Las tasas universitarias solo pueden ir a más

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La prevista subida de las tasas universitarias en España es un aspecto más de la necesidad de buscar otras formas de financiación ante la insuficiencia de ingresos públicos. España no es una excepción, pues la mayoría de los países europeos, menos Alemania y Francia, han disminuido el gasto público universitario a causa de la crisis, han subido las tasas y han animado a las Universidades a buscar fuentes de financiación en el sector privado.

En las universidades públicas españolas los alumnos pagan entre 700 y 1.400 euros anuales de matrícula, cantidad que solo cubre entre el 15% y el 17% del coste real, que está en torno a 6.000 euros como media. En caso de repetir una asignatura, la matrícula correspondiente se incrementa.

La reforma anunciada permite que las tasas se muevan en una horquilla del 15% al 25% del coste real. Serán las comunidades autónomas, de quienes depende la enseñanza universitaria, las que decidirán qué porcentaje aplicar dentro de ese margen, en función de las circunstancias de su región.

En cualquier caso, las tasas españolas están todavía bastante por debajo de lo que cobran otros países. En el caso de Inglaterra, el gobierno ha autorizado a las universidades a cobrar hasta 9.000 libras (unos 10.500 €); una tercera parte de las universidades han decidido cobrar el máximo legal, mientras que el resto cobra una cifra intermedia entre 7.500 y 9.000 libras.

Las subidas se han generalizado a pesar de las protestas de los alumnos, que tienen que pedir créditos para costearse los estudios y temen terminar la carrera con una deuda considerable. El asunto preocupa también en Estados Unidos, donde dos tercios de los estudiantes se endeudan y después de cuatro cursos en la universidad tienen una deuda media de 24.000 dólares. Por eso se dice que la universidad se ha convertido en otra hipoteca, que pesa más en una época en que el título no garantiza automáticamente un buen empleo. De todos modos, hasta un 70% de las necesidades de financiación de los estudiantes se cubren con becas o con préstamos federales, lo cual protege la igualdad de oportunidades.

Si se atiende al porcentaje de la financiación de la universidad que procede del erario público y de manos privadas, los países de la OCDE se pueden dividir en dos grupos. En la gran mayoría la financiación pública supera por mucho a la privada. De hecho, la media de la OCDE es del 69% de subvención pública frente a un 31% de gasto privado (Education at a Glance 2011, OCDE, datos de 2008).

En España, las tasas académicas suponen el 17% de la financiación, y lo aportado por otras entidades privadas solo un 4,2%. Para poder aumentar el gasto por alumno en estos tiempos de austeridad presupuestaria, la Universidad española necesita subir las tasas y movilizar más gasto privado. Pero la evolución ha sido al revés: entre 2000 y 2008 la parte de la financiación privada bajó del 25,6% al 21,1%.

En Europa, la subida de las tasas ha dado lugar a que haya un movimiento de estudiantes que salen de su país de origen para estudiar en el extranjero, en busca de universidades más baratas o con más facilidades de acceso a ciertas carreras.

También ocurre que los modos de vida de los estudiantes europeos son distintos según los países. Por ejemplo, el 90% de los universitarios españoles e italianos viven con sus padres, mientras que en los países escandinavos lo normal es lo contrario.

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