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EE.UU.: propuestas para hacer rendir mejor el gasto educativo

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En los debates sobre la enseñanza pública muchos problemas se achacan a la financiación insuficiente. Los problemas se arreglarían con más dinero, se dice. Pero también hay que plantearse cómo se gasta. Cada año, Estados Unidos destina 400.000 millones de dólares a la enseñanza pública primaria y secundaria. Unos dicen que hace falta más, pero otros afirman que el nivel educativo de los jóvenes no se corresponde con ese gasto. El Committee for Economic Development (CED), una organización sin ánimo de lucro compuesta por más de 200 empresarios y rectores de universidad, ha presentado unas propuestas (1) para mejorar la relación entre gasto y resultados académicos. Las mismas propuestas dan idea de cómo se trata la enseñanza en Estados Unidos, muy lejos de los rancios debates europeos.

Según el CED, es cierto que la nueva legislación federal («No Child Left Behind», ver servicio 8/03) y el crecimiento de las charter schools están animando a los colegios públicos a mejorar sus resultados para no perder alumnos. Sin embargo, la rigidez del sistema salarial del profesorado y de la política presupuestaria impide introducir cambios que ayudarían a solventar las necesidades específicas de cada escuela.

Por un lado, la política salarial se basa en los años de experiencia de los profesores y en los puntos que han acumulado en su carrera. Esto evita las arbitrariedades, pero no deja margen a la administración de cada colegio para adaptar los sueldos a la situación del mercado laboral. La escasez de profesorado no es un problema generalizado, pero tiene efectos desproporcionados: habitualmente, los alumnos más desfavorecidos tienen peores profesores.

Por eso, el CED afirma que los administradores deberían tener opción de ofrecer mejores sueldos a los profesores de las áreas que más se demandan (por ejemplo, matemáticas o ciencias) y dar incentivos a los profesores mejor cualificados para atraerlos hacia colegios de bajo rendimiento.

Además, el informe propone que una parte del sueldo dependa de la mejora de resultados de los alumnos. La tarea docente debería ser evaluada, como ocurre en otras profesiones. Así, los que mejor lo hacen recibirían sueldos más altos; los que son incapaces de hacer progresar a sus alumnos verían un reflejo de eso en su sueldo y, en última instancia, podrían ser despedidos.

También debería reformarse el sistema de pensiones, que actualmente penaliza la movilidad: un profesor con experiencia que cambia de distrito recibirá una pensión inferior que si pasa todo el tiempo en el mismo distrito o Estado.

El CED también ve problemas en el cálculo de los presupuestos y aconseja asignar fondos según las necesidades académicas de los alumnos de cada colegio, no solo por el número de matriculados. Una vez que los fondos se corresponden con las necesidades, los distritos deberían analizar los resultados por aulas o colegios, y no por distrito, ya que el conjunto no permite comparar bien el gasto con los resultados.

(1) Investing in Learning: School Funding Policies to Foster High Performance (www.ced.org).

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