La Iglesia y el gobierno británico polemizan sobre el caso Bulger

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Se acusa a la Iglesia de descuidar la educación moral de los niños

Londres.- Tras la condena de los dos niños de 11 años culpables de la muerte del pequeño James Bulger, la atención pública británica se desplazó a la polémica creada por un alto cargo del Ministerio del Interior al acusar a la Iglesia de Inglaterra de mantener un «extraño silencio» sobre la necesidad de enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal. David Maclean, subsecretario de Interior, criticó a las autoridades eclesiásticas por no saber proporcionar una guía moral a los jóvenes.

Maclean creó la polémica entre la Iglesia y el Estado al afirmar en una conferencia: «Han tenido que ser los políticos y los comentaristas de prensa los encargados de resaltar la importancia de enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal». «El problema se debe, en parte -dijo-, a que la Iglesia gasta la mayor parte de su tiempo opinando sobre asuntos sociales, como la vivienda, y deja a los políticos el hablar sobre la importancia de la moralidad». Durante el juicio salió a relucir que los dos niños faltaban habitualmente a la escuela. Uno de ellos carecía de cualquier forma de disciplina o guía moral.

«Resulta paradójico -añadió Maclean- que un presbiteriano como yo tenga que decir que sólo el Papa con su encíclica ‘Veritatis Splendor’ se ha ocupado de esta cuestión, mientras que la Iglesia ha permanecido silenciosa». Maclean dijo también que el gobierno estaba considerando la posibilidad de incluir en el programa de estudios clases para preparar a los jóvenes a ser buenos padres.

Las afirmaciones de Maclean han sido rechazadas por los líderes religiosos. Un portavoz del arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia anglicana, comentó que las autoridades eclesiásticas «han mantenido constantemente la necesidad de proporcionar a los niños unos sólidos criterios morales en consonancia con los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Cristo. También han alzado su voz contra la visión individualista de la moral».

En una velada crítica de la política del gobierno, el obispo anglicano de Liverpool, Dr. David Sheppard, replicó: «En los últimos años se ha hecho tanto énfasis en los derechos del individuo y del consumidor que se han perdido de vista las obligaciones mutuas que exige el comportamiento ciudadano». El arzobispo católico de la misma ciudad, Dr. Derek Worlock, dijo que los comentarios de Maclean demostraban una asombrosa capacidad de «lo que Evelyn Waugh llamaba oído selectivo».

El obispo de Leeds, David Konstant, responsable de la educación católica, aseguró que «la diferencia entre el bien y el mal se enseña diariamente a los 773.000 alumnos de los 2.526 colegios ca-tólicos de Gales e Inglaterra».

John Habgood, segunda autoridad eclesiática de la Iglesia de Inglaterra, advirtió que si la prensa no informa sobre muchas de las enseñanzas que da la Iglesia en los colegios y desde el púlpito, eso no significa que no existan. Pero añadió que la educación moral se hace más difícil en una sociedad compleja e individualista.

El mismo Habgood escribió en The Times que el caso ha llevado a cuestionar las ideas que han alimentado la imaginación de los niños y la manera en que han aprendido a mirar a los otros seres humanos. Las lecciones que debemos sacar -señala- versan sobre la influencia que el mundo de los adultos está teniendo sobre sus hijos.

El obispo de Worcester, el rev. Philip Goodrich, que ha presidido una comisión de investigación de la Children’s Society sobre la criminalidad juvenil, señaló que los dos niños «malvados» que mataron a James Bulger no son representativos del estado de la infancia ni se puede construir la política gubernamental sobre la base de este caso terrible.

Patrick Kelly

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