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Universidades británicas estrenan campus en China

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Ante el éxodo de universitarios chinos a Estados Unidos y a Europa, el gobierno de China ha decidido dar nuevas facilidades a las universidades extranjeras que deseen venir al país. Las primeras que han sabido aprovechar la ocasión han sido las británicas, que han visto en ello una oportunidad para resolver sus dificultades económicas (ver Aceprensa 12/05).

A pesar de sus reservas iniciales, el gobierno chino -poco dado a compartir sus competencias en materia de educación- optó por ceder en 2004 un terreno de 39 hectáreas sobre el que se levanta ahora el nuevo campus de la Universidad de Nottingham. El campus, ubicado en la ciudad costera de Ningbo, está construido al más puro estilo británico: grandes extensiones de pastos verdes, árboles, río y algunos edificios emblemáticos como la torre con reloj que se encuentra en la Universidad de Nottingham, en Gran Bretaña. Las clases, por supuesto, se imparten en inglés. La universidad cuenta ya con 900 alumnos y se espera que en 2008 el número haya subido hasta 4.000.

El pasado octubre, la Universidad de Liverpool recibió luz verde del gobierno chino para la construcción de una universidad que abrirá sus puertas en septiembre de 2006 en Suzhou. Como explica su rector, el profesor Drummond Bone, se trata de un modelo de enseñanza superior distinto, de creación británica pero aplicado en China. «No es -asegura- una extensión más de una universidad británica, sino una nueva universidad que ofrecerá sus propias titulaciones». Esta universidad reclutará estudiantes de China y de otros países de Asia, y les ofrecerá la oportunidad de terminar sus estudios en Gran Bretaña.

Según informó «The Times» (15-10-2005), algunas universidades escocesas como las de Edimburgo o Glasgow quieren abrir también campus en China. Nicol Stephen, segundo de a bordo del primer ministro escocés, se reunió hace unos días con los responsables académicos de Fudan University en Shanghai, una de las universidades más prestigiosas del país. Stephen, que acudió por invitación del ministro de Educación chino, manifestó su deseo de estrechar la colaboración entre las universidades de ambos países.

Para las universidades, abrir un campus en un país extranjero es una buena inversión. Al contar con la financiación del país anfitrión, se ahorran dinero que suelen invertir en mejorar los sueldos del profesorado (lo cual se convierte en un aliciente más para atraer a otros profesores). Asimismo, favorece el intercambio de investigadores entre la universidad extranjera y las universidades del país de acogida. Por otra parte, es una manera de reclutar estudiantes valiosos del extranjero que luego van a hacer un postgrado a Europa.

Para los países anfitriones, la apertura de universidades extranjeras en su territorio también tiene ventajas. Desde el punto de vista de la enseñanza, normalmente es preferible impartir las clases de modo continuado y no a través de cursos o programas que tienen lugar ocasionalmente. Además, garantiza la calidad del profesorado pues sólo se deja venir a universidades que tienen prestigio en sus respectivos países.

Desde el punto de vista económico, estas universidades son una opción atractiva para los estudiantes que desean obtener un título extranjero, pero que no pueden pagarse la estancia en otro país. Aunque estudiar en Nottingham University, por ejemplo, puede resultar hasta diez veces más caro que hacerlo en una universidad china (la matrícula en Nottingham cuesta 50.000 yuan al año, equivalentes a 6.165 dólares), es tres veces más barato que estudiar en el extranjero.

A pesar de las ventajas, fuentes cercanas al gobierno chino reconocen a «The Economist» (12-10-2005) que las autoridades se muestran cautelosas. «China es un país socialista. Exigimos que la enseñanza de la filosofía, de la ciencia política y de la economía sean marxistas-leninistas». Por eso, dice, la experiencia de Nottingham se mira con lupa. El gobierno sigue de cerca su actividad, y los académicos saben que están en un delicado periodo de prueba.

Este periodo de prueba atravesó un momento de tensión a principios de noviembre, cuando se celebró la primera elección de representantes de alumnos. Las elecciones de este tipo suelen estar controladas por el Partido a través de las Juventudes Comunistas, a las que pertenecen muchos estudiantes. Sin embargo, esta vez la votación se desenvolvió en un marco distinto al habitual: los alumnos pudieron elegir democráticamente a sus representantes. El candidato que obtuvo más votos fue un estudiante británico, que probablemente es el primer extranjero que llega a presidir una organización estudiantil en China.

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