En torno a un adicto al sexo y al alcohol que es atraído a una secta, se teje un opresivo relato que quiere ofrecer una reflexión sobre líderes seudorreligiosos.
El Woody Allen de siempre. Buen contador de historias, ingenioso en algunos recursos, divertido... pero también cínico y desesperanzado, a vueltas con el amor y el desamor, la felicidad y la desdicha, el sentido de la vida y la religión.