Aunque este “thriller” resulta entretenido y suaviza el anticlericalismo de la novela de Arturo Pérez-Reverte, padece un guion nada creíble, con una visión ridícula de la Iglesia.
Las joyas de Eva Perón, Carmen Polo de Franco y un robo organizado por peronistas componen una comedia que al final abandona bruscamente el tono amable que traía.