El covid-19 frena la expansión de la universidad en América Latina

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Casa Central de la Universidad de Chile (CC: Sisib Universidad de Chile)

 

Barranquilla.— Las pandemias, como todas las crisis, han originado grandes cambios en la historia humana. La de 2020 ha catapultado a la tecnología como la gran aliada de la educación y a la conectividad, como una de las más urgentes soluciones. Así se ha visto en América Latina, donde el coronavirus ha tenido un primer impacto negativo, al interrumpir el crecimiento de la enseñanza universitaria que comenzó a principios de siglo.

No es la primera vez que el mundo atraviesa una pandemia. Tampoco es la primera vez que las universidades y otros centros educativos tienen que ejercer su misión a puerta cerrada.

A propósito, este 2020 se ha recordado un episodio que sucedió en 1665 cuando la Universidad de Cambridge cerró debido a la epidemia de ese entonces. Isaac Newton, como los demás alumnos, tuvo que estudiar desde casa, y estando en su confinamiento, “un día, sentado en su jardín, vio caer la manzana que le inspiró su teoría de la gravitación universal”. Dicha anécdota, reseñada en la biografía de Newton que Wiliam Stukeley publicara en 1752, se recuerda en el reciente informe de CEPAL-UNESCO: “La educación en tiempos de la pandemia de Covid-19”.

Este suceso, que marcó la historia de la ciencia, comprueba que, en tiempos de epidemia, la enseñanza puede seguir; de hecho, así ha sucedido en América Latina. Sin embargo, no se puede desconocer que existen grandes desafíos para que esto se logre, especialmente en las poblaciones vulnerables.

La pandemia de covid-19 ha acentuado la desigualdad educativa en Latinoamérica

El mencionado informe de CEPAL-UNESCO reconoce que en América Latina “la interrupción del ciclo escolar ha significado una oportunidad en materia de adaptación e innovación de los sistemas de enseñanza”. Sin embargo, también ha acentuado de las diferencias educativas, en términos de acceso, equidad y calidad, “sobre todo en las comunidades más vulnerables: pueblos indígenas, afrodescendientes, desplazados, migrantes, y personas con algún tipo de discapacidad”.

Crecimiento interrumpido

Esta crisis surge en medio de un periodo de fortalecimiento de los sistemas educativos. Desde principios de siglo, América Latina venía logrando un importante avance en las tasas de escolarización superior. Concretamente, durante la década del 2000, el acceso a la educación superior se expandió, “acumulando un promedio de crecimiento de aproximadamente 40%, lo que permitió que la región se situara –como conjunto– en el promedio de la tendencia internacional” (ver informe de la UNESCO publicado en 2013).

La situación en Colombia también lo refleja. El Ministerio de Educación reportó que entre entre los años 2000 y 2017, la matrícula en educación superior aumentó en 157% en todos los niveles (a saber: pregrado, posgrado y educación técnica y tecnológica).

Cabe aclarar que la tasa de estudiantes en educación superior, la UNESCO la expresa con respecto al total de habitantes y no a la población en la edad típica de cursar estudios, pues afirma: “No es fácil estimar la cobertura de este nivel educativo, por cuanto la población en ‘edad de asistir’ no tiene una delimitación etaria formalmente definida, y las personas entran y salen de él en diferentes momentos de su vida, especialmente durante la juventud y adultez temprana”. Así, la UNESCO estima que en la primera década de siglo, el alumnado universitario en América Latina subió de 2.316 a 3.328 estudiantes por cien mil habitantes (en comparación, la media de la OCDE al final del mismo periodo cerca de 5.000).

Sin embargo, el covid-19 está afectando a la positiva evolución. De acuerdo con cifras disponibles de 25 países de América Latina, de no ser por la pandemia, el gasto educativo habría aumentado un 3,6% de 2019 a 2020. Según la UNESCO, los recursos disponibles para la educación habrían disminuido el 9% tan solo en 2020, con consecuencias en el presupuesto que podrían reflejarse en 2021.

Adicionalmente, Colombia prevé una deserción en la educación superior del 20% en 2021 y del 18% en 2022, según la Asociación Colombiana de Universidades.

La conectividad, otra brecha preexistente

A eso se sumó la escasa, y a veces nula, conectividad de las comunidades vulnerables.

En América Latina y el Caribe, como en casi todo el mundo, los centros educativos cerraron sus puertas a causa del Covid-19. A finales de marzo pasado, el 98% de toda la comunidad de la educación superior estaba en sus casas, según estimaciones de IESALC-UNESCO. El primer impacto que recibieron los estudiantes fue por supuesto, el cese de las actividades, e inmediatamente después, la necesidad de adaptarse a un nuevo método de aprendizaje. Situación que en muchos casos estuvo afectada por la falta de un espacio físico adecuado, pero, sobre todo, por la falta de equipos y de conectividad en sus hogares. Según datos del año 2020 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en América Latina y el Caribe, el 45% de los hogares cuenta con conexión a internet. Mientras que Europa y EEUU, según datos del año 2008, cuentan con una tasa de conectividad de más del 80% y del 90% respectivamente.

La principal preocupación de los estudiantes latinoamericanos es la conectividad

La pandemia ha puesto entonces en evidencia la deuda, también en materia de inclusión digital y sus consecuencias. Y es que, en un entorno en el que únicamente se puede estudiar por internet, no tener conectividad implica una exclusión total del sistema educativo.

Con razón, mientras que a los estudiantes del mundo les preocupa sobre todo el aislamiento social y los asuntos económicos, la principal preocupación de los estudiantes latinoamericanos es la conectividad, como se observa en el siguiente gráfico:

En el caso colombiano, no más del 26% de los estudiantes que viven en zonas rurales –población indigena y campesinos especialmente– tiene conexión a internet, según el DANE, el organismo estadístico nacional. El informe “Reflexiones sobre educación en Colombia 2010 -2018” lo corrobora a nivel regional: “Campesinos, indígenas, afrodescendientes, y personas en situación de discapacidad son las principales víctimas de la brecha educativa de América Latina”.

Dicha brecha digital se corresponde con la brecha social y se acentúa, además, con las cifras de pobreza, que también han aumentado este año: Antes del covid-19 había en la región más de 200 millones de personas en condición de pobreza (el 25%, en condición de pobreza extrema); la CEPAL estima que, por la pandemia, ese número ha aumentado en 35 millones.

La educación remota como oportunidad

Teniendo en cuenta la realidad actual, el fortalecimiento de la educación remota, gracias a la obligatoria virtualización de la mayor parte de la oferta, podría incidir positivamente en la inclusión –y supervivencia– de las comunidades más pobres en la educación superior.

Según la OCDE y el Banco Mundial en un informe de 2012, el 89% de la oferta de la educación superior en Colombia era de carácter presencial. Esto implicaba “mayores limitaciones en el acceso y más posibilidades de deserción, por costos de sostenimiento o por dificultades de adaptación cultural”. Por tanto, la disposición de medios alternativos digitales es un camino eficaz para cambiar estas tendencias.

Expertos del Banco Mundial señalan que, durante el confinamiento, “en América Latina, los gobiernos avanzaron con opciones educativas de menor tecnología, como la televisión o la radio, para mejorar el acceso remoto a la educación por parte de las familias sin conectividad” (Emanuela di Gropello).

La crisis del covid-19 llevó a que el gobierno colombiano se pusiera la meta de lograr conectividad en el 70% de los hogares para el año 2022

Para atender la crisis del cierre de las instituciones educativas, algunos gobiernos de la región han ofrecido opciones diversas, tales como plataformas digitales, capacitaciones virtuales para maestros, distribución de recursos educativos a través de la prensa, la radio, la televisión, llamadas telefónicas, incluso mensajes a través de aplicaciones como WhatsApp, método por el que optaron algunos docentes.

Queda pendiente conocer las cifras reales del aumento de la conectividad en las regiones más apartadas y vulnerables de todo el continente, pero el caso colombiano aporta algunas luces. A pesar de que la geografía de este país dificulta el despliegue de infraestructura de telecomunicaciones en ciertas zonas, el gobierno, a través del Ministerio de las TIC, consiguió aumentar del 40% al 53% la proporción de hogares conectados a internet. Además, la nueva realidad llevó a que Colombia se pusiera la meta de lograr conectividad en el 70% de los hogares para el año 2022.

Dado que la crisis de los centros educativos podría acentuarse, los expertos recomiendan políticas de accesibilidad, gratuidad y lucha contra la inequidad. Concretamente, IESALC-UNESCO aconseja a los gobiernos: priorizar la educación superior en los planes de estímulo para la recuperación económica y social, y comprometerse con la cooperación internacional. Y a las instituciones: diseñar medidas ad hoc para los estudiantes en desventaja, documentar los cambios pedagógicos introducidos y sus resultados, y promover la reflexión interna sobre la renovación del modelo de enseñanza y aprendizaje.

Una crisis con oportunidades

En las últimas décadas, la educación universitaria en América Latina experimentó un crecimiento de la cobertura que se expresó en la formulación de un nuevo discurso político para promover la educación como un “bien público”. Por esto, entre otras cosas, los gobiernos deben recordar que la cura de muchos de los efectos sociales más grandes de esta crisis está en las universidades, sobre todo en las públicas, que es donde se realiza la mayor parte de la investigación del continente.

Para muchos jóvenes latinoamericanos, graduarse de la universidad es la única oportunidad de romper cadenas de pobreza y desigualdad y cambiar la historia de su familia.

La sociedad latinoamericana no solo espera la vacuna contra el coronavirus, también una vacuna contra la desigualdad y el crecimiento humano que pueda venir en forma de acceso justo y masivo a educación superior de calidad, a través de mayores canales de educación virtual y mayor conectividad.

 

Avances: el caso colombiano

Durante la pandemia del covid-19, el gobierno de Colombia ha implementado distintos programas para superar la brecha digital.

Nuevos hogares conectados. Programa que llevó internet fijo a 500.000 hogares de estratos socioeconómicos bajos, con tarifas mensuales entre 3 y 6 dólares, priorizando casas donde había estudiantes y maestros.

Prevenir conectados. Plan que benefició a 5 millones de usuarios prepago entregándoles 1 GB y 100 minutos para llamadas de forma gratuita.

Centros digitales. Programa para llevar internet gratuito a 10.000 comunidades rurales ubicadas en los 32 departamentos.

Colombia Aprende. Sitio de navegación gratuita para facilitar la continuidad de la educación a población vulnerable.

 

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