La enseñanza asiática necesita fomentar la creatividad

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Durante años, los resultados de los alumnos asiáticos en matemáticas y ciencias han sido la envidia de los países occidentales. Las autoridades estaban orgullosas de los «valores asiáticos», de la disciplina escolar y de formar trabajadores eficientes que dejaban la tarea de pensar a sus jefes. Sin embargo, a menudo se les ha reprochado sus carencias a la hora de formar personalidades creativas, que no se limiten a repetir la lección.

Un experto en educación (Newsweek, 6-IX-99) afirma que pedir a un estudiante coreano que escriba un ensayo creativo, a un japonés que haga una pregunta indiscreta o a uno de Hong Kong que simplemente realice una pregunta es una pretensión imposible.

Estos países ven ahora la necesidad de preparar a los alumnos para la «Era de la Información», donde pensar, salirse de los esquemas y ser creativo tiene premio. El zapato aprieta, dicen, en los altos niveles de conocimientos exigidos para acceder a la universidad. No entrar en la universidad es equivalente a no ser nada en el futuro: de ahí que los jóvenes no se planteen más que memorizar lo que haga falta. Muchos de los que no lo consiguen, según el semanario, hacen del suicidio casi un rito en primavera.

Las alarmas empezaron a sonar con los licenciados de la hornada eficiente. Los bufetes advierten que los jóvenes abogados que contratan no saben pensar con visión de conjunto. Pueden hacer como el mejor una tarea concreta, pero no son capaces de idear una estrategia de defensa o planear las inversiones de los clientes. Incluso en la puntera industria tecnológica han visto que los «novatos» saben muy bien cómo construir productos de alta tecnología pero no cómo inventar otros nuevos.

Las autoridades están introduciendo reformas en la manera de enseñar para fomentar el pensamiento creativo. Taiwán ha anunciado que a partir del 2002 el acceso a la universidad dependerá de un examen de análisis de información (semejante al SAT estadounidense), de uno de conocimientos en determinadas materias y de las cartas de recomendación de los profesores. Singapur también mira al SAT. En Malasia han optado por los ordenadores e Internet para que los alumnos aprendan a su gusto. Según los gurús de la reforma, «el problema es encontrar software que facilite pensar a los estudiantes». En cualquier caso, confían en que «un alumno pueda empezar por el postre sin que nadie se escandalice». Hong Kong planea también un combinado compuesto por la reforma del acceso a la universidad y la introducción de ordenadores en las aulas.

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