EE.UU. quiere evaluar mejor el rendimiento de sus universidades

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La secretaria de Educación estadounidense, Margaret Spellings, ha anunciado un plan para mejorar la enseñanza universitaria y ampliar el número de estudiantes. Según ella, aunque la universidad estadounidense es la envidia mundial en muchos aspectos, hay que pasar de un sistema «basado en la reputación a otro basado en el rendimiento».

En la presentación, Spellings dijo que no basta con que las cosas vayan «bastante bien, porque no está bien que solo la mitad de los universitarios acaben la carrera en el tiempo establecido, que las matrículas sean tan caras, ni que los estudiantes acaben tan endeudados que no puedan comprar una casa o constituir una familia».

A partir de estos presupuestos, Spellings nombró hace un año una comisión bipartita (Commission on the Future of Higher Education) para buscar soluciones. El resultado es un plan de acción -titulado «A Test of Leadership: Charting the Future of Higher Education»- dirigido a mejorar la accesibilidad de la enseñanza universitaria, que sea más asequible y que los estudiantes tengan más información para tomar la decisión acertada.

El informe confía en que las disposiciones tomadas en la enseñanza secundaria van a lograr que los estudiantes lleguen mejor preparados a la universidad; de hecho ya ha habido avances en los últimos cinco años (ha crecido el número de alumnos que alcanzan el nivel mínimo del curso en lectura y matemáticas). Sin embargo, muchos estudiantes terminan la «high school» sin la preparación necesaria para acceder a la universidad. Y se gastan mucho dinero en clases particulares y academias para poner remedio. El informe propone, entre varias iniciativas, subir el nivel de exigencia en secundaria pero, sobre todo, adaptar los contenidos de la «high school» a lo que se pide en la universidad. De esta forma, subirá el número de estudiantes universitarios en el país.

En cuanto al precio, Spellings afirma que «no hay información suficiente de por qué la universidad es tan cara y qué recibimos a cambio». Las matrículas universitarias siguen creciendo por encima de la inflación y de los ingresos familiares. El informe se remite a los hechos: entre 1995 y 2005, descontada la inflación, las matrículas universitarias han subido un 51%; el nivel medio de endeudamiento de los universitarios es de 15.000 dólares en las universidades públicas y de 19.400 dólares en las privadas; y el presupuesto federal para becas está al nivel más bajo de los últimos 20 años. Como no es fácil que las matrículas bajen, el plan propone simplificar los procesos de solicitud de becas (solo en el nivel federal hay más de 60 webs con información, docenas de teléfonos y 17 programas de ayudas diferentes), aumentar los fondos federales para ayudas e informar a los estudiantes, en el primer trimestre del último curso de «high school», de las becas que pueden solicitar.

Evaluar a las universidades

Por último, la ministra lamenta que «no exista un sistema de valoración de universidades que mida el punto clave: el rendimiento de los estudiantes y su aprendizaje», y que esté a disposición del público. Según Spellings, «el sistema de acreditación de la calidad de las universidades se vale de cuestiones externas, como el número de libros que hay en la biblioteca, pero no en si los estudiantes los comprenden». Por eso propone unificar los 40 sistemas de información existentes sobre universidades (de acceso restringido); animar a los estados a conseguir ese tipo de información y mejorar el sistema de búsqueda de la web del Departamento de Educación, de forma que los estudiantes puedan comparar las universidades (de distintos estados, públicas y privadas) y localizar la que se adapta a sus necesidades o intereses.

De nuevo, los datos justifican la preocupación de la ministra. Según el National Assessment of Adult Literacy, el porcentaje de licenciados con un nivel alto de comprensión lectora, es decir, capaces de leer y extrapolar un texto complejo, ha pasado del 40% al 31% en los últimos diez años. Y en las tablas de la OCDE, Estados Unidos está en el puesto 12 en nivel académico de los estudiantes. En cambio, el gasto medio por alumno universitario es de 22.000 dólares al año, casi el doble de la media de los países industrializados.

Aunque el plan es ambicioso y las iniciativas son independientes unas de otras, la clave puede estar en el hipotético sistema de valoración de las universidades. Muchas ya utilizan sus propios modelos, como el Collegiate Learning Assessment o la Measure of Academic Proficiency and Progress, y los aportan en los procesos de acreditación. Crear un sistema único podría necesitar el visto bueno del Congreso, a través de una ley federal, y algunos creen que eso excede las competencias del Departamento de Educación. Spellings hace comparaciones muy razonables: «Nadie compra un piso sin verlo antes, ni programa sus vacaciones con independencia del destino»; pero algunas iniciativas necesitan respaldo legal para que no se queden en papel mojado.

ACEPRENSA____________________Más información en http://www.ed.gov/news/pressreleases/2006/09/09262006.html

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