En Asia la industria emplea a millones de niños

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Pese a las campañas de diversas organizaciones, algunas internacionales, en varios países asiáticos millones de niños siguen viéndose forzados a trabajar, a veces en condiciones inhumanas y por salarios míseros. Los países donde está más extendido el trabajo infantil son los del subcontinente indio, y la industria que más se aprovecha de esta mano de obra barata, la de manufactura artesanal de alfombras (los finos dedos de los niños resultan muy adecuados para esta tarea). A falta de datos precisos, se calcula que en Pakistán trabajan unos seis millones de niños, y en la India, tal vez más de cuarenta millones; en Nepal, aproximadamente la mitad de los 300.000 obreros dedicados a hacer alfombras a mano son menores de edad.

Además de que el trabajo infantil es tradicional en esos países, ahora la pobreza en muchas zonas rurales y el crecimiento de industrias dedicadas sobre todo a la exportación se alían para fomentarlo. Hay regiones donde una familia campesina difícilmente puede sostenerse, por lo que necesita que los hijos trabajen desde los seis años o aun antes.

Las leyes nacionales prohíben, en general, que los niños trabajen; pero los Estados no disponen de medios suficientes para hacerlas cumplir ni cuentan con la colaboración de las propias familias, compelidas por la necesidad. El gobierno de Pakistán, que en 1992 se adhirió a la Convención contra el trabajo infantil y hace unos meses cerró en la región de Lahore varias fábricas que empleaban niños, ha reconocido recientemente que resultará costoso eliminar esta práctica. En la India, después de que el gobierno actuara contra algunas industrias que emplean niños, los empresarios implicados se han limitado a trasladarles de las fábricas a talleres pequeños, pues en lugares de este tipo sí está permitido que trabajen menores. En Bangladesh, el mes pasado la patronal de la industria textil rehusó firmar un acuerdo, propuesto por organismos internacionales, para suprimir el trabajo infantil.

Mientras tanto, en los países afectados crecen las presiones contra esta práctica, ejercidas por varias organizaciones. Sin embargo, algunos observadores advierten que, aunque es obligado combatir con energía los casos de semiesclavitud, la erradicación del trabajo infantil requiere una acción gradual. Las medidas drásticas pueden ser contraproducentes. Por presiones norteamericanas, en los dos últimos años la industria textil de Bangladesh ha despedido unos 30.000 niños; según la ONG británica Oxfam, la mayoría de ellos no han acabado en la escuela, sino en trabajos más peligrosos o en la prostitución. Por eso, algunas empresas occidentales prefieren procedimientos más suaves, como admitir que sus proveedores asiáticos empleen mano de obra infantil, pero exigiendo mejores condiciones de trabajo y facilitando a los niños un tiempo diario de escuela en la propia fábrica. Esto no es aún lo ideal; pero sólo el desarrollo llegará a hacer innecesario el trabajo infantil.

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