El candidato republicano Donald Trump ha criticado con frecuencia, ya desde su primera campaña electoral, que México es el gran beneficiado de los tratados comerciales suscritos con Estados Unidos y Canadá, en detrimento del país de las barras y estrellas. Sin embargo, ni la explicación a los problemas de la industria estadounidense es tan simple, ni el crecimiento en número de los obreros mexicanos se está reflejando en un aumento de su capacidad adquisitiva.
La influencia del mercado laboral estadounidense en el mexicano no es nueva. Tampoco lo es la falacia electoral según la cual México es la “aspiradora” de empleos de Estados Unidos, una idea aireada originalmente por el magnate tejano H. Ross Perot en 1996 durante la discusión del TLCAN (NAFTA, por sus siglas en inglés), el tratado de libre comercio firmado por Estados Unidos, México y Canadá que entró en vigor en 1994.
Es cierto que desde entonces México se volvió atractivo para la inversión extranjera, pero lo hizo bajo diversas premisas, dos de las cuales resultan incómodas: un salario mínimo muy bajo (aproximadamente una cuarta parte del que se paga, de media, en EE.UU.) y un sindicalismo inactivo (también llamado “blanco” o “de protección”) que daba, hasta antes de la reforma laboral del 2019, una ventaja a las empresas que algunos calificaron como “dumping laboral”.
No obstante, contrariamente a lo que viene señalando Donald Trump, los empleos manufactureros que se han perdido en Estados Unidos no se han ido a México; en 25 años de TLCAN, Estados Unidos ha perdido en cifras netas casi cinco millones de empleo, mientras que México apenas creó dos millones (también netos).
Cabría preguntarse, entonces, qué ha pasado con este tipo de empleos en ambos países durante los últimos años, antes y después de la entrada en vigor del T-MEC, un nuevo tratado comercial firmado por ambas naciones (una vez más, junto a Canadá) en 2020, con Trump como presidente. Como muestra la gráfica 1, los empleos manufactureros han crecido en los dos, pero a ritmos diferentes: Estados Unidos ha logrado crear, en promedio anual, 80.000 nuevos empleos manufactureros desde 2017, mientras que en México el aumento casi llega a los 300.000 empleos por año. Si se cuenta desde 1994 (con TLCAN) a 2023 (con T-MEC), México ha generado más empleos manufactureros que Estados Unidos.
Esto parecería validar la hipótesis que describe a México como un “ladrón de obreros”. Sin embargo, culpar a México de los problemas del mercado estadounidense resulta, por decir lo menos, simplista; la pérdida de empleos en las fábricas de Estados Unidos se debe a cuestiones tecnológicas, migratorias, generacionales y culturales, como la seria limitación en la capacidad de las industrias tradicionales estadounidenses para crear crecimiento económico y oportunidades laborales, al concebir el cambio tecnológico como la única fuente posible de creación de riqueza.
Nos podríamos preguntar, finalmente, si la clase trabajadora de los tres países (México, Estados Unidos y Canadá) ha salido ganando con los tratados comerciales. Los datos (gráfica 2) parecen demostrar que no han existido beneficios reales para los obreros, ya que en los tres países han sufrido un empobrecimiento en relación con el PIB nacional; desafortunadamente, en México los síntomas de este empobrecimiento han sido más severos, lo que ha permitido al crimen organizado presentarse como un empleador atractivo dentro de un mercado informal y precario.
3 Comentarios
Hola el dato exacto es 450%. En el 2024, el salario mínimo en México es de 248.93 pesos diarios (13.8 Dòlares), mientras que en Estados Unidos la tarifa federal de salario mínimo es de 7,25 dólares por hora que multiplicado por 8 horas da 58 Dólares. En Estados Unidos el salario mínimo varia por Estado de la Unión Americana y el dato de 58 dólares es el promedio de todos los Estados.
Me imagino que «paga casi 800% menos» es una errata y quiere decir 80% menos.
Efectivamente, era una errata. Muchas gracias.