La empatía del padre con los hijos marca la diferencia

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Los resultados de un reciente estudio sobre la implicación del padre durante la primera infancia del hijo indican que la clave de este compromiso no está en realizar numerosas tareas, sino en desarrollar un alto grado de empatía con el hijo.

Se trata de un estudio dirigido por Charles Opondo, investigador de la Universidad de Oxford, y publicado en el British Medical Journal (BMJ). Sus resultados sugieren que “son los aspectos psicológicos y emocionales de la implicación del padre durante la primera infancia del hijo los que más influyen en su comportamiento posterior”.

“Una mayor implicación paterna puede también conducir a una familia feliz y cohesionada, y esto redunda en beneficio de los hijos”

Así, el grado de empatía que un padre desarrolle con su hijo durante los primeros meses de vida resulta esencial en sus diferentes fases de crecimiento, pero sobre todo en la preadolescencia, al ser esta una etapa “marcada por el rápido crecimiento físico, algunos cambios cognitivos y el desarrollo de una mayor conciencia social”, según afirma el estudio.

El redescubrimiento del padre

“En la mayoría de las sociedades, la implicación del padre en la crianza de los hijos ha estado tradicionalmente encuadrada dentro del papel de ‘sustentador’, mientras la madre realizaba casi todas las tareas orientadas a cuidar y alimentar a los hijos”, apunta el texto publicado en el BMJ.

No obstante, los cambios sociales de las últimas décadas –el aumento de madres con empleo y la ampliación de la baja por paternidad en algunos países– han hecho que padres y madres compartan cada vez más tareas en casa. Por esta razón, “comprender la naturaleza de la implicación del padre y sus consecuencias en la salud y el bienestar de los hijos podría aportar información valiosa a las políticas orientadas a mejorar la salud física y psicológica de las familias”.

La calidad de la relación vivida con los padres durante la infancia da al hijo adolescente una mayor capacidad de comunicarse en el plano empático

El estudio está basado en datos procedentes de más de 6.000 niños cuando tenían 9 años y 11 años, nacidos en el suroeste de Inglaterra entre la primavera de 1991 y finales de 1992. El objetivo era dilucidar en qué medida la implicación del padre durante dos momentos de la primera infancia del hijo (8 semanas y 8 meses) tenía consecuencias en su preadolescencia (entre los 9 y 11 años): en aspectos como el bienestar, la salud mental, los resultados escolares o desarrollo de habilidades sociales y cognitivas.

Según los resultados del estudio –procedentes de un test de puntos fuertes y puntos débiles respondido por ambos progenitores–, los niños con una alta conexión emocional con su padre tenían 20% menos de posibilidades de desarrollar problemas de conducta con 9 y 11 años. Además, los niños cuyos padres mostraron síntomas de seguridad emocional en su papel como padre y como cónyuge tenían un 28% menos de posibilidades de tener los mismos problemas. El estudio aclara que el sexo de los niños tiene escasa relevancia: los efectos de la implicación del padre son similares en niños y niñas.

Semilla de un diálogo auténtico entre padre e hijo

Frente a estudios precedentes que encasillan el papel del padre, el estudio de Opondo sostiene que la implicación paterna, al igual que sucede con la materna, es multifacética: esta puede caracterizarse por “la frecuencia de contacto con el niño; la convivencia en la misma casa; el estar presente en su nacimiento; la participación en actividades de cuidado del niño como los juegos, la comida o el baño, y la responsabilidad al satisfacer las necesidades materiales y emocionales de sus hijos”.

Todas estas acciones tienen un mismo hilo conductor: la creación de empatía, es decir, de conexión emocional entre padre e hijo. En un comentario al citado estudio, La Repubblica cita a la profesora Gaia De Campora, experta en psicología prenatal de la Universidad de Turín: “Un padre que cuida de su hijo, procurando comprender sus necesidades emocionales y fisiológicas y tratando de responder de forma adecuada, hará que su hijo viva en un contexto tranquilizador, dentro del cual sus señales comunicativas van a ser vistas y escuchadas. En este sentido, la empatía implica la posibilidad de un diálogo profundo y auténtico entre padre e hijo”.

En sintonía con los resultados del estudio, De Campora resalta la importancia de esta empatía durante la preadolescencia y adolescencia del hijo: en estos años, “la calidad de la relación vivida con los padres durante la infancia permite al hijo mostrar su consideración y su capacidad de comunicarse en el plano empático, un aspecto que influye fuertemente en las relaciones con sus compañeros y en su comportamiento social en general”. Por otra parte, la profesora de Turín añade que “la falta de capacidad para reflexionar y comprender el comportamiento del otro en términos emotivos expone al adolescente a una mayor probabilidad de mostrar comportamientos violentos, como el acoso escolar”.

Manifestación de cohesión en la familia

En cualquier caso, los modos en que los padres implicados benefician a sus hijos son muy variados: “Pueden influir en los hijos indirectamente siendo una fuente de apoyo práctico y emocional para las madres, quienes aportan un cuidado más constante de los hijos”, afirma el estudio. Así, el padre representa “una referencia normativa necesaria para establecer los límites y un refugio seguro en el que resguardarse”, añade De Campora.

“Los aspectos psicológicos y emocionales de la implicación del padre durante la primera infancia del hijo los que más influyen en su comportamiento posterior”

“Hay indicios de que la implicación del padre también puede atenuar el impacto de factores como la depresión materna, que son conocidos por aumentar el riesgo de problemas de conducta en el hijo”, dice el estudio liderado por Opondo. “Una mayor implicación paterna puede también conducir a –o ser una manifestación de– una familia feliz y cohesionada, y esto redunda en beneficio de los hijos”.

Finalmente, el estudio señala algunas cuestiones relacionadas con el papel del padre que quedan abiertas a una ulterior indagación. Entre ellas está la posibilidad de “explorar el efecto de la implicación paterna en otros aspectos relacionados con la salud mental del hijo, tales como la identidad, la autoestima o el desarrollo emocional y social, y cómo estos evolucionan con el tiempo”.

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