Un escenario propicio al extremismo hindú

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“No se arrebatará la India a los hindúes” es el lema de un nacionalismo religioso cada vez más fanatizado. Los recientes ataques en Bombay caldean aún más el ambiente y favorecen el asenso del discurso radical. Junto a la paz entre indios y paquistaníes, la tolerancia religiosa enfrenta también una seria amenaza.

Poco antes de que un grupo de terroristas muy bien entrenados pusiera a Bombay bajo el fragor de las balas, las páginas de Newsweek reseñaban que las elecciones previstas para este mes en seis estados de la India amenazan con minar el liderazgo del Partido del Congreso, adscripción política del gobierno presidido por el primer ministro Manmohan Singh que ha perdido en línea los ocho últimos comicios en los que ha participado. Cada vez más cerca de las elecciones generales de 2009, esta crisis supone también el auge del partido de oposición Bharatiya Janata (BJP), formación nacionalista hindú que acusa una marcada tendencia radical, y que, según la policía, mantiene vínculos con el terrorismo que apuntan ulteriormente a la formación de un Partido Indio. De confirmarse este último extremo, se trataría del primer caso en el que las bombas terroristas se asocian al extremismo hindú y no a radicales islámicos o a revolucionarios maoístas.

El BJP y la Hindutva

El candidato que el BJP promoverá para la elección del nuevo primer ministro es Lal Krishna Advani, recordado por su participación, a mediados de los 90, en acciones tumultuarias que acabaron echando abajo la mezquita Barbri, una joya del siglo XVI, y fomentando disturbios que se saldaron con más de dos mil muertes. Su delfín, el gobernador de Gujarat Narendra Modi, tenía prohibida la entrada a Estados Unidos por su relación con los disturbios que en 2002 produjeron en aquella zona más de mil decesos. Poco después de este episodio, Modi advirtió ante una multitud que los musulmanes procuraban debilitar la mayoría hindú de la India reproduciéndose “en proporciones alarmantes”.

Este giro de exacerbado nacionalismo tiene que ver con la estrecha relación del BJP con la Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organización que profesa la filosofía conocida como Hindutva, partidaria de un Estado hindú que relegue a los grupos minoritarios a la categoría de ciudadanos de segunda (en India, el 80% de la población es hindú; el 12% son musulmanes; los cristianos representan algo más del 2%, y hay también sijs, budistas, jainistas y parsis). Un fallido intento del partido para separarse de esta organización y de los discursos antiislámicos más intolerantes le costó en 2004 una sonora derrota, a pesar de contar en su haber con una serie de importantes éxitos económicos. El peso numérico de los votantes vinculados a RSS -cuatro millones y medio de miembros- signó entonces el retorno al radicalismo nacionalista. Una consecuencia especialmente significativa de esta deriva han sido las agresiones contra los cristianos (ver Aceprensa, 30-01-08), que en los últimos cuatro meses se han recrudecido. El 16 de agosto del año pasado, un carmelita fue asesinado en el estado de Andhra Pradesh.

Terror contra el terror

La filosofía Hindutva es precisamente lo que comparten RSS y el grupo terrorista Abhinav Bharat, aunque formalmente no existe vínculo entre ellos. Los señalamientos de colaboración hechos por la policía han sido aprovechados por BJP para acusar al gobierno de persecución y para acentuar una polarización que parece haber beneficiado siempre, desde el punto de vista electoral, a este partido.

Tanto el Partido del Congreso como el BJP comparten su deseo de estrechar lazos con EE.UU., aunque en general existe un resentimiento de la India contra el gobierno norteamericano por presionar a Pakistán en la lucha contra el régimen talibán y los terroristas de Al Qaeda amparados en territorio afgano y desatender en cambio la actividad de los extremistas que operan en la frontera con la India. Al tensarse ahora las relaciones, EE.UU procura mediar precisamente en previsión de que si India incrementa sus efectivos contra Pakistán, el ejército de esta última nación se vería obligado a desplegarse masivamente en su límite oriental y a abandonar la frontera afgana.

Por lo pronto, los 173 muertos del reciente ataque siguen amenazando la estabilidad política del actual gobierno indio. El ministro del Interior y el jefe y el subjefe del Gobierno del Estado de Maharashtra, cuya capital es Bombay, han renunciado a sus cargos. Los tres son miembros del Partido del Congreso.

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