La quincuagésima película de Woody Allen, sin ser una de sus grandes, no defrauda: se trata de una pequeña comedia romántica, con un toque de enredo y muchísima nostalgia.
Spielberg recupera el nivel de sus mejores obras con una sátira sobre la guerra fría y el espionaje que cuenta con habilidad un caso real. Oscar al actor de reparto (Mark Rylance).