Las chicas no tienen problema con las ciencias

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(U.S. Air National Guard photo by Master Sgt. Toby Valadie/Released)

El 11 de febrero es el día dedicado a promover la presencia de mujeres en los estudios STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), que abren el acceso a buena parte de los trabajos en I+D y de los puestos mejor retribuidos. Este empeño ha tenido cierto éxito, pues ya hay mayoría femenina de estudiantes en dos de esas cuatro áreas, aunque no se puede decir lo mismo con respecto a los empleos.

En torno al Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se multiplican las actividades de los distintos programas concebidos para fomentar las vocaciones femeninas de ciencia y tecnología. Con apoyo oficial (del Ministerio de Educación, la UE o la UNESCO) o de entidades privadas, funcionan en España iniciativas como STEM Talent Girl, el Proyecto Hypatia, Inspiring Girls, los programas Ada y Diana, For Women in Science o Technovation Challenge.

A la vez, el Día Internacional da ocasión para publicar artículos y reportajes sobre la insuficiente proporción de chicas en disciplinas científicas. Según el informe PISA 2015, en la OCDE tienen intención de trabajar en ciencia o ingeniería solo el 5,3% de las alumnas de 15 años, frente al 12,2% de los chicos. Ante tales diferencias, se intenta calibrar la influencia de estereotipos y prejuicios. La encuesta realizada para PISA revela que ellas tienen menos confianza en sus aptitudes para esas materias.

Sin embargo, en el problema de la subrepresentación femenina en los estudios STEM sobran dos siglas. Solo se da ya en tecnología e ingeniería.

Minoría femenina en tecnología

En España, según las estadísticas del Ministerio de Educación, las chicas, que son dos tercios del alumnado en el Bachillerato de Arte y algo menos en el de Humanidades, están en minoría (46,6%) en el de Ciencias. Pero en cuanto se separan las especialidades científicas y las técnicas, se ve dónde está realmente la desventaja femenina.

Las mujeres son minoría solo en los estudios de ingeniería e informática

Ya en la Formación Profesional, hay mayoría de alumnas en las ramas química y, sobre todo, sanitaria. En cambio, en la de informática y tecnologías de comunicación, ellas no son más que el 11,7% (grado superior).

La diferencia se mantiene en la Universidad, donde las mujeres son mayoría: el 54% de los alumnos matriculados (y el 58% de los que obtienen el título). También predominan en todas las áreas menos en la técnica, como se ve abajo, en la distribución de egresados de máster.

La mayoría de mujeres en el conjunto de las carreras de ciencias es ciertamente corta, y esconde una amplia en biología y una pequeña en matemáticas, junto con una minoría en física. Pero el déficit femenino realmente notable se reduce a las ingenierías (informática incluida) y la arquitectura. Y se prolonga en la vida laboral: según el Instituto de la Mujer, ellas tienen solamente el 28,4% de los empleos en media y alta tecnología. En cambio, se acercan a la paridad en el conjunto de los relacionados con I+D: 41% (resultado de una mayoría del 54% en el sector público y en el no lucrativo, y una minoría del 30% en el privado).

Desventaja en el trabajo, más que en los estudios

La desventaja de las mujeres viene sobre todo al salir de la Universidad. Primero, ellas sufren más el paro. Y si tienen empleo, no es tan bueno. En efecto, el porcentaje de egresados de máster que en sus primeros cuatro años de ejercicio consiguen un trabajo a la altura de su título es el 74% en el caso de los hombres, y el 69% en el de las mujeres. La diferencia se da en todas las ramas, aunque es pequeña en ciencias de la salud.

Lo mismo se aprecia cuando se considera el salario anual medio de los recién titulados. En conjunto, las mujeres cobran 3.500 euros menos (casi 24.000, frente a casi 27.500 los hombres). También en este capítulo, la diferencia es menor en ciencias de la salud, que además es la rama donde mejor se paga.

En fin, el problema de las mujeres en las materias STEM se limita a la tecnología, si consideramos la población estudiantil. Después, tal vez no haya tanto un problema STEM específico, cuanto la desventaja femenina general en el mercado de trabajo.

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