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Ulster: la «coeducación» de católicos y protestantes

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En el Ulster, la diferenciación de católicos y protestantes se alimenta desde la infancia, pues casi todos los alumnos de cada comunidad asisten a escuelas separadas. Las escuelas estatales son, de hecho, protestantes; y las subvencionadas, católicas. Contra esa rígida tendencia, un movimiento de matrimonios -la mayoría mixtos- inauguraron en 1981 una escuela para promover la educación conjunta de niños protestantes y católicos. Hoy, estas escuelas, llamadas «integradas», son veintitrés, y el próximo curso se inaugurarán otras cinco.

Actualmente impera la división: el 95% de las escuelas estatales tienen menos de un 5% de alumnos católicos; y el 98% de las escuelas subvencionadas cuentan con menos de un 5% de alumnos protestantes.

En otras latitudes, donde no hay un enfrentamiento entre distintas comunidades, el hecho de que cada escuela tenga un carácter específico no plantea problemas; en Irlanda del Norte, donde lo peculiar de cada grupo se lleva hasta al extremo, lo novedoso es una escuela cuyo carácter específico consiste en tender puentes entre católicos y protestantes.

Esto es lo que intenta hacer el movimiento «pro integración», todavía reducido: las 23 escuelas «integradas» que hoy funcionan educan a poco más de 4.000 alumnos, lo que supone sólo el 2% de la población escolar. De las 23 escuelas, ocho acogen a los niños ya desde la etapa preescolar, diecisiete lo hacen en primaria y cinco a partir de la secundaria, según Le Monde de l’Éducation (mayo 1995). Estas instituciones mantienen una proporción de 60/40 -bien de protestantes, bien de católicos-, no sólo en el alumnado, sino también entre los profesores y los puestos directivos. Otra pauta del movimiento es comenzar la «mezcla» de los alumnos lo antes posible, para evitar los prejuicios infantiles, y mejorar a largo plazo la convivencia.

Contra lo que podría pensarse, la convivencia entre los alumnos de ambas comunidades no es especialmente conflictiva. Esta es la experiencia de Tom Rowley, director de una escuela secundaria integrada de Belfast, que declara a la citada revista francesa: «Los proclives a la violencia son sobre todo los extremistas de los dos lados, no nuestros alumnos. Es cierto que de vez en cuando tenemos problemas de sectarismo, insultos ligados al hecho de pertenecer a una comunidad. Los alumnos saben la regla: un insulto de ese tipo equivale a un día de expulsión de la escuela. Pero esta cuestión de la pertenencia religiosa no es un tema permanente de discusión entre ellos. Son conscientes del carácter específico de la escuela y de su proyecto pedagógico de acercamiento entre las dos comunidades. Pero no hablan de sus diferencias todo el día. La prueba está en que, cuando llegan aquí, primero se hacen amigos, y sólo después de varias semanas se dan cuenta si esos amigos son protestantes o católicos».

Después de varios años de trabajo, el gobierno ha reconocido el mérito e interés social de estas instituciones, y -sin duda por motivos también políticos- en 1989 decidió financiarlas al 100%, como las otras escuelas. Ese mismo año, el gobierno impuso por ley un curriculum nacional para impulsar la integración.

En Irlanda del Norte los católicos son alrededor del 42% de la población, y el 52% de los menores de 16 años.

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