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Tras la protesta, la hora de la negociación

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Los medios de comunicación españoles han resaltado el éxito de la multitudinaria manifestación en pro de la libertad y la calidad de la enseñanza, que tuvo lugar el sábado 12 de noviembre en Madrid. El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció, por boca del secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, que próximamente recibiría a las organizaciones convocantes de la manifestación. Según Moraleda, el gobierno está dispuesto a escuchar las peticiones concretas de los manifestantes. Pero ha advertido que «el presidente razonará sobre el contenido real de la ley», que considera ha sido desvirtuado.

Moraleda matizó que «es el momento de la negociación y no de la descalificación» y que la ley puede sufrir modificaciones en el trámite parlamentario.

Luis Carbonel, presidente de CONCAPA, Confederación Católica de Padres de Familia, una de las organizaciones convocantes de la manifestación, se felicita de que Zapatero quiera recibirles ahora, pues hasta el momento no les había prestado ninguna atención, a diferencia del trato dispensado a otros colectivos mucho menos representativos. Pero pide que no sea «para ganar tiempo, para hacerse una foto», sino «para dialogar y negociar la ley».

En su editorial del domingo 13, el diario «El Mundo» calificaba de «éxito rotundo» la manifestación, cuyos integrantes no eran extremistas «como vaticinaba interesadamente el gobierno, sino esa gran clase media española que siente una honda y fundada preocupación por la educación de sus hijos». También rechazaba el editorial que se argumente contra la enseñanza privada alegando que está subvencionada por el Estado, ya que «quienes perciben ese dinero son los padres, de acuerdo con su derecho constitucional a elegir el colegio de sus hijos». El editorial, en cuyo título se afirmaba que «debe triunfar la negociación», no daba la razón al gobierno en ninguno de los puntos discutidos, pero aseguraba ver en él «buena disposición a alcanzar un compromiso». «El Mundo» propone como objetivo uno de los lemas de la manifestación: «se trata de sellar un pacto para acabar de una vez con el fracaso escolar».

Con su característico tono antigubernamental, «ABC» invitaba al gobierno, en un editorial del lunes 14, a «rectificar», advirtiendo frente a la posibilidad de que la anunciada reunión entre Zapatero y los organizadores de la marcha sea una mera sesión fotográfica: «La sociedad no entendería que Zapatero despachase la cita con la única intención de ajustarse al guión de ‘la teoría general del talante’ y no ordenase la apertura de una negociación con la comunidad educativa. Ni tampoco que las protestas pacíficas no consigan, al menos, los mismos réditos que otras también legítimas (pescadores, transportistas, mineros) sustentadas en la fuerza. La rectificación parece esencial».

El presidente del gobierno parece haber captado el error de identificar a los participantes en la manifestación con posturas extremistas. Ahora se les considera padres justamente preocupados por la educación de sus hijos, aunque se les quiere presentar como engañados por los que han tergiversado el contenido del proyecto de ley. Dos primeras espadas del gobierno, el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, y el secretario general de Educación, Alejandro Tiana, se encargaron de precisar que el gobierno no reconoce de momento ningún error, y atacaron al alimón a los obispos y al Partido Popular, desde el «respeto absoluto» hacia los manifestantes, y reconociendo incluso la necesidad de «un Pacto de Estado por la Educación».

La manifestación se caracterizó por un «talante» jovial parecido al de la marcha en defensa del matrimonio celebrada el 18 de junio (ver Aceprensa 81/05), si acaso multiplicado con mayor variedad de matices regionales, por haber sido más los asistentes. Las cifras sobre el número de manifestantes son tan discutidas como siempre, pero en términos comparativos nadie niega que la manifestación ha sido una de las más masivas de la España democrática.

Desde su columna de «ABC», Juan Manuel de Prada, que asistió a la manifestación, se refería a ese «clima de festivo civismo que se ha respirado desde sus prolegómenos hasta su disolución. Las asociaciones convocantes de la marcha han sabido despojarla de connotaciones agrias o estridentes; han sabido, incluso, galvanizarla con un espíritu juvenil, con sus ribetes de socarronería y de chufla. No ha habido proclamas insultantes, no ha habido gestos cetrinos ni estridencias desgañitadas».

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