Las universidades importantes compiten en el ámbito internacional

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El creciente carácter internacional de la enseñanza superior no se nota solo en el aumento de alumnos que estudian en el extranjero. Ahora son también las universidades, sobre todo americanas, las que crean sucursales en otros países. En sitios como el Golfo Pérsico son bien recibidas y financiadas por los gobiernos. En otros, como la India, hay resistencias por parte de quienes temen una invasión cultural.

Las universidades americanas más importantes siempre han tenido una presencia internacional mediante acuerdos de colaboración e investigación con universidades extranjeras, intercambio de profesores y alumnos o programas conjuntos. Un fenómeno más reciente es la creación de sucursales de la universidad madre en otros países, con los mismos requisitos de admisión, currículum y estándares académicos. Al menos, en teoría.

La proyección internacional puede realzar el perfil de las universidades americanas, especialmente en un tiempo en que se publican rankings internacionales de universidades, como el del Times Higher Education Supplement. También es un medio de buscar alumnos entre aquellos que por diversos motivos -económicos, sociales o políticos- no pueden ir a estudiar a EE.UU. Y, sin duda, es un medio de hacer dinero, pues hoy la enseñaza superior se ha convertido en un artículo de exportación en el mercado internacional.

Los países del Golfo Pérsico ricos por el petróleo están acogiendo bien las extensiones de universidades americanas. En Education City, un campus de 1.000 hectáreas en Qatar, cinco universidades americanas ofrecen ya sus cursos. Los jóvenes de la elite qatarí pueden estudiar medicina en la sucursal abierta por Cornell, informática y administración de empresas en Carnegie Mellon, política internacional en Georgetown, ingeniería en Texas A&M, arte y diseño en Virginia Commonwealth. Son todavía centros pequeños, con unos 300 estudiantes.

Para los naturales del país supone poder acceder a un tipo de educación superior que no suele estar a su disposición. Se valora, en primer lugar, un diploma americano, que les abrirá más puertas profesionales. Además, son clases con pocos alumnos, en las que se estimula que el estudiante piense y tenga sus propias opiniones. Para las mujeres, a las que sus padres no dejarían salir al extranjero, es la oportunidad de estudiar y relacionarse con hombres en un ambiente más distendido. Para muchos estudiantes también resulta muy atractiva la posibilidad de visitar el campus de la universidad madre, durante un semestre o unas semanas.

Las universidades aseguran que se ofrece lo mismo que en EE.UU., pero a domicilio. Son iguales los criterios de admisión, el curriculum y la exigencia académica. Sin embargo, la mayor parte del profesorado es contratado en el país receptor, y por un tiempo determinado. “El riesgo -confesaba al New York Times la presidente de la Universidad de Pensilvania, Amy Gutmann- es que no podamos dar la misma calidad de enseñanza que alcanzamos aquí, y que esto signifique diluir nuestra capacidad docente en casa”.

De hecho, no siempre es fácil encontrar estudiantes que reúnan el nivel de inglés y las calificaciones que se exigen para entrar en la universidad madre. La Universidad George Mason, pública, que se estableció en 2005 en Ras al Khaymah, otro de los emiratos, solo tenía 57 alumnos al comienzo de este curso académico, aunque su objetivo es llegar a dos mil en cinco años.

De lo que no puede quejarse es de la acogida del gobierno, que corre con todos los gastos. También New York University, que ha establecido un campus en Abu Dabi, se ha beneficiado de entrada de una donación de 50 millones de dólares por parte del gobierno del emirato.

Lo que está claro es que las universidades importantes se consideran cada vez más una marca mundial y compiten internacionalmente por los recursos, los profesores y los mejores alumnos.

También en la India los diplomas de universidades americanas y británicas son muy apreciados. En busca de ellos, unos 100.000 estudiantes gastan cada año 4.000 millones de dólares estudiando en el extranjero. La capacidad de las universidades nacionales no es suficiente para responder a la demanda de estudios: solo el 7% de los jóvenes mayores de 18 años estudian en la universidad. Y tampoco tienen suficientes profesores, que por lo general encuentran mejores puestos en la empresa privada. De ahí que actualmente haya 5.000 puestos docentes vacantes. Y, aunque hay universidades prestigiosas, también se reconoce que solo una cuarta parte de los ingenieros que se diploman cada año tienen las competencias requeridas por la industria.

En consecuencia, para cubrir las necesidades del país habría que crear muchas más universidades, también con la aportación extranjera. De ahí que algunos ministros del gobierno aboguen por abrir el sector universitario a los extranjeros; en 2006 fue presentada una ley que permitiría instalarse en el país a universidades foráneas, pero ha tropezado con la oposición de los partidos de izquierda, que participan en la coalición de gobierno. “Abrir el sector universitario a participantes extranjeros sería un ataque cultural contra la India”, estima D. Raja, del Partido Comunista.

Pero no se acaba de entender dónde está la invasión cultural, cuando la gran mayoría de los títulos ambicionados se refieren a cuestiones tan universales como tecnología, informática, ingeniería, ciencias y administración de empresas. Y la internacionalización ya se está produciendo, al margen de la ley. Según un estudio del Instituto Nacional de Administración y Planificación de la Enseñanza, 131 universidades indias tienen ya acuerdos con universidades americanas y británicas.

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