal, amante del rock y del fútbol, quien capitalizó el hartazgo por la situación social de gran parte de la población, generando entusiasmo sobre todo en los jóvenes con su apelación a la libertad. Pronto propuso la dolarización de la economía argentina y el cierre del Banco Central y un plan drástico de reducción del déficit fiscal: en los actos de campaña aparecía con una motosierra para ilustrar esto. También otras medidas extremas en otros sectores (salud, educación, ciencia, familia), que surgen de llevar hasta el final la idea del libre mercado como criterio regulador de todos los ámbitos de la vida.

Como sostiene su mentor, el anarco capitalista Murray Rothbard, el Estado es una organización que se dedica a robar la propiedad a los individuos. Para Milei, el mero concepto de justicia social es aberrante. Estas ideas lo pusieron en la vereda de enfrente del peronismo, y junto con sus agravios al papa Francisco, alertaron a los católicos de los sectores populares. En cuanto a la comunicación, siguió las propuestas de Steve Bannon, estratega de Donald Trump, quien asesoró también a varios líderes de extrema derecha europeos: consignas furibundas contra el Estado del bienestar, el progresismo cultural, China y la globalización; empleo intensivo de las redes sociales, incluyendo el uso de deep fake news (en el caso de Argentina, por ejemplo, en un video manipulado se veía a Massa consumiendo droga).

Al final, la bronca la ganó al miedo; ahora el desafío es transformar esa bronca en esperanza

Casi nueve meses de campaña transcurrieron desde que se definieron las candidaturas; entonces no se consideraba competitivo a Massa, responsable de la marcha de la economía, y a Milei se lo veía como “un salto al vacío”. Desde hace diez años se introdujeron en el sistema electoral argentino las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), que han tenido una función clave en la orientación del electorado y han sorprendido al circuito cerrado conformado por los periodistas, los encuestadores y los equipos de campaña, que no han sabido interpretar ajustadamente el humor social. Este año sorprendió el triunfo de Milei en esa instancia. Luego hubo una recuperación del candidato oficialista en las elecciones generales (en las que ganó por 37% contra 30%), gracias a un plan de dádivas económicas con fines electoralistas, una gran inversión en marketing electoral y mucha militancia territorial.

Nueva versión de Milei

El último capítulo transcurrió entre esas elecciones generales del 22 de octubre y el balotaje del 19 de noviembre. Una nueva versión de Milei, morigerado en sus ideas y en sus formas, incluso debilitado en sus apariciones en la televisión, quizás lo hizo aparecer como un David frente al Goliat de la corporación política, sólo interesada en conservar sus privilegios según él. Los medios ayudaron mucho al rápido crecimiento de Milei, para luego fustigarlo. El líder con dotes de artista de stand up hizo un papel muy deslucido en el debate presidencial frente a un Massa agrandado, a pesar del doloroso contexto social. La campaña de “miedo” de Massa, con abuso de empleo de recursos del Estado (se estima que invirtió más de 1 punto del PIB en la campaña), extrapolando y exagerando algunas expresiones de Milei o de allegados, parece haber resultado contraproducente. Massa pasó a reunir todas las connotaciones negativas que Milei le atribuye a la “casta” política.

El acuerdo con Macri aportó algunas señales de institucionalidad y de previsibilidad para el llamado “círculo rojo”: los dirigentes sociales y empresariales más influyentes, que por entonces ya se estaban acostumbrando a la idea de que ganaría las elecciones Massa, a pesar de los pesares. También un verdadero proselitismo a su favor de los medios más influyentes La Nación y Clarín. Milei postuló a Massa como la continuidad del kirchnerismo y se adueñó de la idea del cambio.

En las encuestas y las redes sociales se pudo seguir el ánimo de la población, corroborada por la investigación social: por momentos prevaleció el miedo, por momentos la bronca. Una mayoría estaba contra uno de los candidatos y una mayoría, en contra del otro. Ganó el voto en contra. La segunda vuelta fue elegir al menos malo: y al final la bronca la ganó al miedo. El desafío es transformar esa bronca en esperanza. Otro desafío es reparar la convivencia social profundamente herida por la “grieta” entre facciones políticas inconciliables y el diálogo entre los dirigentes, imprescindible para avanzar en reformas dentro del marco de la democracia.

Algunos puntos del plan de gobierno de Milei

  • Reducción de ministerios a ocho: Economía, Justicia, Interior, Seguridad, Defensa, Relaciones Exteriores, Infraestructura y Capital Humano.
  • En el ministerio de Capital Humano fusionaría las áreas de Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Educación.
  • Privatización de empresas públicas; inicialmente menciona YPF y los medios públicos.
  • Reforma monetaria: dolarización de la economía y eliminación del Banco Central.
  • Reducción de impuestos y de subsidios a servicios públicos.

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